La temporada en Perú finalizó a principios de noviembre: Universitario, uno de los clubes con más tradición en el fútbol incaico, se adueñó del Apertura y el Clausura, por lo que fue el campeón del año. En el quinto lugar, clasificado a la Sudamericana, finalizó Cusco FC, equipo conducido por Miguel Rondelli, quien hace casi cinco años dejó las inferiores de Vélez y se fue a iniciar su carrera en primera división lejos de Argentina, casi como un mochilero del deporte.
Su promisoria carrera como DT no es casualidad: siempre tuvo bien en claro que, por más que no llegara a la máxima categoría, el fútbol no se terminaba ahí y podría desarrollarse en actividades paralelas relacionadas. “No termina en ser jugador o no, para eso hay que estar tocado por la varita mágica; hay un montón de aristas que te pueden llevar, sabía que no tenía demasiadas virtudes, pero siempre me destacaban que era muy táctico, que entendía bien el juego. Como juvenil, pasé de Vélez a All Boys y después a General Lamadrid, ahí dije 'esto no es para mí'”, explica.
Terminó el secundario y fue a anotarse a la escuela de técnicos en AFA, pero no pudo por ser menor de 25 años. Para complementar su futura profesión, estudió el profesorado de informática. “Se veía que el fútbol se orientaba a esos programas, era una herramienta que me podía aportar cosas que no tenía. Dar clases me sirvió para pararme delante de un grupo y planificar ciertas tareas. El curso de técnico en Argentina es muy bueno, pero creo que se le da poco interés a la pedagogía y didáctica. Como formadores tenemos que generar que a los chicos les encante jugar al fútbol y guiarlos como personas”, subraya.
El deseo primario fue formarse como entrenador solamente para dirigir divisiones formativas y pasó a conducir planteles profesionales en Universidad Católica casi sin proponérselo. “El entrenador renunció de sorpresa y me pidieron una mano para dirigir los últimos cuatro partidos del año. Como ganamos tres partidos y empatamos uno, clasificamos a la Libertadores 2022 y nos propusieron continuar para llevar adelante un recambio de jugadores”, revela.
A principios de año se hizo cargo de Cusco FC (NdR: ex Real Garcilaso, cambió de nombre y de colores de camiseta). “Llegué acá por recomendación de Jorge Célico. Cuando hablé con la directiva, me dijeron los otros dos nombres que eran alternativas a mí y no tenían nada que ver con mi manera de jugar, habían llegado por representantes en común. Había que establecer las líneas del club. Tanto esta institución como Universidad Católica no se parecen en nada a los clubes del fútbol argentino. Tienen dueño, no presidente, son clubes chicos, no tienen socios que voten”, diferencia.
Aún con la buena campaña en territorio incaico, que le permitió soñar en algún momento con ganar la segunda etapa y superó todas las expectativas, remarca las desemejanzas de la Liga 1 con la Primera División argentina: “Termina el año y todos los planteles se desarman. Salvo los grandes, no tienen continuidad los planteles, por lo que si querés aspirar a algo es complicado”.
Vasto conocedor de la situación de las formativas en tres de los países destacados de Sudamérica, critica el modelo que se usan muchas instituciones del fútbol peruano: “A nosotros nos toca estar en Cusco y la competencia no es buena, juegan todas escuelitas de fútbol. Después pasan cosas como que Unión Comercio licenció a todo el plantel, ya descendido, y se comió 12 con Sporting Cristal y siete con Cienciano. Yo sé que si juega la reserva de Vélez contra la primera de Boca va a perder, pero no se va a comer 12 goles. Hay equipos que no cumplen con la infraestructura ni proyecto, pero contratan jugadores y viven año a año. No se preocupan por formar”.
Con 46 años, disfruta su presente en Perú, donde continuará más tiempo: ya renovó hasta fines de 2026 y se siente a gusto. Para el futuro, sabe en los clubes que le gustaría entrenar. “Quiero dirigir Vélez o Huracán, soy del Globo pero ver al Fortín con todos los jugadores que van surgiendo, que conozco de chicos, me gusta. Me gusta el fútbol bien jugado; me identifico con Menotti, Cappa y Heinze. Cuando uno juega mejor, tiene más chances de ganar. Mi liderazgo parte desde el conocimiento: cuando el jugador cree en vos, entrega todo. A mí me gusta convencer y explicar los porqué”, asegura.
Imagen de Portada: Edición (Cusco FC)