EL MONTECARLO COUNTRY CLUB es uno de los recintos míticos de la historia del tenis. Allí se juega el torneo de Montecarlo, desde 1969, uno de los certámenes predilectos de Guillermo Vilas, el tenista más destacado que vio nacer la Argentina.
En Mónaco, en ese luigar maravilloso, está instalado Guillermo con toda su familia. La heredera mayor, su hija Andanin, se recibirá este año en la secundaria y, hacia junio, tomará un rumbo ligado a su padre: se mudará a Mallorca para seguir con sus estudios y se entrenará nada menos que en la Vilas Tennis Academy.
Andanin, de 18 años, es la mayor de cuatro hermanos y, durante estas semanas movidas de tenis en el país, está en la Argentina con su madre tailandesa Phiangphathu Khumueang. Volvieron al país de Willy dos años y medio después de la última visita.
Por estas semanas se entrena en el Club Belgrano Social, en Barrancas de Belgrano, en comunión con la pasión interminable de su padre, el mejor tenista de la Argentina en todas sus épocas.
Vilas ganó dos veces el legendario torneo de Montecarlo: primero festejó en 1976 tras vencer en la final al polaco Wojtek Fibak por 6-1, 6-1 y 6-4, años antes de consagrarse por segunda ocasión en 1982, cuando superó al checo Ivan Lendl por 6-1, 7-6 y 6-3.
En 1981, un año antes de su segunda corona, protagonizó una particular historia que hoy permanece como un mito: la final que jugaba con el estadounidense Jimmy Connors marchaba 5-5 en el primer set y se paró por lluvia, pero lo más llamativo es que el partido nunca pudo reanudarse y quedó en la memoria colectiva como la final sin final.