2007. Una Leona para el gol
Noel Barrionuevo fue la gran figura del Champions Trophy de 2007, se consagró goleadora del certamen, en esta nota cuenta sus inicios y presenta a toda su familia, ligada al hockey.
Esta como viviendo un cuento fantástico. En realidad toda su familia parece experimentar la sensación de que en la cotidianidad de esa casa de Martínez, se haya colado un elemento extraordinario. A esta situación podría comparársela con la de “Bestiario”, el relato de Julio Cortázar en el que la presencia de un tigre se percibe como lo más natural del mundo, incluso aunque clausure una parte de la vivienda a sus habitantes, según el lugar por el que se le ocurre andar. Eso sí, habría que marcar tres grandes diferencias: la primera es que en un caso, se trata de literatura; la segunda, es que el felino, en este caso una Leona, es una integrante de la familia; y la tercera, es que este extraño acontecimiento sí cambia por completo la rutina familiar, y con ello esquiva la definición de cuento fantástico.
Noel Barrionuevo ya había jugado y obtenido la medalla de oro en los Odesur del año pasado, además de haber participado del Mundial junior 2005, pero hasta este Champions Trophy, en el que Argentina consiguió el segundo puesto y disputó una final importante después de casi cinco años, ella todavía no había explotado, ni por sus arrastradas ni mediáticamente. “Es la primera vez que vienen a hacerle una nota y tantas fotos. Ella empezó a jugar empujada por sus hermanos más grandes”, explica Marta, la mamá de la Leona, que no puede dejar de utilizar el verbo “arrastrar” para referirse a la carrera de su hija, mientras busca apurada las camisetas de la Selección para la producción fotográfica. “Tengo tres hermanos mayores –Pablo, Carlos y Belén–. Ellos jugaban al hóckey, al fútbol, al tenis, al básquet, y yo tenía cuatro años, los seguía con mi palo que era más grande que yo y les gritaba ‘espérenme, espérenme’”, ilustra Noel con una imagen digna de la maestra jardinera que se está formando, y completa la historia de sus inicios: “Nunca hice otro deporte que no fuera hóckey. Arrancamos todos en Banade, porque está cerca de casa, después con Belén y Sol, que es la más chiquita, nos fuimos a jugar a Universidad de Belgrano hasta que se disolvió, y cuando estaba por pasar a Quinta División, con Sol, decidimos irnos a Ciudad de Buenos Aires, porque me parecía un club accesible, con buen nivel, cancha de sintético y, además, conocía a algunas chicas”.
En ese momento, el papá de Noel, Eduardo, víctima de la revolución que se cuela en su casa, baja desde la siesta en su habitación, reclamado por Belén para que saliera en la imagen con la camiseta que Jorge Lombi le regalara a su discípula. Justamente, fue en Muni donde Noel se cruzó con el máximo goleador de la Selección masculina, que fue quien más influyó para que hoy, la Leona de 22 años, pueda exhibir entre sus trofeos la plaqueta a la goleadora del Champions Trophy. Los cinco tantos que consiguió en el torneo llegaron de la misma manera: corner corto, arrastrada y festejo. “Desde mi primer entrenamiento en Ciudad, en el 2000, lo tuve a Jorge como entrenador. En ese momento él jugaba en la Selección y en el club. Lo conocía por lo que hacía en los dos equipos y también lo tenía por su famosa arrastrada. Era típico que incluso gente de afuera del hóckey lo conociera por eso. Fue muy importante en mi carrera porque me enseñó su técnica para ese golpe”, recuerda Noel, que hoy desempeña, en la selección femenina, el rol que hace unos años ocupaba su maestro en la masculina. Tanto fue que asumió ese papel que muchas veces, sus compañeras la cargan: “Siempre me dicen ‘Jorja, Jorja’. Y yo me río, no me molesta”.
Pero para hacerse cargo de la mayoría de los remates de córners cortos, y ponerse la camiseta celeste y blanca número 27, no sólo tuvo que pasar tiempo. Y tampoco fue un solo proceso...
“Fueron dos, uno duró hasta que terminé la etapa del junior, y después tuve un gran crecimiento. Yo seguía entrenándome igual que antes, pero mejoré un montón. Creo que además del desarrollo físico, lo más importante fue haberme focalizado y dedicarle muchas horas a la práctica de la arrastrada”, explica Noel los motivos de su progreso. Y termina en el mismo lugar que la mayor parte de los que opinan sobre sus virtudes. Debe ser por eso que “no es raro que siempre hablen de lo mismo. Me parece bastante normal que reduzcan mi juego a la arrastrada”. Es que en Argentina, desde Cecilia Rognoni no había una especialista en cortos, aunque la integrante de la nueva generación de la manada no lo entienda como un vacío llenado por ella.
Ahora Sol, que el año pasado dejó de salir a jugar en Ciudad, avisa que encontró un par de palos de los hermanos varones para ilustrar la producción. El único a la vista se halla en la parrilla del patio, pero no está presentable después de haber sido utilizado para acomodar el carbón en más de un asado, y los que usa la líbero de Ciudad y lateral de las Leonas habían quedado concentrados en el hotel.
Noel siempre jugó de dos, pero con tal de ser titular en las Leonas, se adapta: “Es cierto que me gusta más pararme de líbero y, aunque de cuatro me siento cómoda, si el técnico me dice que juegue de nueve, jugaré de nueve. En cualquier lugar en el que me necesiten y sea útil, ahí voy a jugar”.
Barrionuevo sabe que lo que vivió el mes pasado va a quedarle grabado para siempre. Por eso, todavía lo está disfrutando y, aunque sabe que ya se vienen los Juegos Panamericanos de Río que otorgan un lugar para Beijing 2008, prefiere no planificar ni a mediano ni a largo plazo: “Viví cada instante de la Champions a full, cada entrenamiento, cada tiempo libre, cada comida con las chicas... Por eso, todavía no me puse a pensar en la posibilidad de estar en una Villa Olímpica”. Sin embargo, sabe que soñar no cuesta nada y que en una de ésas la ilusión se puede hacer realidad. “Más o menos en el primer año de la secundaria me di cuenta de que quería estar en la Selección. Me volvía loca, quería mejorar, superarme. Quería poder hacer cosas nuevas, dribblings, amagues”, susurra recuerdos con los ojos bien abiertos.
–¿Y ya te soñaste en Beijing?
–Me encantaría llegar, obviamente. Ojalá que pueda jugar un mundial de mayores también, aunque sé que debo seguir entrenando mucho más y seguir creciendo como jugadora.
–¿Cómo es la relación de las nuevas con las más grandes?
–Estar con Maggie, Mariné, Lucha, Sole, Claudia, que son las de más experiencia internacional, fue muy importante. Ellas no se cerraron, sino que, al contrario, se abrieron a nosotras, las chicas nuevas, y nos brindaron mucha confianza.
–¿Qué cosas creés que tenés que mejorar e para poder seguir estando en la Selección?
–Esto recién empieza, tengo que seguir aprendiendo muchas cosas más. La arrastrada, un montón de gestos técnicos, la pegada, los quites... Creo que si bien tengo esas cosas, las tengo que mejorar.
– ¿Y el equipo qué tiene que mejorar?
–Siempre hay cosas. Desde la efectividad de las delanteras o, por ejemplo en defensa, poder estar a full durante todo el partido y evitar que las rivales generen córners cortos.
Cuando los Barrionuevo salen de la casa para hacer una foto en la calle, una vecina se acerca a mamá Marta y le entrega un recorte de un diario con una foto de Noel. Que ella esté ahí sigue siendo algo a lo que no es fácil acostumbrarse. Tal vez para el 2008, cuando llegue el momento de los Juegos Olímpicos, el elemento extraordinario se viva como cotidiano, y la Leona en la casa sea algo normal. Entonces sí, se estará cumpliendo con la definición de cuento fantástico, pero hecho realidad.
VENI QUE YO TE ENSEÑO...
Cuando a Noel Barrionuevo se la consulta cómo debe hacerse una buena arrastrada, duda, piensa en cómo llevar a la teoría eso que en la práctica le sale tan bien y empieza por lo más obvio: “Primero, para que salga bien, hay que tener ganas, porque el entrenamiento te desgasta mucho. La cuestión es poder llegar a empalar la bocha, pero intentando que, desde la curva, el palo vaya girando hacia el medio, en donde se le hace una pancita, y ahí agacharte bien, balancear todo el cuerpo hacia delante, apuntar y tirar con todo”
Por Pablo Lechuga
Foto: Emiliano Lasalvia