Lamine Yamal, la estrella que ilumina el barrio de Rocafonda
El español, convertido en el jugador más joven en debutar en la Eurocopa, buscará la gloria máxima en la final ante Inglaterra.
CADA VEZ que marca un gol, Lamine Yamal suele hacer con sus manos el 304. Es parte del código postal del modesto barrio catalán donde pasó parte de su infancia, Rocafonda, muy ilusionado ahora con su éxito y por protagonizar, al fin, buenas noticias.
Todavía no es mediodía y el trajín es constante en el bar El Cordobés de Mataró. En este pequeño local situado en el corazón del barrio de Rocafonda aún no ha bajado la emoción desde que Lamine Yamal, aquel niño que solía venir con su padre antes de ir a entrenar con los niños de Barcelona, marcara el sublime gol contra Francia que ayudó a meter a España en la final de la Eurocopa.
Aquí hace mucho tiempo que sabían que era diferente, pero nadie podía prever que a unos días de cumplir los 17 años se convertiría en el futbolista más joven en marcar en una Eurocopa.
"Sabíamos que iba a jugar con el primer equipo [del Barça], seguro", explica orgulloso el dueño del bar, Juan Carlos Serrano. "Pero no la proyección que está teniendo ahora", agrega esbozando una sonrisa.
Frente a él, enmarcada, está la camiseta del Barça firmada por Lamine que su padre quiso regalarle por su apoyo durante aquella época de viajes en tren que se extendió hasta que el joven ingresó en La Masía, el famoso centro de formación del club catalán.
El día del regalo fue la última vez que Lamine Yamal vino a El Cordobés, pero no a este barrio de Mataró, una ciudad costera de casi 130.000 habitantes, a unos 30 km al norte de Barcelona, donde pasó parte de su infancia y muchos muestran orgullosos sus fotos con él.
Orgulloso
Tras la separación de sus padres, Lamine Yamal residió entre la cercana Granollers y Mataró. Pero las constantes visitas a su abuela, que llegó desde Marruecos hace décadas y sigue viviendo en el barrio de Rocafonda, y a su familia mantuvieron su profunda conexión con estas calles.
Su padre es hoy una celebridad en el barrio. Recién llegado de Alemania, donde asistió a la semifinal, sus vecinos se agolpan para felicitarle y comentar el impresionante gol de su hijo, que él aún se emociona al recordar.
"Lo viví en el estadio, como cualquier aficionado español, volviéndome loco", cuenta exultante Mounir Nasraoui, en la puerta de El Cordobés.
En pocos días regresará a Alemania con la esperanza de darle una doble felicitación a su hijo: por su 17 cumpleaños, que es el sábado, y por la victoria en la Eurocopa.
"Como padre estoy orgulloso, contento y feliz", confiesa agradeciendo todas las atenciones a sus vecinos. "Este es un barrio digno de ser de Lamine Yamal", añade.
Estrella
A unas calles de allí, el fuerte sol no disuade a los niños de jugar al fútbol en una cancha municipal donde Lamine Yamal pasaba horas de pequeño. Todos quieren ser como él en este barrio al que él atrae los focos cada vez que cruza sus manos para hacer el 304.
"La gente está emocionada con el tema de Lamine Yamal porque nunca ha pasado esto aquí", explica Mamadou Sow, un joven de 32 años que trabaja en la restauración. "Esto hace que los chavales tengan más ganas para los deportes, para hacer cosas", agrega mientras subraya su alegría de ver "por fin" su barrio salir en la televisión por noticias positivas. "Es ilusionante", apunta.
La vida no siempre es fácil entre estos bloques de viviendas de las afueras de Mataró, de código postal 08304, con fuerte presencia de población inmigrante y un nivel de renta menor que otras zonas más acomodadas.
"Siempre hemos tenido muy mala fama, por delitos o cosas, y la verdad que una persona así, tan importante, esté enfocando el barrio de otra manera para nosotros es superpositivo", indica de su lado Rocío Escandell, presidenta de la Asociación de Vecinos de Rocafonda.
Pese a su juventud, el efecto Lamine no es nuevo para el barrio. Frente a los campos de fútbol, en la panadería que antes regentaba su tío, luce pintado desde hace tiempo un graffiti en el que se ve a Lamine con la camiseta del Barça y cruzando los dedos para hacer el famoso 304.
Jauad Darraz, el nuevo propietario, está reformando el local para abrir próximamente un bar. Pero hay cosas que no piensa modificar.
"Cambiamos todo, menos la foto", indica en referencia a la pintura. "Esta me gusta, porque Lamine Yamal es del barrio, (...) Tenemos una estrella aquí", añade sonriente.
AFP