2007. Academia Inmortal
Pizzuti, Cárdenas, Martín, Maschio y Cejas aceptaron la invitación de El Gráfico a 40 años de haber ganado la Copa Intercontinental, se reunieron con hinchas que viajaron a Montevideo y recordaron anécdotas.
Después de varias décadas de alarde y ninguna concreción, el fútbol argentino se graduó de campeón del mundo por primera vez hace 40 años, el 4 de noviembre de 1967. Fue una tarde de sábado, en el estadio Centenario de Montevideo, cuando Racing venció 1-0 al Celtic, de Escocia, y ganó la Copa Intercontinental. Desde entonces, ocho selecciones nacionales (dos mayores, en 1978 y 1986; y seis Sub-20, en 1979, 1995, 1997, 2001, 2005 y 2007) y otros ocho equipos argentinos (Boca en 1977, 2000 y 2003; Independiente, en 1973 y 1984; Estudiantes, en 1968; River, en 1996; y Vélez, en 1994) transitaron el camino inaugurado por Racing y conquistaron la hegemonía mundial.
Reunidos en el Cilindro de Avellaneda cuatro décadas después, 20 hinchas de Racing que viajaron a Montevideo, cuatro jugadores, un directivo y el técnico del equipo campeón reconstruyeron ante El Gráfico el relato de aquel partido en el que el gol iconográfico del “Chango” Juan Carlos Cárdenas cambió la historia del fútbol argentino.
El RÍO CELESTE Y BLANCO
“La historia del gol del Chango Cárdenas en Montevideo comienza el 1º de noviembre en Avellaneda, durante la segunda final. La primera se había jugado el 18 de octubre en Glasgow y el Celtic había ganado 1-0. Ya en el estadio de Racing, yo estaba en el vestuario de los escoceses y me sorprendió que la entrada en calor del arquero suplente, John Fallon, fuera más intensa que la del titular, Ronnie Simpson. Cuando los jugadores entran a la cancha, Simpson acusa el impacto de una botella y se desvanece en el campo. Nunca nadie encontró el proyectil y yo mismo presencié cuando Simpson ingresó de vuelta al vestuario sin sangre ni nada extraño. Le ofrecí trasladarlo a un hospital, pero los escoceses se negaron. Me pareció raro, sospechoso. Al final, ese día atajó Fallon, quien se había preparado más tiempo que Simpson. ¿Era una farsa programada por el Celtic? Nunca se sabrá. Después Racing ganó 2-1 y a los tres días se disputó la tercera final en Montevideo, donde volvió a jugar Fallon, el del vuelo estéril en el gol del Chango.” (Jorge Portella, directivo)
“Para trasladarse a Uruguay en barco era necesario darse una vacuna para no sé qué enfermedad. Ibamos a viajar tres amigos, pero ellos no tenían tiempo para asistir al centro médico. Y sin el comprobante de la vacunación, no te dejaban subir al ferry. Entonces fui al hospital con mi documento y los de ellos. Primero me presenté con mi DNI y me inyectaron. Al rato, mostré la identificación de uno de mis compañeros, Horacio Rueda, y volvieron a pincharme. Y a las dos horas regresé con la cédula del tercer hincha, Néstor Madeira, y me dieron la tercera vacuna. A la noche tenía 41 grados de fiebre, volaba, no entendía nada. Pero por Racing, todo.” (Rubén Catalano, hincha)
“Viajé a Montevideo el viernes, 24 horas antes del partido. El puerto de Buenos Aires era una fiesta: ese día partieron cuatro barcos colmados. Y el sábado, temprano, salieron otros cuatro. El Río de la Plata era celeste y blanco; y eso que sabíamos que nos esperaba un ambiente pesado. Racing le había ganado la Libertadores a Nacional y los uruguayos, para vengarse, iban a alentar al Celtic.” (Antonio Cappa, hincha)
“La noche anterior a la final, ya en Montevideo, fuimos a la plaza Independencia, frente al hotel en el que se alojaba el Celtic, y cantamos hasta la madrugada. Tocamos los bombos y las bocinas para que los escoceses no pudieran dormir.” (Hugo Alvarez, hincha)
“Decidí ir a Uruguay la misma mañana del partido. Y, claro, ya habían salido todos los barcos. Sólo me quedaba el avión, pero tampoco había pasaje. La única alternativa era alquilar una avioneta. Y eso hice. Fui al aeropuerto de San Fernando y pregunté si alguien podía salir ya mismo. Costaba una fortuna, pero con mi hermano no lo dudamos y contratamos un avión de seis plazas, el que usaban los de Carburando. Llegamos justo a Montevideo.” (Enrique García Barbeito, hincha)
LA HOSTILIDAD URUGUAYA
“Fui en barco hasta Colonia y de ahí en auto hasta Montevideo. Al principio, los uruguayos salían a la ruta a saludarnos y desearnos suerte. Pero llegando a la capital se puso espeso, cada vez peor, y nos recibieron a piedrazos.” (Ramón Vinagre, hincha, luego presidente)
“Antes del partido, caminando por la avenida 18 de Julio, me crucé con algunos hinchas del Celtic. Yo tenía un chupete gigante de Racing que colgaba de mi cuello. Un escocés me lo pidió, pero yo le reclamé algo a cambio, y me dio una bufanda verde y blanca. En ese momento no imaginé que me iba a salvar la vida después de la final.” (Cristina Villanueva, hincha)
“Como había viajado sin entrada, intenté comprar una en la reventa. El precio original era de 300 pesos argentinos, pero la terminé pagando 900. Y cuando miro el ticket decía: Nacional-Defensor. Pensé que me habían estafado, así que corrí al estadio para preguntar si era oficial. ‘Sí, es verdadera, sucede que la Asociación Uruguaya no tuvo tiempo de imprimir todos los boletos. Y entonces venden entradas de partidos viejos’, me tranquilizó el portero.” (Alberto Gerding, hincha)
“En nuestro grupo había seis argentinos, pero yo era la única de Racing. Mi marido simpatizaba por River y las otras dos parejas eran de Boca. Pero ese día no jugaba Racing. Ese día jugaba Argentina.” (Angela Neira, hincha)
“A Montevideo fui con un amigo de Independiente, Oscar Butrón. El quería que ganara Racing. Antes era normal. En la final de la Libertadores, en el Cilindro estuvo la barra de Independiente con una bandera roja, alentando al equipo de José. Y frente al Celtic, en Uruguay, también había hinchas de otros equipos. Allá me encontré con un amigo de River que había ido a una mercería a comprar una tela blanca, le pegó una cinta roja y fue al Centenario con su bandera de River. También había gente de Platense y San Lorenzo. Hinchaban por Argentina, era la primera vez que un club nuestro podía ser campeón mundial.” (Gerding)
“Dos horas antes del partido, con mi amigo Roque Caldano caminábamos por los pasillos del Centenario y, de repente, a través de una ventana vemos el vestuario de Racing. ¡Y aparece el Chango Cárdenas! Roque le grita: ‘Chango, firmame este banderín que trae suerte y vas a hacer un gol’. El Chango sonrío y le dio el autógrafo.” (Carlos Filgueira, hincha)
“Ya en el vestuario supe que íbamos a ganar. ¡Cuánta seguridad tenía aquel plantel! '¿Es que somos de acero'?, llegué a preguntarme. Había mucha mística” (Juan Carlos “Chango” Cárdenas, futbolista).
“Estábamos tan enojados con el mal trato de los uruguayos que los hinchas empezamos a cantar el Himno Argentino. Surgió de manera espontánea, porque no había banda militar ni nada. El ‘Oíd, mortales’ fue conmovedor.” (Julio Carluccio, hincha)
“En la charla técnica les dije a los jugadores que ya habíamos cumplido. Que Racing había arrancado desde la nada. Y que si perdíamos, íbamos a perder arriba de todo. Además, nadie sabía mucho del Celtic. Alfredo Di Stéfano y el Toto Lorenzo me habían pasado algunos datos, pero mucho más no se sabía.” (Juan José Pizzuti, director técnico)
EL GOL INVISIBLE DEL GRAN CAPITÁN
“Al ser el capitán del equipo, en el túnel me quisieron entregar una bandera de Uruguay para que la transportara hasta mitad de cancha, pero me negué. ‘Si mis compañeros la quieren llevar, que lo hagan; yo no lo haré’, dije. Los uruguayos nos habían tirado piedras en Pocitos, y de Carrasco hasta la cancha sólo vimos banderas verdes y blancas. Al final, los otros jugadores trasladaron la bandera hasta el círculo central y la apoyaron en el césped. Entonces vinieron dos policías y me dijeron que, como capitán, yo debía agarrar la bandera de su país. Y les respondí que no pensaba hacer eso por la agresividad demostrada por sus compatriotas. Los oficiales me quisieron agarrar y uno me tomó del brazo, así que forcejeamos y alcancé a pegarle. De hecho, se le voló la gorra. Ahí nació mi apodo del ‘Gran Capitán’, inventado por José María Muñoz.” (Oscar Martín, futbolista)
“Estaba en la tribuna con un prócer de Racing, Pedro Manfredini. El ya estaba jugando en Italia, pero la final coincidió con sus vacaciones en Buenos Aires, así que fuimos juntos a Montevideo. Era un hincha más y gritaba como cualquiera de nosotros. Y unos asientos abajo estaba Tita Mattiussi.” (Eddie Viniarsky, hincha)
“El canto más repetido era ‘achís, salud, arriba Racing Club’. Era todo muy ingenuo. Pero ese día, para molestar a los montevideanos, les cantamos ‘los argentinos comemos milanesas, los uruguayos corren la coneja’. Recién empezaba el rock nacional.” (Horacio Ascacibar, hincha)
“Había ido a la final en Avellaneda pero no pude viajar a Montevideo, por lo que tuve que mirarla por tevé en Buenos Aires. La transmitía Canal 7, pero el coaxil se rompió y el primer tiempo nunca se vio. En mi edificio sólo un vecino tenía una radio que sintonizaba el relato de Muñoz, así que éramos 30 hinchas en una habitación. Por suerte, la transmisión de tevé volvió en el entretiempo.” (Alberto Giordano, hincha)
“El partido era bravo y había que sacar ventaja como sea. Por eso hice expulsar al mejor de ellos, Jimmy Johnstone. En un centro me agarré la cabeza y simulé que me había pegado una piña. El árbitro me preguntó qué había pasado, le dije que me había agredido y lo echó. Ni siquiera me había rozado, no habíamos estado ni a un metro de distancia.” (Martín)
“La expulsión de Johnstone, a los 3 minutos del segundo tiempo, fue tan importante como el gol de Cárdenas. Era un wing demoníaco y, sin él, los escoceses se quedaron mancos. El Celtic ya no fue el equipo invencible que Helenio Herrera había pronosticado. Y diez minutos después de la expulsión, llegó el gol.” (Pacho Vera, hincha, luego periodista partidario)
EL ABRAZO ETERNO
“Recibí la pelota, levanté la cabeza y vi que tenía tres opciones de pase: Rodríguez, Raffo y Maschio. Se la podía dar a cualquiera porque yo estaba a 35 o 40 metros del arco. Fue lo primero que pensé.” (Cárdenas)
“El Chango agarró la pelota, pero nosotros lo vimos a Maschio solo, a un costado, mucho mejor ubicado. Y desde la tribuna le gritamos: ‘Al Bocha, dásela al Bocha’. Por suerte no nos escuchó.” (Alberto y Marta Graciano, hinchas)
“Vi que Cárdenas iba patear al arco desde tan lejos y desde la platea le grité: ‘No patees, no patees’. Pero me tapó la boca.” (Cappa)
“Yo estaba solo, a un costado del Chango, pero no tenía buen perfil, así que en ningún momento le pedí la pelota. Además, a Cárdenas la pelota le picó fenómeno, así que estaba ideal para que le pegara con todo. Y por suerte lo hizo.” (Humberto “Bocha” Maschio, futbolista)
“Quería pasársela a un compañero, pero la pelota se me adelantó, me quedó picando y no lo dudé: le pegué al arco. Fue algo espontáneo. Y apunté ahí, al ángulo, no hubo casualidad. Enseguida me di cuenta de que Fallon no iba a llegar. Levanté los brazos antes de que la pelota entrara y corrí hacia el banco de suplentes para abrazarme con Pizzuti. El siempre fue mi maestro, el que me bancó cuando yo llegué de Santiago del Estero con 16 años. El Gráfico lo tituló ‘Un abrazo eterno’. José no era de gritar los goles, pero ése sí lo festejó. El fútbol argentino dejaba de ser campeón moral y era campeón del mundo de verdad por primera vez.” (Cárdenas)
“El Chango me vino a abrazar, pero estaba tan embalado que por poco no se pasa de largo a la tribuna y no se cae a la calle.” (Pizzuti)
“Cárdenas hace el gol, corre a abrazarse con Pizzuti y yo, en la tribuna, me pongo a llorar de emoción. Las lágrimas me duraron varios minutos, parecía un nene.” (Rodolfo Borda, hincha)
“El que más gritó ese gol fue mi amigo hincha de Independiente. Decía que era un triunfo del fútbol argentino y nos abrazamos como desaforados.” (Gerding)
“De todo lo que viví esa tarde, lo que más me emocionó fue el abrazo del Chango y Basile después del gol. Fue conmovedor, inolvidable. En ese momento no comprendí que lo que estaba pasando nos marcaría para toda la vida.” (Ricardo Bellini, hincha)
“Debo ser el único hincha de Racing con dos particularidades: vi el gol desde la tribuna de enfrente a las cámaras de televisión, donde además estaban todos los argentinos, y encima no lo pude gritar. Desde mi lugar, el Chango Cárdenas pateó hacia la derecha, no hacia la izquierda. Y tampoco lo festejé: estaba rodeado de uruguayos y no convenía alardear. El clima estaba espeso.” (Jorge Pellegrini, hincha)
“No recuerdo haber visto en mi vida un partido tan brusco como aquél. Era una locura cómo se pegaron. Hubo cinco expulsados, tres del Celtic y dos de Racing. Pero el Celtic casi no llegó a mi arco. Después del gol del Chango, no atajé ninguna pelota difícil. El título ya era nuestro.” (Agustín Mario Cejas, arquero)
FIESTA CON CHAMPAGNE
“El partido en Avellaneda había terminado 2-1, así que al día siguiente aposté al 21 a la quiniela. Y gané. Ya en Montevideo estaba convencido de que íbamos a ganar 1-0. Así que aposté al 10, pero salió el 09, que era el número del Chango. ¡Me perdí un dineral! Igual, eso no me dolió tanto como lo que me prometí durante la vuelta olímpica en el Centenario. ‘Ya está, Racing, me diste mucho. Si algún año nos vamos al descenso, no me va a importar’, me dije. Aún me arrepiento.” (Armando Trancoso, hincha)
“Los jugadores dieron la vuelta olímpica como pudieron. En verdad, fue una media vuelta olímpica, porque desde una cabecera no paraban de tirarles de todo. A una chica que estaba al lado mío le pegaron un piedrazo. Mucha gente resultó herida y tuvo que ser atendida en la enfermería del estadio.” (Neira)
“La salida del Centenario fue una locura. Los uruguayos nos corrieron, rompieron autos, vidrios, de todo. A mí me salvó Cristina. En medio del caos la vi con la bufanda del Celtic que le había cambiado a un hincha escocés antes del partido. Y no lo dudé: aproveché que tenía los colores verde y blanco y salimos abrazados. Así parecía un uruguayo más. Estuvo bravísimo afuera. Decían que habían matado a un hincha, pero nunca se supo. Una vez que llegamos al hotel, estábamos tan contentos que nos bañamos todos juntos.” (Lito Trabes, hincha)
“En el viaje de vuelta hubo champagne para todos. Yo ni siquiera había pagado un camarote, tenía que dormir en el piso. Pero en el restaurante del barco había una fiesta tremenda y los hinchas pudientes nos invitaron a los pobres: ‘Vengan, carajo, somos todos de Racing’. Fue inolvidable.” (Oscar Carreras, hincha)
“Llegamos a Buenos Aires a la 1 de la mañana y había tanta gente en la cancha de Racing que tuvimos que ir allá para dar otra vuelta olímpica. Esa madrugada vi banderas de Racing, Estudiantes, Boca, Independiente… Habíamos hecho una campaña que nunca más se va a repetir. Y no exagero: nunca más.” (Pizzuti)
Era el equipo de José, hace cuarenta años.
Coparon Montevideo
Los hinchas de Racing coparon las plazas de Montevideo, la mayoría tras cruzar el río en diferentes vapores. Arriba, los jugadores y la Copa: Maschio, Martinolli, Rodríguez, Raffo, Cejas, Cárdenas y Perfumo. Abajo. un ataque a fondo de la Academia. Pensar que ese equipo fue hijo de la desesperación... A Pizzuti lo convocaron a fines de 1965 para salvarlo del descenso, pero ganó varios partidos seguidos y terminó séptimo. Al año siguiente incorporó a Maschio, potenció a Perfumo, Basile y el Panadero Díaz y fue campeón, además de redondear una marca de 39 partidos invicto.
Herencia del viejo
Por Roberto Tartaglia.
Cuarenta años, quién diría. Racing es una herencia de Sixto, mi viejo. De Italia a un yotivenco del Abasto, donde conoció a “Pichín” del Guidice, crack de la Academia, y a Gardel.
A los seis años lo empecé a ver campeón. En 1948 (título no reconocido) 1949, 1950, 1951, 1958, 1961. Y después llegamos al 66, años difíciles y sufridos que en el 65, el 66 y el 67 fueron gloriosos.
En el 67, sufrimos y gozamos para clasificarnos, para superar a Nacional en tres partidos y para llegar a lo máximo, ganándole la final al Celtic.
Yo trabajaba en un banco, había largado el fútbol, jugaba en la “D”, me había casado y estaba por nacer mi primera hija. Con dos amigos, Oscar y Manolo (éste hincha del Rojo que no quería perderse el acontecimiento), nos fuimos a Uruguay.
En la madrugada del 4 salió el ferry de Mihanovich hasta Colonia; desde allí, micros de la Costera Criolla, que iban dentro del ferry, nos trasladaron hasta Montevideo.
La ruta estaba repleta de carteles que nos decían que Peñarol era el único grande del Río de la Plata, que era el campeón del mundo, muy cierto, y que nadie lograría lo que ellos, pero se equivocaban y cómo.
Llegamos al Centenario y éramos visitantes en número, el estadio estaba lleno de “uruguayos-escoceses”. Nunca vi tantos. Pero Racing era más fuerte por, el deseo, las ganas, el amor propio, nuestra herencia .
Sufrimos agresiones verbales y físicas de los “escoceses”, en las verbales tenían razón, nos gritaban que Peñarol era, hasta allí, el campeón del Río de la Plata y que ellos tenían un gobierno democrático y nosotros no.
Todo esto se fue acallando, gracias a José y a Cejas, Basile, Perfumo, Martín, Chabay, Rulli, Cardozo, Maschio, Cardenas, Rodríguez y Raffo, los enumero como los veo en la foto que adorna mi oficina, ellos en la cancha y yo en la platea.
A final la alegría era inmensa, éramos parte de una epopeya pionera, que nos marcaría a fuego y propiciaría la imitación de otros equipos tratando de lograr algún torneo internacional.
La alegría no la enturbió la agresión gratuita hacia nuestras personas y los micros que nos dieron los hinchas “escoceses”.
Existió un partido que los periodistas comentaron, escribieron, discutieron y nosotros disfrutamos.
El “Gol del Chango” nunca se irá afuera, ya que quedó clavado en el alma de los racinguistas que siempre lo recordamos y nadie nos lo puede quitar a pesar del tiempo transcurrido y de cualquier otro logro.
Este fue el primero y siempre será el primero, como la llegada de Armstrong a la Luna.
Siempre agradezco haber vivido esta experiencia.
La zurda Celestial
El gol del Chango Cárdenas hizo explotar al país y estampó el 1-0 definitivo en el marcador, para delirio de sus hinchas y lamento de los diarios de Escocia. “El equipo nació del hambre que tenían los nuevos y las ganas de revancha de los viejos”, contó Pizzuti, quien al principio debió interceder para que los jugadores cobraran lo que les debían. ¿Cómo? Con lo que ingresaba por la recaudación. Después de los partidos, iban a la sede y se repartían los billetes chicos que había dejado la gente. Las virtudes del Equipo de José eran el ataque y la defensa en bloque (iban ocho y venían ocho) y el juego aéreo ofensivo, raíz de la mayoría de sus goles.
El partido inmortal
Partido final por la Copa Intercontinental 67, jugado el 4 de noviembre de 1967, en Montevideo. Encuentro de ida: Celtic 1-Racing 0, en Glasgow. Revancha: Racing 2-Celtic 1, en Avellaneda
Racing 1- 0 Celtic
RACING: Cejas; Perfumo y Chabay; Martín; Rulli y Basile; Cardoso; Maschio; Cárdenas; Rodríguez y Raffo.
CELTIC: Simpson; McNeill; Gemmell; Craig; Murdoch; Clark; Johnstone; Lennox; Wallace; Auld y Hughes.
GOL: 56’ Cárdenas (RC).
EXPULSADOS: 37’ Basile (RC) y Lennox (C); 48’ Johnstone (C); 74’ Hughes (C) y 85’ Rulli (RC).
ARBITRO: Pérez Osorio (Paraguay).
ESTADIO: Centenario, de Montevideo.
Por Andrés Burgo (2007).
Fotos: Jorge Dominelli y Archivo El Gráfico.