BOCA sufrió un cimbronazo este viernes cuando vio a Giuliano Galoppo ingresar a un centro médico para hacerse la revisión previa a convertirse en nuevo jugador de River. Es que el Xeneize había avanzado para hacerse de los servicios del ex Banfield que hasta ahora jugaba en San Pablo: ofertó por la compra del 50% del pase y los brasileños estaban de acuerdo.
Sin embargo de manera repentina se conoció que el jugador decidió estampar su firma en la vereda de enfrente, lo que dejó atónitos a Juan Román Riquelme, presidente Azul y Oro, y todos su consejo de fútbol.
Quizá esa misma sensación haya sentido el propio volante en 2015, cuando tenía 16 años y Boca decidió dejarlo libre. No estuvo mucho tiempo en las inferiores del club de la Ribera ya que no sobrevivió a la superpoblación de elementos, que muchas veces va más allá de las capacidades individuales e incluye múltiples factores.
En ese momento prevalecieron otros nombres por sobre el de Galoppo: Matías Rosales, Ezequiel Cañete y Lionel Laborda. Pero diez años después es el del rubio mediocampista el que está en la picota y que al elegir al Millonario accionó una suerte de revancha hacia Boca.