“Durante mi mejor época, en el 91, probé la cocaína”
El inefable “Turco” le confiesa a El Gráfico, en 2003, que supo cuándo debía parar y afirma que hay que tener huevos para dejar la droga.
–Muchos suponen que estás en Independiente Rivadavia por gusto y no por dinero, pero cuando te bajaron el sueldo te fuiste. ¿Necesitás la plata que ganás para vivir?
–No. Aquella vez me fui por el tema de la vivienda. Había dirigentes nuevos que no sabían cómo era la cuestión y entonces yo tenía que estar de un lado para el otro con mi hijo, que es chiquito. Y eso no me gustaba. Por supuesto que la plata siempre es bienvenida, pero acá estoy para crecer como técnico.
–¿Vos merecías más que Ardiles el buzo de técnico de Racing?
–No voy a contestarte si lo merecía o no, porque Ardiles es un técnico que dirigió afuera y que tiene mucha más experiencia que yo. Quizá Racing necesitaba eso. Sí, me sorprendió la designación de Ardiles porque no tenía nada que ver con el club. Pero no dudo de que él trabajó en Europa y sabe lo que hace. Al margen de eso, es mi ambición dirigir algún día a Racing o a Huracán.
–Cuando ves a Basualdo, Cardozo, Monserrat y a otros veteranos jugando en el ascenso, ¿no te dan ganas de volver a ponerte los botines?
–No, ni en moto puedo jugar. Uno va quemando etapas y tiene que decidirse. Después de mi retiro, en Zárate me propusieron ser jugador y técnico y dije que no. Me dedico a esto de lleno, porque cuando uno quiere hacer todo al mismo tiempo no hace nada. El Turco García jugador murió.
–¿Es cierto que en una pretemporada con Racing, cuando todos volvían corriendo al hotel, el Puma Rodríguez y vos se tomaban un taxi?
–No, no, eso lo inventaron. Sí lo hice en divisiones inferiores. Esperé que pasaran todos corriendo y me subí a un camión de la basura. Pero llegué último. En cambio hay muchos que lo hacen y llegan primeros. De grande ya no hice más esas cosas. Salvo en Francia, cuando nos mandaban a correr al bosque y yo les decía a mis compañeros que cortáramos camino. Pero igual no me daban pelota.
–¿Por qué te fuiste mal de los dos clubes a los que más representás?
–Porque yo soy un tipo muy frontal y no elaboro las cosas. Si me parecés un hijo de puta voy y te lo digo.
–Menem te quiso llevar a River como jugador, ¿no te querrá de técnico si gana las próximas elecciones?
–Ojalá. No sé, pero Menem es un gran amigo y lo voy a bancar a muerte. No me gusta la política y no estoy en contra de nadie, pero soy menemista hasta las muelas. Tengo sangre menemista. Siempre digo, en joda, que le gustan las minas, le gusta la noche y le gusta el deporte… es el presidente que merecemos los argentinos.
–En el 96, entre las opciones “Sol sin droga” o “Droga sin sol”, dijiste: “Sol sin droga, porque ya soy grande”. Cuando empezaste en Primera no eras grande…
–Yo creo que uno prueba de todo en la vida, pero tiene que saber cuándo parar y debe darse cuenta de que es grande para hacer ciertas cosas. No me pongo caretas como otros y digo que hay que tener huevos para dejar la droga o para decir: “Esto no es para mí”. Llega un momento en el que uno tiene dos caminos, el bueno y el malo, y debe tomar una decisión. Yo elegí el bueno. Por supuesto que he probado como cualquiera. O, mejor dicho, como la mayoría. Pero ahí pensé: “Si ya soy eléctrico, para qué quiero más”.
–¿Qué drogas probaste y cuándo?
–Porros, de pibe. Y después probé la cocaína, en el 91, durante mi mejor época en Racing. Pero probé, no lo hacía siempre. Y no era algo para mí. Yo no estoy en contra de la gente que toma; sería bueno que en vez de sancionarlos los educaran.
–¿Cuántas veces tomaste cocaína?
–No me acuerdo. No fueron muchas... tres, cuatro veces. Cuando salía de noche e iba a bailar a algún boliche... No sé cuántas, pero no fueron muchas.
–¿La droga te llegó por el ambiente del fútbol?
–No. Se dio porque quizás salís, estás bailando... y bueno. Yo no digo que tal o cual me metió en la droga, sino que yo dije un día: “Voy a probar”, como cualquier pibe. Y no me “cabió”. Quizá mucha gente va a leer esta nota y va a decir que soy un mentiroso. Pero la realidad es que si me tildaron de que tomaba cocaína o de que fumaba porros fue más que nada por mi forma de vestir y por mis claritos en el pelo. La gente se equivocó y yo lo demostré: jamás tuve un problema con la policía, ni de doping. Con eso, a muchos les cierro la boca.
–¿Tus compañeros y el técnico sabían que habías tomado
cocaína?
–No, nunca. Siempre las cosas que hice, las hice solo. Por eso a mí nadie me pudo sacar en una revista con una vedette ni nada. Yo salía y jamás hubo una foto de un reportero, ni siquiera sacada desde 200 metros, porque siempre fui un tipo reservado y no me gustó contar con quién salía. Eso es de poco hombre.
–¿Qué hacés si descubrís que uno de tus jugadores se droga?
–Primero intentaría que no saliera a la luz, porque en este país cuando hacés cosas malas sos noticia y muy rara vez lo sos haciendo cosas buenas. Trataría de que no se enterara nadie o sólo alguno de confianza e intentaría ayudarlo a recuperarse.
MIL VECES NO DEBO
En su corta carrera como entrenador, el Turco fue expulsado en varias ocasiones. Sin embargo ahora comenzará un plan de control mental: “Acá (el ascenso en el Argentino A) las canchas y los árbitros son complicados. Algunos fallos te hacen agarrar la cabeza. Y uno no puede hacer nada. Por eso a veces me expulsan. Pero ahora tomé una decisión: antes de reaccionar cuento hasta mil para que no me echen más. Porque, si no, todo lo bueno que hago en la semana, puede opacarse por eso. Es algo que debía cambiar y ya me propuse hacerlo”.
Por Ignacio Levy (2003).
Foto: Archivo El Gráfico.