Hector Bandarelli es el personaje central de un entrañable cuento de Alejandro Dolina, titulado “Relatores”. Siendo entreala izquierdo de Empalme San Vicente, Bandarelli acostumbraba a relatar los partidos que él mismo jugaba y, muchas veces, por elegir las palabras e impostar la voz, se perdía goles cantados. Incluso cantados por él mismo.
Semejantes distracciones le pulverizaron la carrera futbolística, pero catapultaron al relator hacia el estrellato barrial. Primero, propalando los partidos que jugaban sus ex compañeros. Y tras la amarga extinción de Empalme dio un giro magistral: “Descubrió que su narración no necesitaba de un partido real. Era posible relatar partidos imaginarios, hijos de su fantasía.”
Al no ceñirse a jugadas reales, los partidos eran extraordinarios. Tan extraordinarios, que llegó a organizar un torneo virtual, mágico. Bandarelli relataba el partido principal y un colaborador lo interrumpía discretamente para anunciar goles en otras canchas.
Pero su éxito mayor fue relatar partidos que se suponían imposibles. Por ejemplo, Alemania-Villa Dálmine y Barracas Central-Barcelona.
Es muy posible que Bandarelli no supiera ni sepa que alguno de sus partidos fueron realidad. Que hubo equipos sin tanto marketing que supieron vivir su día de gloria. Que se dieron gustos que no son para cualquiera. Aquí repasamos varios choques de ensueño, para regocijo propio y para orgullo de Bandarelli…
Chacarita se abrazo a la gloria en 1969, cuando le ganó la final del Metropolitano a River y se transformó en el primer “chico” que salió campeón. Dos años después, cuando recibió la invitación del Barcelona para jugar la Copa Joan Gamper, la jerarquía del equipo se mantenía inalterable, aunque muchos lo veían como el convidado de piedra de un certamen que reunía a tres poderosos: el local, Bayern Munich y el Honved de Hungría. El sorteo determinó que Chaca jugara la semifinal ante los alemanes, que tenían en sus filas a la base de la selección que luego ganaría el Mundial 74: Maier, Beckenbauer, Breitner, Gerd Müller, Schwarzenbeck… Pero el Funebrero tenía lo suyo, ¿eh? Carnevali, Forteis, Buzzo, Bargas, Frassoldatti, Puntorero, Fucceneco, Poncio, Marcos, Recúpero, Neumann y el protagonista que nos recuerda aquel partido contra el Bayern: Carlos María García Cambón. “A nosotros –evoca– nos invitaron porque Barcelona quería cerrar mi pase, que estaba prácticamente arreglado y que al final no se hizo porque un periodista argentino, que tenía influencias allá y se quedaba afuera del negocio, salió a decir que yo había jugado en la Selección, cosa que no era cierta. En aquel momento, los españoles no compraban a jugadores de Selección. Preferían comprar a jugadores sin antecedentes para tentarlos con la posibilidad de jugar para España. Yo apenas si había estado en la juvenil, pero bueno, esa es otra historia… Ese partido con el Bayern fue la demostración de fútbol más exquisita que yo recuerde de Chacarita. Ellos tenían un equipazo, media selección alemana, y los organizadores los querían en la final contra el Barcelona. Estaba armado para eso. ¡Lo que jugó Beckenbauer ese día! Empezó de líbero y después nos dio cátedra como volante ofensivo. Sinceramente, me deslumbró. Lo tenías a tres metros, parpadeabas y ya te había sacado cuatro. ¿Cómo hicimos para ganarles? Jugamos muy bien defensivamente y los matamos con la técnica. Ellos eran muy fuertes, difíciles de bancar en la fricción. Pero nosotros tocábamos la pelota rápido, de primera, y los sorprendíamos con los cambios de frente y con los pelotazos a espaldas de los centrales. Así vinieron los goles de Recúpero y Fucceneco.”
Al estadio sabalero se lo conoce como El Cementerio de los Elefantes a partir de victorias como éstas. El Santos de Pelé, pero también de Coutinho, Pepe, Zito, Almir y Gilmar, solía recorrer el mundo brindando exhibiciones. Y en 1964 llegó a Santa Fe para enfrentar a Colón, que cuatro días antes había perdido con Platense por el torneo de Primera B. Demetrio López, el héroe de aquel día inmortal, lo recuerda así: “Ellos eran casi invencibles, por eso nuestro DT, Canteli, nos dijo que tratáramos de hacer un buen papel, con eso estábamos hechos. La cancha explotaba de público, no se veían ni los fierros de las torres de iluminación, había gente subida por todas partes. Entramos y Pelé nos mató a pelotazos desde el primer minuto, pero nuestro arquero y los palos estaban inspirados y fuimos zafando. Incluso reventó el travesaño desde la mitad de la cancha. Pero nos embocó cuando terminaba el primer tiempo. Yo entré en el segundo. Nunca fui un fenómeno. Me las ingeniaba y, eso sí, cabeceaba bastante bien. De a poco fuimos levantando, con garra y corazón, y Motoneta López, que era wing, metió el empate. El partido pintaba para empate, pero faltando seis minutos López tiró un centro, el arquero salió mal, chocó con un compañero y me quedó justa para meterla de cabeza. No fuimos muy superiores al Santos, pero le ganamos bien, peleando cada centímetro. La verdad, corrimos como nunca, estábamos motivadísimos. Yo no tuve la suerte de jugar muchos partidos trascendentes, pero ese día fue inolvidable. Me hizo quedar en la historia del club que llevo en el alma, del cuadro de mi barrio de toda la vida…”
Increible, pero real. Un Platense alicaído salió de gira por Italia y Suiza en 1951. Las ventas de Vernazza y Báez, a River y Colombia, respectivamente, habían devaluado el poderío del plantel, tal como se notó en las derrotas ante Sampdoria (foto, gol de Carrera), Lugano y Lazio. Por eso los augurios eran los peores para la cuarta presentación: nada menos que el Milan, invicto en su cancha desde hacia dos años y líder del torneo italiano. Pero ni el marco ni los antecedentes quebraron el espíritu de los calamares, que consumaron una actuación angelical, acaso una de las páginas más gloriosas de su historia: ¡3-2 al Milan y en su cancha! Geronis (2) y Cuello marcaron para Platense, mientras que Nordahl hizo una doppietta para el Milan. Tremendo batacazo. Ayer, hoy y siempre...
En el Gigante de Alberdi no entraba un alfiler. Pocas veces Belgrano se había enfrentado a un rival tan poderoso. Checoslovaquia era el vigente campeón de Europa (en la Euro 76 había vencido a los alemanes y a la Holanda de Cruyff) y en su plantel, dirigido por Josef Venglos, descollaban figuras como el defensor Antón Ondrus, el goleador Zdenek Nehoda y el volante Antonin Panenka. Pavada de desafío para el equipo conducido por José María Silvero. Para colmo, los checos se pusieron 2-0 a los 12 del PT (goles de Nehoda y Kroupa) y todo pintaba para un festín de los europeos. Entonces comenzó a tallar el alma del Pirata, que descontó por intermedio de Eduardo Carranza antes de los veinte y le tiró toda la presión, cascoteándole el rancho al arquero Michalik (foto). Dos goles de Enrique Viller le dieron forma al milagro: ¡de 0-2 a 3-2 contra el campeón de Europa! Y los checos, que en el último cuarto de hora sintieron la diferencia de temperatura –venían de un invierno bajo cero y se toparon con los 33 pegajosos grados del verano cordobés–, no tuvieron argumentos sólidos para revertir el resultado. Hazaña Pirata, con todas las letras…
El futbol tucumano ostentaba un gran nivel a fines de los años veinte. Por eso Atlético Tucumán fue invitado a realizar una gira por Bolivia y Perú, que duró dos meses y trece días e incluyó una página memorable de su historia: la victoria por 3-1 frente al seleccionado incaico, en Lima, ante un estadio colmado. Tan buena fue su actuación, que los peruanos ovacionaron de pie a los jugadores del Decano durante su retirada a los vestuarios. Alberto Fassora (2) y José Rea convirtieron los goles de Atlético, que formó con Cesarini; Carino, Zavaleta, Juan Carlos Luna, Vicente Luna, Delgado, Nazareno Luna, Luis Díaz, Rea, Fassora y Cuestas. Los tucumanos partieron el 12 de diciembre de 1929 y retornaron el 25 de febrero de 1930 por la noche, siendo recibidos por una multitud, que premió no sólo la victoria ante Perú, sino los excelentes resultados cosechados frente a otros rivales, entre ellos Universitario. Sin dudas, un momento sublime para el club que hoy protagoniza el Torneo Argentino A.
Sportivo Barracas estuvo ligado a la mejor historia del fútbol argentino durante las primeras décadas del siglo pasado. En su estadio, considerado el mejor de Sudamérica, se jugaron todos los partidos internacionales de la Selección hasta 1931. Y por sus equipos desfilaron grandes cracks de la época. Por eso no extrañó que en mayo de 1917 lo convocaran para enfrentar a la mismísima selección de Brasil, en Río de Janeiro. En el primero de los dos partidos –el segundo terminó en derrota por 2-1–, los argentinos lograron un valiosísimo empate, acaso el resultado más estridente del club que luego se instalaría largas décadas en las categorías de ascenso. En Brasil se recuerda ese doble choque con Sportivo Barracas porque marcó el debut del primer jugador negro con la camiseta de su selección: Monteiro, del São Cristovão.
Nunca hubo un empate-derrota más brillante. Jamás un equipo de los denominados “chicos” deslumbró tanto en un gran escenario. La Juve de Platini y Laudrup se enfrentó al Argentinos de Borghi y Batista (campeón de la Libertadores) por la Copa Intercontinental, en el estadio Nacional de Tokio, Japón. Para el mundo del fútbol, era pan comido para los italianos. Pero Argentinos desplegó un fútbol excepcional y, entre ambos, ofrendaron uno de los partidos más fantásticos de la historia. Durante los 90 reglamentarios y los 30 del alargue, Argentinos fue más. Siempre buscó el partido. Fue el principal protagonista y obligó a la Juve a remontar, porque se puso en ventaja con un gol de Ereros y obligó al empate de Platini, de penal; porque volvió a sacar diferencia con un golazo de Castro y obligó al gol de Laudrup. En la destreza de los penales se impuso la Juve por 4-2, pero los 62 mil japoneses barnizaron a Argentinos con una ovación conmovedora. La mejor síntesis fue el título de El Gráfico: “Vencedores aun vencidos.”
Como parte de una gira denominada “Miracolo” (milagro), y con el plus de la vuelta de Claudio Caniggia a la actividad, la Roma visitó a San Martín, en la Ciudadela, y cosechó su única derrota del tour. Fue 1-0, con gol del Cachi Zelaya, y los santos, por entonces en la B Nacional, se quedaron con la Copa. En el preliminar, Atlético cayó 2-0 ante el Napoli. En la acción, Solbes supera la corrida de Comi.
El afamado equipo neoyorquino se presentó en el estadio rionegrino de la Visera de Cemento, colmado por una multitud que dejó en boleterías 200 millones de pesos de aquella época. Ya no estaba Pelé, pero sí Franz Beckenbauer, quien se sacó millares de fotos con simpatizantes y adversarios. En aquella noche de fiesta, Cipolletti sacó ventajas con un gol de Ortiz, a los 13’ del primer tiempo. El italiano Chinaglia igualó a los 3’ del complemento, pero no pudo apagar el entusiasmo de una jornada inolvidable para el club albinegro. Una noche que lo impulsó hacia el firmamento internacional y le valió un destacado en la sección deportes de The New York Times. En la escena, Liveric cabecea desviado ante la plegaria de Dalmás, el arquero local.
Entre diciembre de 1930 y abril de 1931, Gimnasia concretó su primera gira mundial con el embrión del equipo que luego pasaría a la historia como El Expreso. Partieron hacia Brasil en el buque “Lutetia”, hicieron dos amistosos en Río de Janeiro (jugaron con luz artificial por primera vez) y luego se embarcaron en el Asturias, donde pasaron la Navidad de 1930. Al equipo dirigido por Alfonso Doce le esperaba un bautismo de fuego en España: Real Madrid y Barcelona con cinco días de diferencia. El 1° de enero de 1931 enfrentaron a los merengues, que venían invictos ante equipos extranjeros, y le ganaron 3-2, con goles de Leonardo Sandoval (2) y Jesús Díaz. El 6 de enero jugó ante el Barcelona, en su cancha, y lo venció 2-1, con goles de Ismael Morgada y Jesús Díaz. Sencillamente espectacular: ¡Gimnasia se cargó al Real y al Barcelona en menos de una semana! Aquel equipo tripero contaba con figuras como Juan Botasso, Atilio Demaría, Arturo Naón y José María Minella. El tour incluyó 27 partidos, con 11 victorias, 8 empates y 8 derrotas. Pero la primera semana en España fue mágica, histórica, inolvidable…
Subcampeon del Nacional 80, Racing de Córdoba fue invitado para una maratón de partidos en Seúl, en el marco de la Copa Presidente. “Fue una gira muy cansadora –recordó el defensor Lucio del Mul, con pocas horas entre un partido y otro, pero jugamos bárbaro, mejor que siempre. Gasparini, Amuchástegui y Oscar López la rompieron.” Racing se dio el gusto de superar al seleccionado nipón, pero también a Malasia (6-0), al Saarbrucken de Alemania (3-0), al Chateuroux francés (4-3), al Vitoria de Brasil (2-1) e igualó dos veces con la selección de Corea del Sur (1-1 y 2-2). Ambos equipos compartieron el primer lugar, pero Racing se quedó con el trofeo por una cortesía de la federación local. Hoy la Academia cordobesa juega en el Argentino A, pero no renuncia a revivir esos días de gloria.
Impulsado por el poderío económico de Amalia Lacroze de Fortabat, Loma Negra se convirtió en equipo-sensación durante los ochenta. En medio de ese fenómeno, recibió en el estadio Ignacio Zubiría, de Olavarría, a la poderosa selección de la Unión Soviética, que ostentaba un invicto de tres años (13 triunfos, 5 empates, 43 goles a favor y 10 en contra). Pero la diferencia de jerarquía se esfumó desde que Carlos Coradina pitó el inicio. Y la hazaña se consumó a los 36’ del ST, cuando Husillos la empujó al gol luego de que el arquero Chanov diera rebote tras una atropellada de Orte (foto). “Nos subestimaron y lo pagaron caro”, graficó Osvaldo Rinaldi. La recaudación –unos 12 mil dólares– no compensó el cachet de 30 mil verdes cobrados por los soviéticos, pero nadie se interesó por la plata. Y menos con el madrinazgo de Amalita...
Quizas el rival no diga demasiado, pero ese partido final ante el equipo local fue la frutilla del postre de la gira que el mejor Talleres de la historia hiciera por el Zaire, hoy República Democrática del Congo. “Al principio –reconoció en su momento el presidente Amadeo Nuccetelli–, tuvimos que mirar el mapa para ver adónde quedaba. Pero nos arriesgamos porque estábamos convencidos de que sería el lanzamiento internacional del club.” No se equivocó. Entre esa gira y 1979, Talleres fue invitado para jugar 37 amistosos internacionales. Conducido por Humberto Taborda, aquel equipo tenía jugadorazos como Valencia, Oviedo, Bocanelli, Astudillo, Luis Galván, Rivadero, el Hacha Ludueña y el “ancien acteur argentine”, tal como definió la prensa local a Daniel Willington, que deslumbró con su técnica sin igual. Talleres fue la sensación de aquella gira, en la que también participó Temperley. Ganó todos los partidos, se alzó con la Copa República del Zaire, hizo delirar a las 25 mil personas que colmaron el estadio 20 de Mayo durante las cinco jornadas y recibió este elogio del periódico La Voix Du Zaire: “Después de la visita del Santos de Pelé, nunca habíamos visto un fútbol tan bueno como el de Talleres. Hemos aprendido lo eficaz que puede ser el toque, restándole ritmo al partido, para luego sorprender con una jugada penetrante, veloz y ofensiva.”
Además de Willington, en esa gira brilló el Hacha Ludueña, que llamó la atención por su pelo largo y fue bautizado por la prensa africana como “El Dios del Fútbol.”
1921 Tiro Federal 4 - Paraguay 0 (Rosario)
1925 Newell’s 2 - Brasil 2 (Rosario)
1928 Tiro Federal 3 - Paraguay 2 (Rosario)
1929 Barcelona 1 - Sportivo Barracas 2 (Barcelona)
1938 Paraguay 0 - Talleres de Córdoba (Asunción)
1951 Honduras 2 - Banfield 4 (Tegucigalpa)
1953 Bolivia 3 - Lanús 4 (La Paz)
1965 Ecuador 1 - Chacarita 2 (Guayaquil)
1970 Venezuela 0 - Quilmes 5 (Caracas)
1970 Chile 3 - Godoy Cruz 4 (Temuco)
1973 Perú 1 - Rosario Central 2 (Lima)
1976 Perú 1 - Talleres de Córdoba 2 (Lima)
1977 Talleres de Córdoba 1 - Polonia 0 (Córdoba)
1977 San Martín de Tucumán 1 - Polonia 1 (Tucumán)
1977 Godoy Cruz 1 - Polonia 1 (Mendoza)
1980 Argentinos 2 - Hungría 2 (Buenos Aires)
1980 Ecuador 1 - Platense 4 (Quito)
1981 Deportivo Morón 2 - Cosmos 2 (Morón)
1981 Talleres de Córdoba 3 - Hungría 0 (Mar del Plata)
1981 Rosario Central 1 - Alemania Oriental 1 (Rosario)
1987 Deportivo Español 2 - Estados Unidos 2 (Seúl)
1988 Deportivo Armenio 1 - Kuwait 0 (Kuala Lumpur)
1988 Napoli 0 - Rosario Central 1 (Nápoles)
1994 San Martín de San Juan 1-Rusia 1 (3-2) (San Juan)
Por Elias Perugino (2007).
Fotos: Archivo El Grafico.