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Con sus goles ante Central, Walter Parodi revirtió los rumores de su partida y le dio un respiro a Independiente
Walter Parodi vive del gol. Con lo bueno y lo malo que ese destino provoca. Por ejemplo, que si no convierte cualquier hincha se anime a cuestionarlo. "No toca la pelota, viejo" (...) "Es incapaz de darle un pase al compañero" (...) "No tiene habilidad". O si ingresa en un segundo tiempo, con su equipo desorientado y derrotado, sea capaz de gritar dos veces y adueñarse otra vez de todos los elogios tribuneros. "Brindisi es un burro, ¿por qué no lo puso de entrada?" (...) "Fue goleador en todos los equipos que jugó y nosotros lo tenemos de suplente" (...) "Los dirigentes están locos, lo quieren vender a San Lorenzo".
Un goleador es alguien que vive en los extremos. Sí o no, blanco o negro, héroe o villano. Walter Parodi es uno de ellos, y lo sabe.
"No, para mí estos dos goles no son ninguna revancha, al contrario, me dan una gran alegría porque me siento útil para el equipo. Yo tengo la obligación de jugar lo mejor posible cuando el técnico decide que ingrese, no cuando yo quiera".
Afuera trata de encontrar en los conceptos lo que resulta imposible frente al arco: el equilibrio. "Los dos goles de esa noche frente a Central son un desahogo, una forma de sentir que puedo aportarle mucho al equipo. No soy de quejarme si no me ponen, llevo muchos años en esto y conozco cuáles son las reglas de juego, por eso no tengo bronca contra nadie".
Hay una historia reciente que involucra a este hombre. Viajó con su equipo a jugar a Japón, le fue bien, convirtió tres de los cinco goles de Independiente. Pero regresó a Buenos Aires y se encontró otra vez entre las dudas: que sería transferido a San Lorenzo, que Brindisi no lo quería. Finalmente, frente a Central, el técnico decidió incluirlo entre los suplentes. Cuarenta y cinco minutos muriéndose de frío en el banco, otros cuarenta y cinco calentando gargantas tribuneras. Destino de goleador. Héroe o villano.
"Este es un club muy exigente. No te podés resfriar porque perdés el puesto. En Español jugaba para cuatro puntos y al siguiente me ponían igual; acá es diferente. No sabés si jugás hasta el día anterior al partido. Es muy difícil de soportar eso, vivís con incertidumbre. Aunque reconozco que por otro lado esa competencia es buena, te hace esforzar muchísimo".
Walter Parodi, tal vez con un cabezazo y una media vuelta de derecha, haya asegurado el color de su camiseta por un buen tiempo más. Difícil ahora que lo dejen ir de Avellaneda hacia Boedo.
Aunque nada asegure que en una semana sus goles sean olvidados y él con ellos. Ideólogo y autor de una frase que debería identificar a cualquier goleador moderno: "Todo el equipo trabaja para que uno quede mano a mano con el arquero. Entonces no es justo desperdiciar las oportunidades". Héroe de una noche, villano -tal vez- de la siguiente. Un goleador es alguien que vive en los extremos. Parodi lo sabe.
Por GONZALO ABASCAL (1994).
Notas: DANIEL GALOTO
Fotos: FABIAN MAURI, ANTONIO LEGARRETA, ALEJANDRO DEL BOSCO.