BOCA afronta una transición luego de la frustrante final de la Copa Libertadores y la renuncia de Jorge Almirón a la dirección técnica. Si bien el golpe fue tremendo, el año no terminó y queda por delante el objetivo de clasificar a la próxima edición copera, para lo cual hay dos puertas posibles: la acumulación de puntos en la tabla anual y la Copa Argentina.
Para llevar adelante este momento, Juan Román Riquelme anunció a Mariano Herrón, técnico de la tercera, como conductor interino hasta fin de año, una función que no le es desconocida y que ya cumplió tras la salida de Hugo Ibarra.
En su estreno de este miércoles con San Lorenzo en el Bajo Flores, colocó a casi todos los titulares que cayeron con Fluminense en el Maracaná, salvo Frank Fabra y Equi Fernández. Y en la práctica de este jueves, por el lógico descanso de los que se desempeñaron en el 1-1, puso en cancha un equipo en el que se adivinan sus intenciones futbolístias.
Por lo pronto, cambió el esquema de su antecesor y colocó un 4-3-1-2. Le dio importancia a la función del enganche y alistó estos 11: Leandro Brey; Marcelo Weigandt, Facundo Roncaglia, Aaron Anselmino y Nahuel Genez; Román Rodríguez, Mauricio Benítez y Juan Ramírez; Vicente Taborda; Luca Langoni y Norberto Briasco.
Herrón recurrió a jugadores que conoce de la reserva que ahora quedó a las órdenes de Silvio Rudman y Matías Giménez: subió a Román Rodríguez, volante por derecha con muy buena pegada; Mauricio Benítez, figura como volante central, y el lateral izquierdo Nahuel Genez.
Sabe que tiene en sus manos el ingreso de Boca a la próxima Libertadores y afrontará la semifinal de Copa Argentina con Estudiantes, el 22 de noviembre, anteúltimpo peldaño para concretar el propósito.
Ayer, en conferencia de prensa, Herrón fue claro: "Sé de la responsabilidad que tengo pero estoy en el mejor lugar del mundo así que no me quejo, intento trabajar, ayudar y ojalá que logre el objetivo. No miro más allá de estos partidos".