2001. GARRAFA SÁNCHEZ, UN "10" DE POTRERO
Talentoso, impulsivo y atorrante, Garrafa fue uno de los grandes personajes del ascenso y el niño mimado de las hinchadas de Banfield y Laferrere. Querido por los amantes del buen fútbol.
![](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/cd/6d/cd6dbfc3c659b6e4100aa3c5091a1956ec76b9ab.jpg)
La tarde de febrero se pone a cada minuto más pesada. El cielo del sur del Gran Buenos Aires amenaza descargar la tormenta demorada, y en la cancha, la Reserva de Banfield lucha para levantar un tempranero 0-1 ante J.J. Urquiza. En Banfield, recuperándose de una lesión, se destaca el volante José Luis Sánchez, Garrafa, el preferido de los hinchas. Un taco, un caño, un codazo… Para él no hay amistoso, ni pretemporada que valgan. “No me gusta perder a nada”, recalca, y se le nota. Después de una gran jugada personal, consigue el empate y se lo dedica con fiereza al árbitro. El grito retumba fuerte en el estadio casi vacío y el desenlace es previsible: afuera Garrafa.
“Siempre fui así, siempre jugué igual. En el potrero, en Laferrere y ahora en Banfield, ¿por qué voy a cambiar? No me va a cambiar nadie”, se justifica.
-Pero, por sobre el resultado, sos un tipo al que le gusta jugar.
-Como todos quiero ganar, pero si tengo que tirar un caño, lo tiro, no tengo problemas. Aunque vaya ganando o perdiendo lo tiro igual.
-¿Nunca pensaste que, por lucirte, alguna vez podés perjudicar al equipo?
-No, porque me fue siempre bien. Tampoco voy a tirar cien caños… tiro unos diez y por ahí me salen seis o siete. Pero voy para adelante, no es que los tiro en lugares de la cancha donde ponga en peligro al equipo, eso sería una boludez. Los hago más llegando a los corners; nunca tiro caños al pedo.
-¿Por qué es tan importante tirar caños?
-A mí me da alegría por toda la gente a la que le gusta el buen juego. Hoy no se ven muchos jugadores que se animen a tirar caños o tacos, pero no porque sean menos habilidosos, quizá no lo hacen por miedo a que les digan algo. Todos los jugadores creen que cuando les tirás un caño los estás cargando, y no es así. Que me tiren un caño a mí... Es raro, se critica que uno tire un caño pero no al que te pega una patada en la nuca.
-¿Falta más gente con firmeza de convicciones en el fútbol?
-El futbolista habla de la importancia de la concentración, de lo que tiene que hacer en el partido, y yo no. Yo no pienso, vengo a jugar, a divertirme. Mientras hago la entrada en calor estoy bailando, estoy jodiendo. Yo siento que el fútbol es así, que tenés que demostrar lo que sabés, y si sabés jugar tenés que estar tranquilo, no tenés de qué preocuparte. Ahora hay jugadores que están nerviosos, les duele la cabeza, pero porque están constantemente pensando en el partido. No hay que pensar mucho en el partido, hay que jugarlo y punto. Cuando estás adentro de la cancha son once contra once.
![Imagen La zurda picante de Garrafa Sánchez. Igual de incisiva es su lengua: el diez de Banfield es un provocador profesional.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/ca/23/ca235836373792ec48369822720f72e9e9417671.jpg)
-¿Y es lo mismo un equipo grande que uno chico?
-Yo jugué en El Porvenir, que es un equipo chico dentro de la divisional y también hacía lo mismo. Gracias a Dios me eligieron como a uno de los mejores jugadores de la categoría y me trajeron a Banfield para que haga lo mismo; si lo cambio soy un boludo, ésa es la verdad. Si un equipo te trae es porque te vio jugar; en el Nacional B hice 18 goles, no tengo que cambiar.
Yendo a mil
El ambiente del fútbol de los sábados lo conoce y reconoce. Sus comienzos en Laferrere, su ascenso con El Porvenir y su presente en Banfield. Pero en octubre del 96 la vida le hizo probar de cerca el sabor de la Primera, y en un grande. Una oportunidad perdida que no se repitió.
“Con Laferrere fuimos a jugar un amistoso contra Boca, en el Sindicato de Empleados de Comercio, en Ezeiza –recuerda–. El domingo siguiente Boca ganó y Bilardo, por cábala, pidió jugar otra vez con nosotros. Anduve bien y me ofrecieron entrenar con ellos. El tema es que no tenía con qué ir hasta allá, porque no hay colectivos. Me mandaba con mi moto, una CBR 600. Un día, por la autopista, pasé por al lado de la camioneta de Pumpido, que llebava a Bilardo. Me vieron y como había una cláusula que les prohibía a los jugadores andar en moto, al día siguiente me dijeron que no fuera más. Yo sabía que no podía andar en moto, pero, ¿iba a ir a dedo? Por eso digo que no me arrepiento.”
-¿Pensaste que estabas jugando con fuego? ¿Que podías perder tu gran oportunidad?
-No, porque si no iba en la moto directamente no iba. No tenía otra. Trataba de ir más temprano, antes de que llegara el micro, para que no me viera nadie.
-¿A cuánto ibas ese día?
-Y… ligero, a ciento y pico.
-¿Largaste las motos?
-A los seis meses. Me ofrecieron un Fiat Uno y lo cambié por la moto. Y desde entonces, nunca más.
-¿Por la comodidad del auto o por el peligro de la moto?
-Es que mi nena tiene 9 meses y no podría llevarla. Pero me encantan las motos y más adelante voy a volver a tener una.
-¿En qué otras cosas te cuidás?
-Vino no tomo nada, pero porque no me gusta, no me cae bien. Quizá alguna cervecita con los compañeros, pero nada más. Ahora, si me invitan a un asado, me puedo comer cinco chorizos, en eso no me fijo.
-¿Estás marcado?
-Un poco. Cuando llegué a Banfield, lo primero que me dijeron fue “ojo con las motos”. Y también me pidieron que no me hiciera expulsar.
![Imagen La elegancia de Garrafa. En esta oportunidad jugando para Banfield, enfrentando a Quilmes.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/ac/cb/accbdce312dd0211731072885bfeb86f581316b7.jpg)
-¿En el potrero eras igual que ahora?
-No jugué mucho. Estaba en los campeonatos de chicos, pero hasta los 13 o 14 años. Después empecé en Laferrere y los mismos amigos del barrio no me dejaban jugar. Iba sólo para verlos. Como los más grandes sabían que yo estaba en el club, me cuidaban porque era el único del barrio que iba a llegar a jugar en Primera.
-¿Te daba bronca que te cuidaran?
-No, yo mismo estaba decidido a no jugar. Ni siquiera llevaba la ropa, porque si no empezás a jugar, te entusiasmás y terminás con una patada que no te deja entrenar en el club. En en esos partidos te pegan mucho, con mala leche. Y encima por dos mangos.
-¿Eran torneos por plata?
-Sí, campeonatos-campeonatos. Todos quieren ganar y te matan. Se agarran a piñas, vale todo. Ahí ganás de guapo. Mi hermano Adolfo juega en esos torneos… ¡es un boludo! Un día se fue a probar en la cuarta de Laferrere y quedó, pero después no fue más. No quería entrenar.
-¿Esos años de potrero te curten para jugar en Primera?
-Sí, porque agarrás mucha experiencia, jugás contra tipos duros, no hay referí que te proteja. Te tenés que aguantar lo que venga. Pero es lindo, no digo que no. A veces me prendo en un casados contra solteros, pero entre amigos no más, sin compromiso. Porque cuando jugás por plata, nunca falta alguno que dice: “aquél juega en Laferrere”, y todos te van a buscar a vos.
-Hablás de tu hermano. A vos, ¿te gusta entrenar?
-Y…
-¿Y qué?
-No le saco el lomo, pero me cuesta. Sé que tengo que venir todos los días y vengo. Es mi trabajo y me la tengo que aguantar.
Donde calienta el sol
-Antes no te importaba nada. ¿Te volviste responsable de golpe?
-Cuando nació Bárbara, mi nena, empecé a ver otras cosas. Acá, en Banfield, en la B Nacional, es otro mundo. Y el que la sufrió como yo la sufrí en Laferrere y El Porvenir se da cuenta de que esto no hay que perderlo, porque para mí esto es de primera. Y si lo pierdo tengo que volver a un club chico y no quiero sufrir otra vez.
-¿Qué sufrías cuando jugabas en Laferrere?
-Yo soy hincha de Laferrere, nací ahí. Pero me debían cinco meses, tenía que mandar cartas documento. Era quilombero, salía en los diarios por pelear mi plata. Terminaban depositándomela porque no me querían dejar libre. En Banfield por ahí estás dos meses abajo, pero por cómo está el fútbol argentino, no es nada. Acá te tratan como a un jugador, tenés la ropa lista… Sin ir más lejos, en El Porvenir teníamos que llevarnos la ropa para entrenar, bañarnos con agua fría. Y no quiero que eso me pase de vuelta.
-¿No pensás en jugar en un equipo de Primera?
-Me gustaría quedarme acá, a menos que me salga algo como lo que apareció en diciembre, una oportunidad de ir a Corea. Si me sale algo así me tengo que ir, porque quiero asegurarme el futuro.
-¿Por qué siempre en clubes del ascenso?
-Estuve un par de días en Ferro, pero no estaba con ánimo de jugar. Mi viejo estaba muy enfermo y eso me sacaba las ganas. Además hubo unos problemitas de plata. Pero eso nadie lo ve. Para criticar hablan todos, pero esas cosas que uno sufre nadie las contempla.
-¿Te sentís en deuda por no haber jugado en Primera?
-Tengo muchas ganas, pero tampoco pretendo ir regalado. Prefiero estar en un club como Banfield y jugar, antes que ir a un plantel de Primera y estar de relleno en el banco. Yo quiero jugar, aunque tenga que hacerlo en la C. Es feo estar en el banco.
-¿Y no te quedan ganas de demostrar que podés dar más?
-No digo que no, pero no se me dio llegar a un equipo bueno para pelear en mitad de tabla. Estuve en Ferro, que estaba descendido, sufriendo con todos los chicos. En Banfield puedo pelear el ascenso y es más competitivo que estar en Primera, perder todos los domingos y encima no cobrar.
La B Nacional volvió y Banfield está prendido en la lucha por ascender. Garrafa, con contrato hasta junio, seguirá ofreciendo ese toque de elegancia que, curiosamente, es marca registrada de los atorrantes. Ese estilo que aprendió en los años duros de la villa La Jabonera, en La Tablada.
-¿Cómo es curtirse en una villa?
-Viví ahí hasta los 13 años, pero entonces no había todas esas cosas que hay ahora, como la droga. Era distinto.
![Imagen Humilde y querido por todos, con una técnica sublime. ídolo donde jugó, querido por todos los amantes del fútbol.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/1f/ef/1fef905150a36e55667e210cef620ae03ddbe0b3.jpg)
-¿Seguiste viendo a tus amigos de entonces?
-Todos esos chicos que se criaron conmigo, lamentablemente, ya no están, por cosas que pasan en la villa. Se los llevó la falopa, o la policía… En la villa hay gente que viene de otros países o del interior a pelearla, a laburar, pero también hay mucha gente mala. El barrio cambió mucho.
-¿Y vos cómo zafaste?
-Tenía a mis viejos que me hablaban todos los días. Y nos fuimos justo a tiempo, cuando tenía 13 años. Gracias a Dios, nunca tuve contacto con la droga y todo eso. Después, ya en las inferiores, los partidos son los domingos a la mañana, por eso no podíamos salir a bailar, a joder los sábados. Si hubiera hecho todo eso, me cagaba en el esfuerzo que hacía mi viejo para que yo pudiera jugar al fútbol. Además, a los 14 años conocí a Alicia, la que hoy es mi señora; me puse las pilas.
-¿Cómo fue tu educación?
-Yo terminé la primaria y largué. Pero a un hijo mío le inculcaría que primero está el estudio y después el fútbol. Hoy veo cosas raras, como que los chicos van a probarse a un club y van con los padres. Es como que los viejos están interesados en sacar provecho de los pibes. Y no es así la cosa.
-¿Qué proyectos tenés fuera del fútbol?
-Pienso jugar hasta los 35 años y terminar en Laferrere. Aunque esté en la C y tenga que ir gratis. Es mi vida y siempre digo que no tenés que estar besando camisetas para demostrar cuánto querés a un club. La única camiseta que voy a besar es la de Laferrere. Eso no quita que hoy deje todo en Banfield.
-¿Después del fútbol qué?
-Me gustaría estar como ayudante de campo o algo vinculado con el fútbol, porque no me veo trabajando.
Francisco, su padre, tuvo que deslomarse repartiendo garrafas junto a él para poder enderezar el futuro, en una casita de Laferrere. Ahí nació el apodo. Y también la devoción de José Luis por el padre.
“Yo soy profesional, pero también muy familiar. Me voy del club y estoy todo el tiempo con mi familia –resume-. Cuando jugaba en Bella Vista de Montevideo me daban los lunes libres y yo me venía a ver a mi viejo, que estaba enfermo. Hay pocos jugadores que hacen eso.”
-¿Qué enfermedad tuvo?
-Cáncer en los pulmones. Sufrió mucho, fueron siete meses duros. Cuando me enteré dije “no juego más”. No quería saber nada, sólo estar al lado de él. Estuvo un mes en casa y después lo internaron. En el hospital no había comodidades, pero dormíamos en el piso de la sala, para cuidarlo. Quise disfrutarlo hasta el final y esas imágenes no me las olvido nunca más. Largué el fútbol por casi diez meses, pero más allá de que mi viejo se haya ido, me queda para toda la vida la tranquilidad de haber estado con él hasta el último minuto.
-En el primer partido después de la muerte de tu papá le ganaron a Chicago 6-1. Hiciste un gol y hubo un momento de emoción que no todos entendieron.
-Los de Chicago pensaron que los estaba cargando. Festejé el gol adentro del arco mirando al cielo, justo delante de la hinchada de ellos. Me sacaron amarilla, pero solamente yo sabía que en ese momento estaba festejando el gol con mi papá.
Merece la Primera
Por Ricardo Calabria
El entrenador de Almirante Brown primero lo padeció como rival –y gran provocador– y luego lo dirigió en El Porvenir. Destaca sus “condiciones excepcionales” y dice que, a pesar de su fama, con él se portó muy bien.
![Imagen Calabria.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/68/a2/68a202f3b1cec0eb5bdacea05ff074b430aa39ef.jpg)
A Garrafa lo conocí en 1997, como rival. Yo dirigía a El Porvenir y, buscando el ascenso al Nacional B, nos cruzamos con Laferrere. Sabía que técnicamente era un jugador distinto, pero me sedujo su personalidad. En el primer partido no pudo jugar y ganamos 2-0. Y me dijo que en la revancha él estaría y sería distinto. Y sí. Al minuto nos hizo un gol y vino a gritármelo al banco: “Ya te hice uno, me faltan dos”, me dijo. Al final ganaron 3-1, pero pasó El Porvenir a la final. Se acercó a pedirme disculpas y me dio un beso. Ahí me decidí y convencí a los dirigentes para que lo compraran. Hubo resistencia porque decían que era conflictivo, pero la verdad es que él tuvo mucho que ver con el ascenso de El Porvenir. Debo destacar que conmigo nunca faltó a un entrenamiento ni fue expulsado. A veces sentía la reprobación de la gente cuando lo sacaba, pero era para cuidarlo, para tenerlo al sábado siguiente.
Siempre voy a quererlo en mis planteles. Surgió una relación muy linda y si no hubiera sido por una diferencia de plata, hoy lo tendría en Almirante Brown.
Lamentablemente no pudo mostrarse en Primera. En Ferro no supieron apreciar el pedazo de jugador que es. Tiene condiciones excepcionales y se lo recomendé a Jorge Castelli para Newell’s. En la forma en la que Castelli trabaja físicamente iba a conseguir un jugador de primer nivel. Ojalá encuentre un técnico que le dé confianza… Espero que su caso no sea como el de Carlovich y dentro de 20 años nos digamos “¿te acordás qué jugador era Garrafa?”. No tengo dudas de que es un jugador de Primera.
Textos de Pablo Aro Geraldes y Diego Melconian