La melena dorada navegando el viento, los muslos portentosos arrasando tierra enemiga, el bombazo mortal perforando arcos hostiles, la sonrisa ancha celebrando la gloria, la conducta intachable en cualquier circunstancia, la admiración ajena como tesoro incalculable y una camiseta celeste y blanca como símbolo inmaculado y universal. Son trazos indivisibles de Gabriel Batistuta, el guerrero llamado a reposo voluntario, que un día metió un gol, y otro, y otro, y otro, y no paró jamás...
A los 36 años, luego de 16 temporadas y 631 partidos, Bati cerró el paréntesis de su carrera deportiva e inauguró un infinito segmento de añoranza en aquellos que supieron valorarle la entrega constante, la humildad sin dobleces, el ejemplo como prédica y el gol como manifestación orgásmica de su jerarquía.
Amado en Italia e idolatrado en la Argentina, vistió la camiseta de siete clubes y potenció su magnetismo envasado en los colores de la Selección, donde ostenta el título de máximo artillero histórico, tanto en el resumen general como en los Mundiales.
Autodefinido como un ser frío y distante, esquivo a dar o recibir caricias hasta de sus seres queridos, fue capaz de encender el fuego del cariño popular con la simplicidad de los grandes. Impermeable a las críticas sobre sus rudimentos técnicos, pulverizó enemigos con su eficacia devastadora y jamás ensayó la jactancia –otro trazo de grandeza– de cara a su ejército de detractores.
Apagado el combustible de Maradona, Bati encarnó al gran símbolo de la Selección. De fronteras para adentro y de fronteras para afuera. Y esa condición –privilegio de pocos para envidia de muchos– sintetiza de la mejor manera su significado dentro de la historia del fútbol argentino.
En las páginas siguientes sobrevolamos fotográficamente la carrera de este fantástico goleador serial, vitaminizado con el aporte de sus propias vivencias. Gabriel Omar Batistuta dejó el fútbol. Es inevitable el vacío. Es inevitable el aplauso. Es entrañable el reconocimiento...
● Gabriel Omar Batistuta nació el 1º de febrero de 1969, en Reconquista, Santa Fe. Debutó el Primera el 25 de septiembre de 1988.
● Jugó en Newell’s (1988/89), River Plate (1989/90), Boca Juniors (1990/91), Fiorentina (1991/00), Roma (2000/02), Inter (2002/03) y Al Arabi (2003/05).
● A lo largo de su carrera logró 8 títulos: Primera División 1989/90, con River; Copa de Italia 1995/96 y Supercopa Italiana 1996, con Fiorentina; scudetto 2000/01 y Supercopa Italiana 2001, con la Roma; Copa América 1991 y 1993, Copa Rey Fahd 1992 y Copa Artemio Franchi 1993, con la Selección Nacional.
● Jugó tres mundiales: USA 94, Francia 98 y Corea-Japón 2002.
“Boca me dejo una marca imborrable, un cariño que aún perdura. Integré un equipo fenomenal, un grupo bárbaro. Y tuve un gran técnico como el Maestro Tabárez, una excelente persona que me dio la confianza que estaba necesitando. Aunque en ese equipo había otros ídolos más importantes, como Dieguito Latorre, en Boca se produjo mi explosión como goleador. Fue el comienzo de lo que vino después. Y la gente me hizo sentir increíblemente bien. Lo de la Bombonera no lo viví en ningún lado. Ni en Florencia, ni en Roma, ni en Milán. Era una satisfacción, una alegría enorme hacer un gol en esa cancha, que significa mucho para mí. Tengo recuerdo de goles y de subidas al alambrado, casi abrazándome con la gente, muy frescos. Increíble, ésa es la palabra.”
“La primera vez que me vio, Griffa me preguntó si me gustaría jugar en Newell’s. Le contesté que sí, pensando que no era serio. Cuando llamó a mi casa, no sabía qué hacer. Secretamente, esperaba que mi padre le dijera que no. Me resultaba imposible imaginarme como un profesional. En Newell’s crecí e integré un buen equipo y en River comprendí que esta profesión no sería fácil para mí. No nací como un dotado. Por suerte lo entendí apenas empecé. El fútbol nunca fue un juego para mí. Desde el momento en que me senté con un dirigente, arreglé mi plata y cobré un sueldo, se transformó en un trabajo.”
“El futbol entro en mi vida con un póster de Maradona que me regaló mi amigo Pitti Lorenzini. Lo pegué en mi habitación y nunca lo tiré. Ni imaginaba que algún día compartiría una cancha. Con Diego me divertí. Fue un privilegio haber jugado a su lado, al igual que con otros grandes como Caniggia, Simeone o Redondo. Fue un talento único, irrepetible. Por más que aparezcan buenos jugadores, nadie será como él. Trato de no extrañarlo porque es inútil, ya no está...”
“Mi relacion con Crespo siempre fue tranquila. Siempre tuvimos una competencia honesta y leal, jamás le deseamos el mal al otro, tratábamos de apoyarnos mutuamente. Los dos hacíamos goles y para el técnico de la Selección era difícil decidir con quién se quedaba. Para los periodistas no había mejor cosa que esa situación. Tenían tema para hablar y armar polémica. Pero nunca hubo problemas entre nosotros. Igual, en el único lugar donde lo seguí fue en el Inter, a la Selección llegué yo primero, je...”
Goles con la camiseta de la Selección, en 78 partidos. Promedio: 0,71. Convirtió 25 en los primeros tiempos y 31 en los complementos. Y 8 fueron de penal. Es el máximo artillero de la historia albiceleste. Luego de él se ubican Diego Maradona (34), Hernán Crespo (25), Luis Artime (24), Leopoldo Luque (22) y Daniel Passarella (22).
Goles en sus 12 partidos en Mundiales, lo que arroja un promedio de 0,83. Es el argentino que más convirtió, aventajando a Stábile y Maradona, que hicieron 8. Completó sus 56 tantos con la celeste y blanca señalando 11 en eliminatorias, 13 en la Copa América, 4 en la Copa Rey Fahd, 2 en la Copa Kirin y 16 en amistosos.
Veces fue el máximo goleador de una Copa América. En Chile 91, con 6 tantos. Y en Uruguay 95 compartió el halago con el mexicano Luis García, con 4. En la Liga Italiana fue el máximo artillero en la temporada 1994/95, con 26.
Goles en siete clubes: Newell’s (8), River (4), Boca (19), Fiorentina (207), Roma (33), Inter (2) y Al Arabi (26). Sumados a los 56 de la Selección, totaliza 355 en 631 partidos. Promedio: 0,56.
“Todo lo que hice en el fútbol europeo lo conseguí matándome, entregando lo mejor de mí. Los años en Fiorentina fueron hermosos. Tanto en lo deportivo como en lo personal. Mientras crecía como jugador, nacían mis hijos y se formaba mi familia. Si la cantidad de goles que hice en Fiorentina (207) los hubiera hecho con una camiseta más pesada, habría ganado más títulos. Pero nosotros, que éramos una escuadra humilde, les peleábamos a los poderosos corriendo de atrás, nunca largábamos con ventaja. Pero viví cada gol con mucha pasión, porque los goles no son fáciles de hacer. A veces pensaba: cómo puede ser que un rebote me haya caído a mí, habiendo veinte tipos en el área. Pero se dio siempre. No sé, es intuición o algo que no te enseña nadie, porque goleador se nace.”
“Uno de mis dias más felices en Italia fue cuando gané el scudetto con la Roma. Después de diez años en el calcio, sólo yo sé lo que sufrí para lograrlo. Dejar Florencia fue un esfuerzo que valió la pena, cumplí un sueño. Armamos un lindo equipo y viví cada partido a pleno. El paso por el Inter fue un orgullo y, a la vez, un reconocimiento a mi trayectoria. Y en Qatar pude disfrutar del fútbol y de mi familia en un clima más distendido, sin tanta presión. A los siete clubes en los que jugué les tengo un agradecimiento enorme por todo lo que me dieron.”
Estadisticas: Roberto Glucksmann
Fotos: Archivo El Gráfico
Nota publicada en febrero de 2005