El día de los 44 penales
En 1988 la AFA dispuso que los partidos igualados se desempataran por penales. Argentinos y Racing entraron en la historia: patearon durante 45 minutos. Ganaron los de La Paternal, 20 a 19.
A Racing le picó un bicho a doce pasos
Fue el año de Riverito: mil novecientos ochenta y ochooooooooooo. El 20 de noviembre hacía frío. No era como para prender estufas, pero estaba fresco pa’ chomba. De todas maneras, el calor de las tribunas populares de Ferro mejoraba la sensación térmica de Caballito. Argentinos, de local, recibía a Racing, el puntero. Sí, señor: como tantas veces en los últimos 35 años, Racing soñaba. Pero usted, como el grande de Firulete, se preguntará: ¿qué pasoooooooó? Fue un partido normal, con dos goles y dos expulsados (Rubén Paz y Fernando Redondo, que se agredieron) en el primer tiempo, más dos goles en el segundo. Fue empate, en ese torneo se desempataba por penales. Así que cuando el árbitro Carlos Espósito pitó se armaron las listas de cinco pateadores por equipo y comenzó el show de los fusilamientos. Walter Fernández, travesaño. Dertycia, afuera. Los dos empezaron con el pie izquierdo, que no es lo mismo que decir “con la zurda”.
Pero después pasó lo increíble. Patearon los otros nueve jugadores de cada equipo, incluidos los arqueros, y todos embocaron. Hubo segunda vuelta. Cuando iban 15 a 15, Goyén le atajó el tiro a Chupete Vásquez. “Menos mal”, habrá pensado el juez de línea Abel Gnecco, quien ya empezaba a sentir el fresquito. Sólo faltaba que Ereros emboque, pero Balerio alcanzó a tocarla con el pie y dejó todo como al comienzo. Y los muchachos siguieron embocando uno tras otro. La noche se venía y empezó la tercera vuelta. Argentinos y Racing empataban 19 a 19, le llegó el turno al Panza Videla, pero Goyén dijo basta y lo atajó. Adentro de un cubito, Gnecco imploraba que Gaspari no fallara. Su prédica tuvo efecto, nada pudo hacer Balerio y Argentinos ganó, por 20 penales a 19, el puntito del desempate.
Fue un partido de tres tiempos: los 45 del primer tiempo, los otros 45 del segundo y los 45 y chirolas que demandaron los 44 penales que se ejecutaron. Con la última luz que quedaba, Argentinos festejó y la hinchada de Racing aplaudió a sus guerreros. Los técnicos, Veiga y Basile, se saludaron; Gnecco corrió al vestuario tiritando y el mundo siguió girando. Como una pelota.
Texto de Daniel Balmaceda (2001)