RIVER sigue sin poder desplegar un fútbol acorde a lo inventido en el mercado de pases, a pesar de que su entrenador ya tuvo lo que exigía desde al año pasado: una pretemporada completa con un plantel armado por él mismo.
A Marcelo Gallardo le dieron todo lo que pidió durante enero. Repatrió a campeones del mundo y de América, y confeccionó un equipo mediante sus elecciones y no las heredadas, como sí le sucedió en 2024 cuando el tren ya estaba en marcha.
Si bien está invicto después de un triunfo y dos empates, lo que refleja el River de Gallardo dentro del verde césped se ha repetido durante los tres primeros partidos del certamen: un juego lento y previsible, sin cambio de ritmo, sin gambeteadores y sin chispa.
Lo único destacable es que encontró cierta solidez en el fondo con su defensa de Selección, pero con eso no le alcanza para ganar los partidos.
Los problemas que se repiten parten desde el mediocampo y su funcionamiento: a un Enzo Pérez de casi 39 se le hace muy ancho y largo ese sector del campo. Giuliano Galoppo le da una mano en la recuperación pero no pisa el área como solía hacerlo en sus épocas doradas con Banfield.
Y otro tema que le debe preocupar y mucho al DT es el alarmante nivel de sus delanteros, sobre todo el de Miguel Borja: ningún gol en tres partidos y este domingo en el Bajo Flores perdió 23 pelotas y sólo acertó 11 de los 28 pases que intentó.
River pierde el balón con mucha facilidad. Ya sea en los duelos individuales o a raíz de las malas entregas de sus protagonistas. Y esos asuntos sí exceden al entrenador.
Y, además, la llegada de un volante central de Selección como Kevin Castaño (en caso de darse) le dé más equilibrio a un mediocampo que sufre sin pelota y que no genera peligro cuando la posee.
Gallardo apostó por un clásico 4-3-1-2 durante los primeros dos partidos y no encontró el funcionamiento deseado. Ante San Lorenzo decidió cambiar y plasmó un 3-4-1-2 que tampoco le resultó, salvo algunos pasajes del primer tiempo.
La realidad es que ante el Rojo, el Millonario se juega mucho más que tres puntos: será un partido clave para demostrar para qué está el equipo de Gallardo si es que quiere tener aspiraciones serias en este 2025, mientras el DT continúa en la desesperada búsqueda de una identidad, de un sello propio.
Foto de portada: AFP