Nota publicada en la edición de enero de 2013 de El Gráfico
Ramonín, como lo conocen por estos pagos, se engancha en la charla futbolera. Se advierte rápidamente su pasión y el compromiso con los conceptos que entrega. No responde por cumplir, lo hace para transmitir sus convicciones.
-¿Qué es lo mejor y lo peor de ser técnico de Primera?
-Yo soy un tipo muy tranquilo y tengo las cosas claras. Siempre dije que me puedo equivocar técnicamente como cualquiera, pero es más difícil que me equivoque a nivel de disciplina, de respeto, como persona. Y eso en el fútbol es fundamental: a los jugadores hay que irles con la verdad. Cuando agarro un plantel, me siento con ellos en la mitad de la cancha y les digo: “Miren, muchachos, estas son las reglas de juego”. Y arranco: el que no quiere ir al banco, conmigo no va a jugar; el que no quiere jugar en Reserva, conmigo no va a jugar. Si alguno no está de acuerdo, lo tiene que plantear ahí, lo mando a hablar con el presidente y que arreglen su salida. Esas son dos reglas fundamentales para mí. Me pasó con Archubi y tomé esa decisión. Hay momentos en los que los jugadores te están juzgando, y ahí el técnico debe ponerse firme. “La verdad, no sé si usted sabía mucho o no, pero era un tipo bárbaro, justo”, es lo mejor que pueden decir de uno un ex jugador. Después, futbolísticamente todos sabemos, cada uno tiene su gusto. Lo importante es ser claro con 4 o 5 conceptos básicos que existen desde hace 50 años y hoy siguen vigentes.
-Por ejemplo.
-La técnica, el equilibrio, hacer un equipo vertical, tener cambio de ritmo en la mitad de la cancha. Cuando uno consigue eso, seguro tiene un buen equipo. Soy un técnico un poquito chapado a la antigua, no creo que haya que hacer tantos ejercicios, porque el tema pasa por saber elegir jugadores y encontrarles el puesto. A mí eso me marcó mucho más que trabajar 4 horas por día.
-¿Quiénes lo marcaron?
-El mejor técnico que tuve fue el Gitano Juárez, en Newell’s. El Flaco Menotti recién empezaba y era su ayudante. El Gitano era salteño, se ponía a mascar hojas de coca, miraba las prácticas y te decía cosas. A mí me marcó con un par de conceptos. Yo jugaba de ocho. “Galleguito, cuando el 7 hace la diagonal, tenés que aparecer por afuera”, me decía. En España tuve al Toto Lorenzo y aprendí cosas muy distintas, por ejemplo lo bien que te describía el juego de los contrarios. Si vos me preguntás cómo me doy cuenta si un técnico es bueno o malo, te contesto: por cómo elige los jugadores.
-Uno lo ve a Luis Zubeldía tirándose al piso para ver cómo patean los jugadores, o diciendo que llega tres horas antes a las prácticas y parece exagerado.
-Yo trabajé tres años con Luis, y es real que llega unas horas antes, porque se encuentra con el profe, prepara la cancha, pero no hay para trabajar tres horas en un entrenamiento todos los días. Todo eso está bien, pero no serviría de nada si Luis no supiera elegir. Si vos me decís, ¿qué es lo más importante que hizo en Racing? Sin ninguna duda, poner a Vietto y Centurión, y con ellos hacer un equipo de transición rápida. Eso es lo más importante. ¿Te cuento algo que me pasó con el Flaco en Colombia?
-¿Con qué Flaco?
-Con Giovanni Moreno. Lo tuve en Atlético Nacional. Cuando llegué, jugaba de enganche. Le dije: “De enganche, usted patea 2 veces por partido y mete 3 goles. Usted es el mejor de todos, me tiene que ganar los partidos, juégueme de 9”. Porque para mí, mis jugadores son los mejores del mundo. Los tenés que tener ahí arriba. Igual, en este caso, el Flaco era el mejor del equipo, sin dudas. Giovanni me contestó que de 9 no le gustaba. “Mire, Flaco, a usted lo cagan a patadas, es el mejor de todos, sus compañeros no lo van a defender, yo menos, el único que lo va a proteger es el área, cerca del área no le van a pegar porque es penal o tiro libre”. Empezó a jugar ahí, cerca del área, metió como 17 goles y lo compró Racing. Cuando me fui de Nacional, me dijo: “Profesor, me quedó mucho cuando me dijo que me iba a proteger el área”. Ese tipo de cosas son las que quedan.
-¿Cómo era Menotti cuando recién empezaba, se notaba su potencial o era tímido?
-Hablaba, encima a los 4 meses, el Gitano tuvo un infarto y agarró como técnico, fue su primera experiencia. Menotti es el mejor, no tengo dudas. Por el convencimiento y lo claro que es con el jugador. Menotti cambió el fútbol argentino, fue el tipo que en la década del 70, cuando acá queríamos imitar a los europeos, se plantó y dijo: “El fútbol argentino es este”. Y a otra cosa. Lamentablemente acá se dejó de lado la experiencia. Vos vas a Inglaterra y España y hay técnicos veteranos que siguen dirigiendo, se rodean de gente joven para los trabajos de campo, sí, pero acá la experiencia se dejó de lado. Eso es malo. Yo estoy de acuerdo con tener técnicos jóvenes, pero acá se pasó de la raya para el otro lado. Basile fue a Racing y hubo periodistas que muy sueltos de cuerpo dijeron: “Está viejo Basile”. Entonces, qué, ¿Ferguson no puede dirigir más? ¿Del Bosque tampoco?
-Tampoco podría dirigir su ex compañero Luis Aragonés, que sacó campeón a España en la Euro 08...
-Claro, claro, yo estuve cinco años como jugador del Atlétido de Madrid y casi no jugué porque me tocó ser suplente de Luis. Yo tenía 22 años, venía de ser titular en Newell’s y en el Atlético me encontré con esa situación particular, porque el Atlético era Premium en esa época, pero me dejó una enseñanza para toda la vida y que trato de transmitírsela a los chicos. Yo jugué muy poco ahí porque el otro era mejor que yo, pero así y todo nunca regalé nada, me entrené como el mejor, me cuidé como el mejor, y lo tuve que aceptar. Es una edad muy difícil la del jugador de fútbol cuando es joven y muchas veces toma la decisión equivocada de irse. La mayoría dice: “No jugué porque el técnico no me ponía”; nunca dicen: “No jugué porque el otro era mejor” o “porque fui un boludo y no me entrené como correspondía”.
-Ramón, para cerrar, ¿cómo explica este presente espectacular de Lanús? Todos los días se inaugura algo nuevo....
-En Lanús los dirigentes son muy honestos, caminás por acá y ves al presidente, al tesorero, es todo muy transparente, sin dudas creció gracias a sus dirigentes y porque tuvo la suerte de vender jugadores a buena plata. Hay una apuesta en ese sentido. A las inferiores, a la pensión, ahí está la visión, porque el trabajo de inferiores es a ciegas, a veces hacés toda la apuesta y no te salen jugadores. Acá hacemos aquello bien y esto mejor y nos permite estar como estamos, por suerte.
Sí, por suerte el fútbol argentino sigue nutriéndose de viejos sabios como Ramón Armando Cabrero que van contra la corriente. A un costadito, silbando bajito, pero está.
PASO A PASO
- Nació en Santander, España, el 7 de noviembre de 1947. Tiene 65 años.
- Vino a los 4 años a la Argentina con su familia, buscando trabajo, tras la Segunda Guerra Mundial.
- Trabajó desde los 9 años en una fábrica metalúrgica; su madre limpiaba casas, y su padre era albañil.
- Debutó con 17 años en Lanús en 1965 y luego pasó a Newell’s Old Boys, donde tuvo a Menotti como DT debutante.
- Mediocampista central o por derecha, de buena técnica, le decían Calesita.
- A los 22 años lo compró el Atlético de Madrid y construyó una gran amistad con quien sería compadre, el Panadero Díaz.
- Al volver a España debió hacer el servicio militar, en tiempos de Franco.
- Cerró su campaña en la Argentina jugando en San Martín e Independiente Rivadavia, ambos de Mendoza.
- Arrancó como entrenador en Lanús y enseguida logró su primera gran proeza: ascender a Deportivo Italiano a la A por primera vez en su historia, tras superar en la final por penales a Huracán, que descendió también por primera vez en su historia (1986).
- En 1991 la barra de Colón lo apretó a punta de pistola y decidió alejarse del fútbol: se puso un negocio de ropa en el centro de Lanús.
- Se reincorporó en las inferiores de Racing, luego pasó a ocupar el mismo cargo en Lanús (2004) y en dupla con Luis Zubeldía asumieron como interinos del equipo de Primera tras la salida de Gorosito.
- En 2007 sacó a Lanús campeón por primera vez en su historia, luego dirigió a Nacional de Medellín y hoy está de regreso en Lanús con manager.
Por Diego Borinsky. Fotos: Hernán Pepe y Archivo El Gráfico