Primeros segundos de fama
Si bien no pudo ganar aquella recordada final de la Copa Intercontinental ante Juventus en 1985, Argentinos Juniors quedó en la historia. A 20 años de ese partido, varios referentes se juntaron para recordarla.
![](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/87/73/8773bde98d5eeea5b0aa76ee59a09b84c86ae2f4.jpg)
Satisfaccion, bronca, orgullo, tristeza, alegría, melancolía… Sensaciones contradictorias y, en teoría, incompatibles que, sin embargo, se mezclan en el cuerpo, en la cabeza, en el alma de los siete ex jugadores de Argentinos que se juntaron en el Diego A. Maradona para revivir la Copa Intercontinental que disputaron frente a la Juventus hace veinte años. Muchas emociones y recuerdos se confunden en los protagonistas que estuvieron aquel 8 de diciembre en Tokio, pero se distingue una convicción: la de saber que no se traicionó una manera de entender el fútbol y que, precisamente por eso, y a pesar del empate 2-2 y la derrota por penales, ése sería considerado uno de los mejores equipos de la historia.
UN ESTILO
Cada vez que se habla de aquel conjunto se enumeran sus resultados: el Metro del 84 y el Nacional y la Libertadores del 85. Pero no deja de ser curioso que se remarque más esa final frente a la Juve que cualquiera de los otros tres hitos. “Se lo recuerda así porque fue un gran partido de todo el equipo. También porque el rival era lo máximo en el mundo y porque nos encontró a todos en un día en el que nos habíamos levantado bien. Por eso, aunque tuvimos varios partidos en un gran nivel, puede decirse que la final del mundo fue el mejor”, opina Adrián Domenech, el capitán del Argentinos que deleitaba a hinchas propios y a otros que, aunque se reconocieran en otros colores, incluso el marrón y blanco, se identificaban con el fútbol que jugaba aquel equipo inolvidable.
Quique Vidallé, que le atajó el tercer penal de la serie definitoria a Michael Laudrup, más allá de que no alcanzó, tiene otra versión de las razones que llevaron a que el partido quedara grabado en la retina de todo el que lo haya visto: “Lo que pasa es que, según se decía en ese tiempo, jugábamos contra el mejor equipo europeo de los últimos diez años, y nosotros fuimos el mejor equipo de América en la década también. Entonces ¿qué partido podía salir? Uno espectacular, con cuatro goles, otros anulados, alargue, penales…”.
![Imagen Con la libertadores que los llevó a Tokio posan el Pepe Castro, Ereros, Yudica, Corsi, Lemme, Vidallé y Domenech.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/0b/2d/0b2d01b60543dc6ce7d50e0bd08ffeed9d6cea62.jpg)
Además, cómo no iba a hacer historia por sí misma esa final, si todas las expectativas que se habían generado en torno de los dos jugadores por los que pasaría primordialmente el fútbol se cumplirían. Bah, en realidad casi todas. El Bichi Borghi dejó sus eternas rabonas dentro de las cámaras de los medios japoneses que le habían reclamado, traductora mediante, en el aeropuerto y sin pelota, que demostrara cómo le pegaba “con el pie derecho pasándolo por atrás de la pierna izquierda”. Y tampoco Platini pudo subir al avión ni una de las sucesiones de gambetas que dejaban atrás a varios rivales. Faltaron esas dos únicas virtudes de las muchas que tenía cada uno, pero el talento estuvo. “Por momentos te dabas cuenta de que estabas siendo protagonista de un partidazo. Lo disfrutabas. Nosotros disfrutábamos de Platini y supongo que los tanos habrán disfrutado de Borghi”, cuenta el Pepe Castro, wing derecho y autor del segundo gol del Bicho.
La misma lógica que hizo que aquel partido no pudiera olvidarse, ésa que privilegia el buen juego por sobre los meros resultados (es que en general detrás del buen juego vienen los buenos resultados), es la que imperaba en el seno del plantel. Carlos Ereros, que abrió el marcador en aquella tarde japonesa, explica que “era todo sencillo y no había grandes misterios. El equipo lo decías de memoria y tratábamos de plasmar en la cancha una forma de sentir el fútbol. No éramos un plantel como para salir a defenderse ni como para poner un jugador que anulara a Platini. Dependíamos más de nuestro rendimiento que de intentar contrarrestar al rival. Siempre lo habíamos hecho así y nos había ido bien. Por eso no teníamos por qué cambiar, aunque fuera una final del mundo”. Domenech se suma y agrega: “Respetamos a muerte ese estilo. Y si nos tocaba perder íbamos a perder con la nuestra, que era lo que verdaderamente sabíamos hacer. Y en eso fue fundamental la conducción de José (Yudica), porque uno ahora lo puede decir y es fácil, pero había que estar en ese momento y tener la claridad conceptual como para seguir manteniendo el estilo que nos distinguía”. Pero el DT de entonces interviene un poco por modestia y otro poco por convencimiento: “A mí me tocaba llevar la carga de la organización, la de liderar un poco el grupo, pero lo más importante lo hicieron ellos. Además había una forma de pensar en común, con los técnicos que habían pasado anteriormente (Angel Labruna y Roberto Saporiti). Aunque pudiéramos tener algún matiz, la esencia era la misma: tratar bien la pelota. Pero eso lo podíamos hacer porque se habían juntado diez, doce muchachos que sabían de qué se trataba esto. Porque vos le podés pedir al que sabe”.
MÁS FUTBOL QUE BILLETES
La diferencia económica de uno y otro club era evidente. Uno, un equipo chico de Argentina. El otro, uno grande de Italia. El Pepe Castro lo ilustra con un par de anécdotas: “Nosotros habíamos llegado un día antes que el plantel de la Juve y nos alojamos en el mismo hotel, el Prince, y cuando los italianos bajaban del micro veíamos que traían bolsos Louis Vuitton, que valen una fortuna, y un tipo para que les llevara el equipaje; mientras que nosotros teníamos los Adidas rojos que nos habían dado en Argentinos y, obvio, cada uno cargaba con su valija. Después, el día del partido, cuando salimos a calentar, ellos tenían un masajista por cada pierna, más o menos”.
![Imagen José Yudica, el DT de aquel Argentinos que también quedó pintado en la memoria de todos los hinchas del fútbol, completa el cuadro.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/1a/ed/1aed3a28d3fe2cb30daf187a13e1b30bef586347.jpg)
“Estaba claro que nos subestimaban –cuenta el cabezón Miguel Angel Lemme–. Nos trataban como si fuéramos un equipito de barrio… y éramos un equipito de barrio, pero ahí dejamos el sello. En realidad dentro del campo fueron once contra once”. Porque, como asegura Ereros, nada valdría más que lo que hicieran en la cancha: “Nosotros llegábamos como punto, porque ellos eran como una selección de Italia reforzada por Platini y Laudrup, pero fuimos a pelearles de igual a igual porque futbolísticamente no le teníamos miedo a ningún rival. Es más, el día del partido yo estaba tan tranquilo que ahí sí sentí miedo. Entonces me acerqué al doctor Avanzi y le pregunté: ¿En serio estamos por jugar la final del mundo? Yo me siento como si enfrente estuviera Temperley. En serio, recién con los años me dí cuenta dónde estuve parado”.
TAN LEJOS, TAN CERCA
Faltaban ocho minutos. ¡Nada más que ocho minutos! Ya había pasado el gol de Ereros, el penal de Olguín a Laudrup que Platini cambió por el 1-1, el derechazo del Pepe Castro que Tacconi no pudo contener, un par de goles anulados, y Tito Corsi que todavía estaba en el banco ya se veía dando la vuelta. “Pensé que el partido estaba ganado cuando íbamos 2 a 1 –recuerda–, pero después llegó ese gol de Laudrup, que lo hizo desde una posición imposible”. Lemme, que también fue suplente, aporta: “Desgraciadamente, esos cinco minutos que nos vimos en el podio y manejando el auto nos costaron muy caros”. Sin embargo, hay otros que no opinan lo mismo. Uno de ellos es el El Piojo Yudica: “A pesar de que todavía siento el sabor amargo de no haber traído la Copa, como si lo estuviera viviendo en este momento, yo nunca me reproché nada, porque tampoco es que perdimos en el juego. Nos empataron y después nos ganaron por penales, que ahí lamentablemente ellos fueron más efectivos”. El Pepe Castro le echa la culpa al destino, porque “se enfrentaron los dos mejores equipos del momento y hubiera sido injusto que uno le ganara al otro. Tenía que ser empate y fue empate”. Y Ereros sostiene: “Aunque el equipo se desesperó cuando estaba muy cerca del objetivo, nos empataron de la forma en que nos tenían que empatar: nos hicieron el gol porque un defensor nuestro se fue al ataque, algo natural en ese equipo”. En esa frase de Ereros se puede percibir nuevamente la hibridez de sensaciones: el orgullo por haber jugado de esa manera y la impotencia por lo poco que faltaba y por saber que ya no se podía hacer nada. La misma impotencia que debió haber sentido Domenech cuando Batista y Pavoni ya habían errado y Platini festejaba el último penal. “Me quedé en cuclillas en la mitad de la cancha –revive el capitán–. Es una imagen que todavía siguen pasando por televisión. Pensaba que era el final de un ciclo y estaba tranquilo porque habíamos representado dignamente un estilo y a un país. Pero también sentía una desazón terrible, porque uno siempre quiere ganar”.
![Imagen Los campeones de América se juntaron a dos décadas de la gesta histórica.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/8d/a5/8da534ac9d55d4ea29763bee70c96ecbf31098f2.jpg)
Sí ganar, pero no a cualquier precio. No, si había que desechar gran parte de la tradición que identificó a Argentinos durante tanto tiempo, no sólo en aquel dorado fragmento de la década del ochenta. “Me quedó la amargura, porque a nadie le gusta perder, pero me acuerdo de que cuando me consultaron en Ezeiza yo expliqué lo que sentía con un viejo latiguillo: ‘Perdimos con la frente bien alta’. Y después dije: ‘No es el resultado con el que hubiéramos querido volver, pero volvimos con las valijas llenas de fútbol’ ¡Y todavía lo creo ¿eh?!”, enfatiza, veinte años después, el Pepe Castro con el pecho inflado. Igual que lo debió tener para hacer la fuerza que le permitiera levantar ese equipaje, a la hora del regreso. Porque no jugaba en la Juventus, donde había asistentes que trasladaban los bultos. Y porque, si se trajeron todo el fútbol que hubo aquel día en Tokio, esas valijas habrán sido realmente muy pesadas.
![Imagen La pelota guía la mirada del Bichi. Laudrup y el resto no la desvían de su fútbol.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/6d/1b/6d1baff37468f6a59d337c2558c4fc2decef35c0.jpg)
![Imagen Argentinos enfrentó a Juventus por la Copa Intercontinental en una de las finales más apasionantes.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/17/b7/17b7d8a7e463479f357a47652ac2c6578f4627a7.jpg)
JUVENTUS 2 (4)
ARGENTINOS 2 (2)
JUVENTUS: Tacconi; Scirea (64' Pioli); Favero, Brio, Cabrini; Mauro (78’ Briaschi), Bonini, Manfredonia, Platini; Serena y Laudrup. DT: Giovanni Trappatoni.
ARGENTNOS: Vidallé; Villalba, Pavoni, Olguín, Domenech; Comisso (87’ Corsi), Batista, Videla; Castro, Borghi y Ereros (103’ Juan José López). DT: José Yudica.
GOLES: 55’ Ereros (A), 62’ Platini (J), de penal, 75’ Castro (A), 82’ Laudrup.
DETALLE: El partido terminó 2- 2 y se jugaron 30 minutos más sin alterar el resultado. La Copa se definió por penales y comenzó pateando Juventus. Ejecutaron: Brio, Olguín, Cabrini, Batista (atajado), Serena, López, Laudrup (atajado), Pavoni (atajado) y Platini. Estadio: Nacional de Tokio. Juez: Volker Roth (Alemania Federal). Jugado el 8/12/1985.
Morimos con la nuestra
Por Bichi Borghi
El símbolo del fútbol que respiraba ese Argentinos no se reprocha nada. “Error hubiera sido traicionar nuestro estilo”.
![Imagen Claudio Borghi.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/cf/fb/cffb27f2df2b8588e56e85de94037bfbc353e38a.jpg)
Fue el partido más importante que jugué con Argentinos. Yo creo que no es bueno ganar cueste lo que cueste. Algunos se quedarán con que “la Copa la tiene Juventus”, y es verdad, pero si se recuerda a ese equipo más que a otros campeones es justamente porque nunca se abandonaron los principios con los que se llegó hasta ahí. Era fácil poner dos o tres defensores más cuando íbamos 2 a 1, pero eso hubiese significado no morir con la nuestra.
De haber sido Boca o River el equipo argentino que jugó ese día, ese partido sería considerado el mejor de la historia del fútbol mundial.
La Juve era de los equipos más poderosos del mundo, y nosotros éramos respetados, pero localmente. Y salimos a atacarlos.
Platini declaró que yo era un pintor, capaz de hacer un buen dibujo, o de convertir mi pincel en una puñalada. Fue muy lindo.
Pero lo importante era el equipo. Teníamos un arquero que aunque no lucía, era muy seguro: Vidallé. Había un tipo que jugaba muy bien, como Olguín, y otro que te mataba, como el Chivo. Dos laterales que atacaban, como Domenech y Villalba. El mediocampo ni hablar. El Checho era el termómetro, el Nene corría lo que no corríamos el Panza Videla y yo, y el Panza era un talentoso. Adelante estaba yo, que jugaba como un nueve, pero no era nueve. Y dos punteros bien abiertos, como en 1930. Pepe, hábil y goleador, y Ereros, que volaba más rápido que la pelota.
Perdimos por no cuidarnos más de la cuenta, pero eso no fue un error. Error hubiera sido traicionar nuestro estilo.
Yo soy de Racing, aunque a esta altura me siento más hincha del Bicho. Para mí, Argentinos siempre está. Y uno guarda la esperanza de volver.
Por Pablo Lechuga y Nacho Levy
Fotos: Jorge Dominelli.