Su cara de ratón vive con una sonrisa milagrosamente pintada. Como si tuviera un hipo imposible de parar. Lejos, irremediablemente desvanecida en el tiempo, de aquella chiquilina hosca y desagradable que el público apenas soportaba por su portentoso arte jugando al tenis. Son los mismos que hoy corren tras ella buscando un autógrafo o, simplemente, tocarla. Los que la adoran aún perdiendo, en lugar de hacerle sentir la frialdad de un estadio sin ovaciones cuando asombraba con sus victorias adolescentes. Es que el 30 de abril de 1993, cuando la mente enferma del obrero metalúrgico alemán Gunther Parche clavó el cuchillo en su espalda, también lo hizo en el alma de la gente. Cambió su vida, reparó en lo siniestro de la muerte...
Me di cuenta de que debo vivir la vida, que todo es tan efímero que puede terminar de un momento a otro. Y lo que uno no hizo, ya no lo podrá hacer. Si ese cuchillo entraba diez centímetros más en mi cuerpo, todo esto maravilloso que vivo no lo podría estar disfrutando. Por eso no entiendo a la Justicia alemana que dejó a ese animal libre y apelé el fallo.
Porque estuve mal, realmente muy mal durante mucho tiempo. La recuperación física fue rápida, pero a nivel emocional (se toca la cabeza, mientras mezcla algunas palabras en castellano con algo de italiano y su inglés de acento duro, cerrado) me tomó mucho tiempo salir del trauma. Inclusive con una gran ayuda profesional y todo el cariño de mi familia, que siempre estuvo conmigo...
¿Qué sentías?
Dolor, impotencia, miedo a todo. A salir a la calle, al trato con la gente, me parecía que en cualquier momento la situación horrible que pasé podría volver a repetirse. Me encerré en Sarasota y deambulaba por la casa. Anduve aburrida, de mal humor, ociosa, aislada, silenciosa... Tenía una gran ansiedad, me comía todo y engordé como doce kilos. Todavía quedan algunos... (ahí lanza su risita penetrante y contagiosa).
No tenías ganas de volver a jugar...
Fue como una gran lucha interior. De pronto, me asaltaban ganas de volver al circuito inmediatamente, pero a la mañana siguiente me levantaba con las mismas dudas e incertidumbre. Fueron dos años horribles de mi vida. Sin embargo, siempre supe que volvería. El gran interrogante era "cuándo"…
Me dio mucho ánimo recibir la ciudadanía americana. Ahí empecé a sentirme mejor anímicamente y una mañana de noviembre del año pasado me puse a jugar con papá en la cancha de casa. De pronto, como si me hubiera enchufado y recibiera una descarga, sentí la pelota en la raqueta, el placer de pegarle... Enseguida me di cuenta de que estaba otra vez gozando del tenis.
Entre los tres guardias que la rodean, pasan manos con papeles que ella firma siempre con una sonrisa, mientras habla con la misma rapidez que anda por la cancha…
Entonces me dije: “Es hora de divertirme y de jugar gran tenis”. Pero es totalmente distinto que antes. Siento que lo hago por mí, por sentirme bien con mi deporte, sin importarme las presiones de los sponsors, de la gente o del ranking mundial... Es un placer que antes no sentía. Puedo reírme adentro de la cancha cuando antes tenía ganas de llorar.
¿Cómo hiciste para estar tan bien?
Nada. Me entrené como siempre con papá (Karolj, que siempre fue su coach) y, en realidad, no tenía ni idea de cómo me iba a encontrar en la competencia. Había visto por televisión algunos partidos en estos dos años, pero sin analizarlos mayormente. Pensé: "Si sigo siendo buena, me quedaré, y si no... Dios dirá..." Pero todo salió muy bien.
¿Encontraste alguna diferencia?
No. Creo que hay más chicas que juegan bien que antes, pero entre las mejores las cosas siguen igual. Con papá, lo único que tratamos fue de darles más ángulo a mis tiros y aprovechar más mi altura (creció tres centíme-tros en estos dos años largos) para el servicio. Después todo sigue igual, aunque sé que me falta más ritmo de competencia y bajar todavía algún par de kilos... (Su hipo-risa vuelve a perforar y sus ojos se achican hasta casi cerrarse).
Pero, igual, tu regreso revivió al tenis femenino.
El tenis femenino es capaz de sobrevivir sin Mónica Seles.
¿Y es capaz Mónica Seles de sobrevivir sin el tenis?
(risas) Creo que estamos mejor juntos que separados...
El milagro de vivir. Mónica Seles logró la mayor victoria a la que un ser humano puede aspirar.
LUIS A. HERNANDEZ Fotos. ADRIANA GROISMAN (1995)
Recuerde
• Nació en Novi Sad, Montenegro, aunque en aquel momento era República Federativa de Yugoslavia, el 2 de diciembre de 1973 • Recibió su ciudadanía norteamericana el 16 de marzo de 1994 • Actualmente vive en el Laurel Oak Estates and Country Club, de Sarasota, Florida, Estados Unidos de América.
• Ganó 8 campeonatos del Grand Siam Australia '91, '92, '93; Francia, '90, '91 y '92 y el U S. Open '91 y '92.
• Se convirtió en profesional el 13 de febrero de 1989 y llegó al N° 1 del mundo, por primera vez, el 11 de marzo de 1991, con lo cual logró ser el tenista, hombre o mujer, más joven de la historia en lograrlo. Tenía 17 años, 3 meses y 9 días.
• En el total de su carrera lleva cobrados 7.642.981 dólares, solamente en premios. Se impuso en 33 torneos oficiales del WTA Tour.
• Comenzó a jugar al tenis a los 7 años con si padre Karolj, quien siempre fue su entrenador.