Las Entrevistas de El Gráfico
Martín Campaña, manos del Uruguay
Siguiendo la tradición de arqueros que cruzaron el charco y fueron campeones, como Carlos Goyén y Eduardo Pereyra, el Uno del Rojo fue uno de los pocos que estuvo al margen de los silbidos y se ilusiona con repetir los éxitos de sus compatriotas. Aquí, su historia.
No larga el termo y el mate ni para la producción de fotos, un clásico de nuestros vecinos.
Al Rojo, equipo copero si los hay, ya lo seguía desde su infancia. “El fútbol argentino para nosotros es tan importante como el uruguayo”, comenta. “Además, juegan muchos uruguayos. Admiramos la pasión que sienten por el fútbol, con la gran cantidad de gente que va a las canchas. Eso nos llama la atención en nuestro país”, comenta. Familiero desde siempre, en su adolescencia le costó irse a vivir solo a Montevideo para probar en inferiores. Extrañaba a sus padres: los consejos de Nelson (“que más allá de no gustarle el puesto siempre me bancó”), la compañía de su mamá -Marisol Delgado- y las charlas con sus hermanas, Yamila y Daiana. “Pero valió la pena. Fue hermoso debutar en Primera. Cuando se llega, se siente que se cumple un sueño. Después querés ir a la A; y después otra cosa, y así. A veces no sé si lo que vivo es real, porque las estadísticas indican que llegan muy pocos a Primera. Es lindo ver que el esfuerzo dio frutos, aunque es complicado. Cuando comencé, era soltero, pero había compañeros que no sabían si podían darle de comer a su familia porque cobrábamos salteado. Después, las cosas mejoraron, pero también la he pasado mal económicamente”, recuerda sobre sus inicios.
No solo se sueña con llegar a Primera y mantenerse. También se sueña con convertirse en figura y, de ser posible, en ídolo. Eso es lo que le pasa en este lado de Avellaneda. Es un sábado a la mañana y el equipo acaba de ganarle un amistoso a Chacarita. Faltan días para que continúe el postergado torneo de Primera y los dirigidos por Ariel Holan, el nuevo técnico, parecen cambiar la pobre imagen del verano. Los hinchas celebran el 4-0 sobre Chaca, pero no es menor que Campaña sigue bancando el arco. La espera para las fotos tras el partido se hace larga porque no lo dejan ni un segundo. Una adolescente que festeja su cumpleaños se le pone al lado para sacarse una selfie, un padre le entrega a su bebé de meses para fotografiarlo con él y un nene de no más de 10 años espera por otra foto. La escena se repite tanto que en minutos se vuelve ritual. Nadie pide ya un autógrafo. Aquello de “con afecto para…” es historia. Ahora todo es imagen. Campaña no le niega ese segundo eterno a ningún hincha. Cuando termina, accede a charlar con esta revista en un vestuario junto a la cancha, alejado del ruido que generan los seguidores del Rojo que vinieron a ver el partido y sobre todo a sus jugadores.
-¡Cómo te quieren!
-No tengo más que palabras de agradecimiento hacia la gente por el cariño que me da.
-¿Te reconocen por la calle?
-Hay hinchas de Independiente por todos lados y, sí, me saludan en la calle. Sabía que Independiente era grande. Veo que el club está creciendo, que se hacen las cosas muy bien. Cuando llegué, teníamos un vestuario viejo y hoy tenemos uno muy lindo. Tengo la ilusión de que jugadores, dirigentes e hinchas hagamos cosas lindas para el club.
Dice y se calla enseguida. Habla poco y en voz baja, como metido hacia adentro. Su tono de voz tiene cierto parecido con el de Enzo Francescoli. “Sé que no soy de transmitir lo que me pasa. Las cosas van más por dentro. Mi mamá sí se emociona mucho”, se describe y ejemplifica. Un allegado al plantel que lo conoce confía que Campaña es un tipazo pero que le cuestan mucho las entrevistas, que no es verborrágico como otros jugadores. Que sobre todo le cuestan las notas televisivas. Con los medios gráficos se suelta más, pero tampoco tanto. El lo confirmará: “No me gusta exponerme. Por eso trato de evitar a la prensa, pero en Independiente eso es casi imposible”. Sin embargo, siempre se mostrará amable.
-Llegás a un club muy identificado con los uruguayos. Acá fueron campeones arqueros como Carlos Goyén y Eduardo Pereyra…
-Tengo buena relación con Eduardo, que antes me daba los guantes porque representaba a una empresa de guantes. Me habló bien del club, me contó lo que significa. Hablamos seguido, pero ahora que estoy en Buenos Aires más que nada nos mandamos mensajes. Siempre con buena onda.
-¿Cómo te ves subido al podio de arqueros uruguayos de Independiente?
-No hay nada más lindo que jugar para ser campeón. Obviamente que es una responsabilidad y hay que estar a la altura. Estamos trabajando para pelear arriba. Vamos un poquito relegados en la tabla, pero pelearemos hasta el final, no solo por el campeonato, sino también para entrar a una Copa Libertadores. La ilusión está intacta.
AVELLANEDA, MATE Y FAMILIA
El año pasado, Independiente buscaba un arquero para renovarse. El Ruso Diego Rodríguez no atravesaba un buen momento con un sector de la hinchada, la situación se había vuelto problemática, y la llegada de Campaña marcaría el futuro de uno y de otro. Con sus actuaciones, el uruguayo se afirmó en el puesto, y Rodríguez quedó relegado hasta irse. Hoy está en Rosario Central. Cuando en la Sudamericana pasada Campaña atajó dos penales ante el Chapecoense en la definición desde los doce pasos, confirmó su identificación con la gente del Rojo, más allá de la eliminación. El también oriental Cebolla Rodríguez fue uno de los gestores de su llegada. Fue él quien lo recomendó por sus condiciones. “Me recibieron muy bien en el plantel. Hicimos una buena relación, sobre todo con el Cebolla, un tipo que siempre está de buen humor, con ganas de hacer cosas. Lástima que acá no le fue como quería. Ganó cosas en casi todos los clubes en los que estuvo. ¡Un fenómeno! Impresionante como tipo. Independiente le pidió referencias mías y habló muy bien de mí”, recuerda el hoy arquero titular.
En acción, despegado del piso, para salir. Reemplazó al Ruso Rodríguez en un momento caliente.
“Reconozco los valores de mi casa. Sigo dando importancia a esas cosas. Tengo recuerdos muy lindos. A veces no había para comprar botines nuevos y entonces se arreglaban los viejos. Tampoco me hacía mucho problema. Mis padres nos enseñaron a mí y a mis hermanas a valorar las cosas. El dinero que se gana, se cuida”, resume. Después recuerda: “Cuando debuté, ganaba 7000 pesos y cobraba salteado. O sea, hoy tengo un mejor pasar y lo disfruto, pero no soy de despilfarrar”.
Entre los gustos que se da está el de algunos viajes junto a Valentina, su pareja desde hace ocho años y actual estudiante universitaria. Hace poco conocieron Europa (“hice el pasaporte comunitario”) y poco antes viajaron a Playa del Carmen y a los Estados Unidos. Desde que se instaló en Buenos Aires, no deja de recorrer la ciudad y sus alrededores. “Es muy linda y grande para pasear. Tenés de todo para hacer. El otro día fui un poco más lejos, a conocer Tigre, y descubrí un mundo nuevo, muy lindo”, comenta. No deja de sorprenderlo, de todos modos, “el ritmo de vida, muy distinto al uruguayo” que tiene Buenos Aires. Y, claro, algo extraña. “Disfruto de lo que hago, pero no está bueno andar lejos de la familia, de los amigos, de los seres queridos. Es lo único feo. Pero el cariño de la gente compensa todo”.
Por ahora, el plan es seguir de a dos: se ríe cuando se le pregunta por el heredero: “¡Noooo! Es un tema del que siempre me hablan los chicos (por sus compañeros del plantel). Es que muchos ya tienen hijos y me preguntan para cuándo el ‘Campañita’. Y, no, todavía no”.
Si hay algo que lo acerca a su Uruguay es el mate. “No puede faltar. Con la banda tomamos mate todo el tiempo”, sonríe. A la mañana siempre, a la tarde a veces y a la noche algunos. Enseguida advierte: “Los argentinos toman más mate que los uruguayos. Dicen de nosotros, pero ustedes… hay algunos que a las 12 de la noche todavía están mateando”. El mate también estará en la sesión de fotos. Cuando ingresamos al césped del Libertadores de América, Campaña aparece con su equipo matero. No tendrá problemas en utilizarlo para cada imagen.
DE SELECCION
La titularidad en el seleccionado uruguayo es un objetivo por cumplir que no vive con urgencia. Debutó en la Sub 20 en el Mundial de 2009 y desde 2012 integra la mayor, como tercer arquero, bajo las órdenes del Maestro Tabárez, quien lo convocó para las Juegos Olímpicos de Londres. Tiene por delante a un titular indiscutido como Fernando Muslera y a Martín Silva.
-¿Cómo llevás el hecho de ser el tercer arquero del seleccionado?
-Llegar a la selección es lo máximo. Sé que hoy Muslera está muy bien y Silva, cada vez que le tocó atajar, estuvo a la altura. Pero estar en la selección es lo máximo que le puede pasar a uno como jugador. Al fin de cuentas, uno comparte vestuario con los mejores de su país. Es un sueño.
-¿Sos parte de la llamada “garra charrúa”?
-El que se formó es un grupo fantástico en el que todos queremos ganar siempre: Mundial, Copa América, Eliminatorias. Lo que sea, lo queremos ganar. Cada compañero hace que el otro se sienta muy bien. Se piensa muchísimo en el grupo más que en el individualismo. En esta selección uruguaya nos pasa a todos así. Los de afuera apoyamos a los que les toca jugar. La prueba es que cada pelota la jugamos como si fuese la última.
-¿Cuál es tu impresión sobre el fútbol uruguayo en líneas generales?
-Al fútbol uruguayo le falta conseguir cosas internacionalmente. Ha bajado un poco su nivel. Hay muchos equipos que no están bien: cuatro o cinco hicieron las cosas bien, pero muchos otros, no. Ojalá se pueda revertir la situación. Yo creo que se puede. En cuanto a selección, en cambio, se trabaja muy bien. Hay buenos jugadores y se ganaron cosas. La selección no es lo mismo que el fútbol uruguayo a nivel local.
Campaña no quiere decir de qué equipo es hincha. Cuando se le pregunta, se ríe y evade: “Me hice de Defensor Sporting por estar mucho en el club, pero antes había otro... Mejor no decirlo”. Y vuelve a reír mientras niega con la cabeza. Reconoce, en cambio, su admiración por el Real Madrid: “Siempre lo seguí. Históricamente”. Pero no va en detrimento del Barcelona: “Lo que hace desde la época de Guardiola es magnífico”, opina.
En uno de los arcos del Libertadores de América, donde se ganó el reconocimiento del hincha.
Admirador de su colega italiano Gianluigi Buffon, al despedirse ofrece que ante cualquier duda volvamos a llamarlo. Que no hay problema. “Total, tienen mi número de teléfono”, comenta. Y otra vez vuelve a ofrecer una sonrisa: “No sé cómo hacen, pero siempre consiguen los números de teléfono”.
Por Alejandro Duchini / Fotos: Maxi Didari
Nota publicada en la edición de abril de 2017 de El Gráfico