Omar Palma, en primera persona
Fallecido el pasado 8 de octubre, el número 10 fue el futbolista que más títulos ganó en el profesionalismo con Rosario Central: Nacional 80, el ascenso a la A en 1985, Primera División 1986-87 y la Conmebol 95.
NACÍ EN CHACO, en el pueblo Campo Largo, pero a los ocho años ya me había mudado a Rosario. Como mi papá, Gerónimo, no tenía muchas posibilidades de trabajo, decidió trasladar a la familia a una ciudad en la que, además, vivían nuestros parientes.
CRECÍ EN ARROYITO y jugaba a la pelota en la villa. El ambiente era difícil, aunque había gente buena y trabajadora. Lo peor que podía pasar en esa época era que te peguen unas piñas y te rompan la nariz o te dejen un ojo morado. Hoy, la realidad es distinta.
MI VIEJO NO SABÍA sobre fútbol, pero algo me vio mientras jugaba al baby, 7 contra 7, en barrio Sarmiento y me llevó a Central. Yo era pícaro, siempre estaba adelantado a la jugada y sabía dónde podía gambetear.
A LOS 10 AÑOS, ya empecé a querer mucho a Central. Además de jugar en el club, iba a la vieja cancha para ver los entrenamientos de la Reserva y de la Primera después de haber ido al colegio. Césped no había, el campo de juego era de tierra. Yo me ponía ahí y alcanzaba las pelotas que se iban a la tribuna.
FUE DIFÍCIL LLEGAR a Primera. Tras haber pasado por Novena, arranqué casi siempre desde el banco de los suplentes en las inferiores. Por eso, hubo un tiempo en el que quise dejar el fútbol. Encima, mis viejos me tenían que dar plata y yo no sabía si les quedaba para ellos. Pero seguí jugando mientras trabajaba. Hasta los 18 años lo hice en un taller pintando carteles. También trabajé como plomero y gasista. ¿Cómo empecé a jugar? Marcelo Pagani armó una Cuarta “C” con los chicos rezagados. A mí no me ponían porque era bajito. Como salimos campeones con esa categoría, no me dejaron más afuera.
DEBUTE EN PRIMERA en la cancha de Boca, el 21 de octubre de 1979. Recuerdo que entré por Rodolfo Rodríguez y que el técnico era Angel Zof. Ese equipo era la sinfónica de Central, tenía jugadores de muy buen pie. Perdimos 2-1, pero yo metí el gol.
“TOME PIBE, JUEGUE”. Eso fue lo que me dijo Don Angel en mis comienzos. Cuando faltaban seis o siete partidos para el final del Nacional 1980, me tiró la responsabilidad para ver cómo me defendía en ese equipazo y nos fue muy bien: salimos campeones.
HAY UN CONCEPTO equivocado. Todos creen que yo hacía jugar a mis compañeros en el Nacional 1980 y fue al revés. Entré en un equipo armado, con futbolistas de experiencia, y jugué de maravilla. Mis compañeros me dieron confianza y yo me sentía como si tuviera 30 años, pero en realidad era un pibe que los seguía.
CUANDO VENÍS DESDE abajo y jugás en Primera, te encontrás con muchas cosas de golpe y se complica. Por suerte, mi familia y mis amigos siempre me tuvieron cortito. Por ejemplo: a los 14 o 15 años no me dejaban jugar los torneos relámpagos por plata en la villa. Como ya estaba en Central, no querían que los más grandes me golpearan o me lesionaran. Pero me podía ganar ¡mil pesos! En ese momento, para mí era muchísima plata. En fin, me aconsejaron bien.
ERA UN REBELDE. Al principio de mi carrera, no me gustaba algo y mandaba todo a la m… Y estaba equivocado… En ese momento, los referentes del plantel me guiaron. “¿Vos querés vivir del fútbol?”, me preguntaron. Entonces, me dijeron que no podía llegar tarde a entrenarme, que me debía cuidar… Ellos me encaminaron, al igual que mi familia y mis amigos.
SIEMPRE HICE GOLES en partidos que definían un título. Le convertí a Racing de Córdoba para ganar el Nacional 1980, a Villa Dálmine para conseguir el ascenso a la A en 1985, a Temperley para ganar la temporada 1986-87, a Atlético Mineiro para quedarnos con la Conmebol 95. ¿Cuál es el secreto? No lo sé, ligué, me tocaron con la varita mágica. Fue una casualidad. Lo que no era una casualidad es que yo era un futbolista de partidos importantes, nunca le tuve miedo a ningún equipo. Siempre jugué con mentalidad positiva.
DON ANGEL ZOF merece un gran homenaje en vida, y Central se lo debería hacer. Porque si se le va a colocar su nombre a una tribuna del Gigante, estaría bueno que él lo viera. Fue un maestro en todo. De mis cuatro títulos en el club, él dirigió al equipo en tres. Cuando me veía, sabía cómo me sentía, si podíamos hablar o no. El me aconsejó muy bien… “Palmita, usted tiene que hacer tal cosa y tal otra”, recuerdo.
ME FUI A RIVER en 1987 porque Central me tenía que vender, el club necesitaba la plata. Yo me quería quedar para jugar la Copa Libertadores, y creo que, si no me iba, la ganábamos. Porque soy un tipo ganador.
SOY UN AGRADECIDO también por haber jugado en River en 1987-89. Cuando llegué, el club venía de ser campeón de América y del mundo, y había muy buenos jugadores en el plantel. Se me hizo difícil adaptarme. Igual, cuando le ganamos a Boca en la cancha de Vélez en junio de 1989, pagué la deuda que tenía con la gente.
JUGUÉ DE 5, de 8, pero soy número 10. Era calentón y talentoso. Tenía mucha precisión para pegarle a la pelota. Si la quería poner en tal lugar, sabía cómo hacerlo. Pero también tenía mucho sacrificio, algo que muchos talentosos no tienen. Y llegué a jugar bien hasta los 40 años porque me topé con la camada del Petaco Carbonari, el Kily González y Vitamina Sánchez que me hizo sentir muy bien. Yo los veía correr y me contagiaba.
VALORO LOS CUATRO títulos que obtuve en Central: Nacional 80, el ascenso a la A en 1985, la temporada 1986-87 y la Conmebol 95. Si bien en el 87 fui campeón, goleador y el mejor jugador, la Copa que ganamos en el 95 fue una locura. Levantamos un 4-0 tras el partido de ida de la final. ¡Terrible!
PUDE TRIUNFAR gracias a que quise ser alguien y al apoyo que recibí de mi familia. Más que como jugador, Central me formó como persona. Eso no tiene precio.
ME RETIRÉ a los 40 años porque quise. Ninguno sabía que terminaba mi carrera en junio de 1998. “Hasta acá llegué”, dije. Quizás podría haber seguido algunos años más, aunque me quería retirar en buen nivel.
MARQUÉ ALGO DISTINTO en Central, no sé si por mi forma de jugar o por qué. Tal vez por eso mi nombre se asocia al buen fútbol del club. A mí me vio jugar gente de casi todas las edades. “Lo que jugaba el Negro Palma”, todavía dicen. Lo que hice quedó grabado porque siempre me esforzaba para el equipo y era ganador, tenía un amor propio bárbaro. ¿Cuánto valdría mi pase hoy? ¡Uf! Creo que mucho. Yo tendría que haber nacido en esta época (risas).
MI CUENTA PENDIENTE es la Selección. Yo quería jugar para Argentina. Creo que merecía una oportunidad para ser convocado en la década del 80, porque tenía el nivel para hacerlo.
ADEMÁS, EN CENTRAL, coordiné y dirigí a las inferiores, y entrené a la Primera durante un corto período en la B Nacional. Por esas cuestiones políticas que tiene el club, no completé los cinco años que me había planteado con los juveniles. Sólo estuve tres y me tuve que ir. Lo que más contento me pone es que la mayoría de los chicos que preparamos llegaron a la Primera. Me gustó estar cerca de los pibes, conocer sus necesidades y las del club. Por ejemplo, las tres pretemporadas que hicimos en Córdoba las pagué de mi bolsillo. Si lo tuviera que afrontar otra vez, lo haría.
HOY NO TRABAJO en el club y no me molesta. Sé que hice las cosas bien como para trabajar toda mi vida en Central, y no solamente como técnico de la Primera. ¿Si me gustaría ser presidente de la institución? Por ahora no tengo intenciones, porque extraño estar adentro de una cancha, en mi caso dirigiendo.
¿CÓMO JUEGAN mis equipos? De manera ofensiva. Quiero laterales que pasen al ataque, volantes que vayan para adelante y que jueguen, porque los equipos que muestran un buen fútbol tendrán mucho más para ganar que para perder.
PRESIDÍ LA COMUNA de Ibarlucea de 2005 a 2009. La experiencia fue tan buena que si me vienen a buscar para volver a realizar esa tarea, lo pensaría porque yo vivo en ese pueblo y uno apunta a superarse. Aún tenemos muchas necesidades. Cuando ocupé el cargo, me propuse mejorar en lo referido a la salud, tener una ambulancia acorde para la población, agua potable, un colectivo para llevar a los chicos a la escuela, maquinarias para la comuna… Y lo logramos gracias al trabajo en conjunto y al apoyo que recibimos del gobierno argentino, que Néstor Kirchner conducía en ese momento, porque nos ayudó mucho.
EL FÚTBOL es un deporte hermoso que hay que tomarlo con seriedad. Los hinchas hacen un esfuerzo muy grande por seguir a sus equipos, y el jugador debe ser un buen profesional. Es decir: tiene que entrenarse y cuidarse de manera responsable. Eso es lo que aprendí y lo que me dejó esta profesión.
Nota publicada en la edición de Agosto de 2014 de El Gráfico
Por Darío Gurevich. Fotos: Héctor Río y Archivo El Gráfico