El día que Estudiantes aplaudió a su rival
San Lorenzo le ganó una final peleadísima al Pincha en el Metro del 68. Fue en tiempo suplementario y los de Zubeldía sorprendieron a todos cuando se pararon en mitad de la cancha y aplaudieron al campeón. Pero no todo lo que reluce es oro.
Ardía el Monumental de Núñez aquel domingazo 4 de agosto. Se definía el Metro 68 y los titanes del fútbol eran San Lorenzo y Estudiantes. Comesaña, secundado por Goicoechea y Nimo, impartía la justicia. Por lo menos así lo cuentan las reseñas.
¡Qué jugadores! Calics siempre arriba, como la espumita. Veglio peleando todas, hasta las utópicas. Rosl, con guitarra, charango y bombo, marcando el ritmo de la defensa y cantando “No pasarán”. Villar, dueño del monumento a la marca personal. Fischer gruñendo como lobo hambriento. Del otro lado Poletti tapando mediogoles. Malbernat pisoteando con arrogancia la bandera de la rendición. Pachamé sacando dos pulmones extra, de 500 centímetros cúbicos. Conigliaro echando espuma y con la lanza en la mano. Madero cortando una por una, hasta que no quedara ninguna.
Primero, el zurdazo de la Bruja Verón dejó a Buticce tan convencido de la existencia de los ovnis como a Fabio Zerpa. Pero al iniciarse el segundo tiempo, Veglio aplicó la ley del talión y empardó la final. Recién en el suplementario Fischer aulló el campeonato, también de zurda y desde 40 metros. Ganó San Lorenzo y festejó a lo loco. Palito Ortega –sí el fana de River– entró a la cancha y se abrazó con Albrecht: cosa de tucumanos. Y pasó algo de otra galaxia. Estudiantes se juntó en el círculo central y aplaudió al campeón. Ahí estaban los chicos malos, los ventajeros, transpirados, muertos de pena, pero dando doctorado en fair play. Eran hienas y pitones convertidos en Lassies e Hijitus. La prensa habló de la dignidad de los pincharratas, aplaudió la caballerosidad deportiva.
¿Acaso los maestros en artimañas decidieron cambiar el libreto? “¡No! Ja, ja, ja. No fue así”, asegura hoy Cacho Malbernat. “Lo que pasó fue que Rosl, el 3 de San Lorenzo y tripero de corazón, tenía abajo la camiseta de Gimnasia de La Plata. Y para que no la muestre, lo primereamos. La gente aplaudió nuestro gesto y no daba para cargarnos.”
Un ejemplo de viveza platense. Nunca, nunca subestimen a los muchachos de Zubeldía.
Texto de Daniel Balmaceda (2001).