1952. La tierra blanda hizo la carrera dura
En caminos afectados por la sequía, los motores del Turismo Carretera rugieron en La Vuelta de Santa Fe. Fue victoria de Eusebio Marcilla con Chevrolet por el abandono desafortunado de Juan Gálvez.
La sequía que tanto afecta a nuestros campos ha presentado los caminos de tierra de La Vuelta de Santa Fe, carrera que por cuarta vez organiza el Club Jorge Newbery de Venado Tuerto, sumamente pesados. Al haberse abandonado el primer tramo de pavimento y entrado los corredores en la tierra se produjo la primera deserción importante. Marcos Ciani, que seguía muy de cerca a Musso sin mayor visibilidad por ir envuelto en la polvareda, intuyó la inminencia de una curva e intentó el viraje, pero no acertó con la misma y así se produjo el vuelco que determinó su abandono al haber quedado su máquina con el tren delantero roto.
Si bien Juan Gálvez se encontró sin ese dificultad de la falta de visibilidad por andar en la punta en le ruta, su promedio general fue de 120,213. No caben, pues, las comparaciones con promedios anteriores por la circunstancia anotada, la pesadez de los caminos, y también porque este año rige une nueva reglamentación mecánica en los coches de turismo de carretera, la que impide la utilización de tapas de cilindros especiales como también suprime los múltiples de admisión que se permitieron en temporadas anteriores a excepción del último Gran Premio. Consignado ya el detalle, como también el lamentable vuelco del celebrado corredor de Venado, la lucha nos presentó al comienzo un duelo intenso en los relojes entre el campeón Juan Gálvez y Juan Gruat, quien en algunos controles de la ruta estuvo al frente en los cronómetros, como lo expresa le planilla que lo coloca así en Rufino y también en el primer paso por Venado Tuerto.
Difícil es consignar lo acontecido a cada uno de los competidores, todo lo cual ha determinado una serie de variantes en la clasificación de los diferentes controles. No sólo las gomas, que en la polvareda se rompen más porque el corredor no puede esquivar pozos, sino que se producen otros accidentes atribuibles al mismo factor. Lamentablemente algunos de ellos muy graves, como el vuelco de Agustín Aguaviva que significó la muerte de su acompañante Pascual Crocco, y el más afortunado de Rubiol Roca que obligó a la internación en un hospital del corredor tucumano y su acompañante. Destaquemos que Guido Maineri se detuvo a recoger a Rubiol Roca para conducirlo al hospital más cercano.
Antes de ellos se produjo el abandono de Cordonier, quien volvía a las luchas del motor, así como también otras deserciones y retrasos importantes. Ya vemos en la planilla respectiva que R. Caparros andaba peleando en los puestos de vanguardia y que, no obstante ello, no figura en los diez primeros en la etapa en la que ocupó el duodécimo lugar. Eusebio Marcilla, que a poco de iniciada la carrera se detuvo varios minutos para subsanar un inconveniente de carburación, recién en San José de Esquina aparece en la clasificación parcial en el quinto lugar. Allí Ernesto H. Blanco era segundo, pero se extravió en la ruta y se internó varios kilómetros en un camino que no correspondía al itinerario. Esa pérdida gravitó enormemente en su clasificación, a lo que se agrega una parada por un tren de carga.
En tanto se producían una serie de alternativas entre los 39 que habían iniciado la competencia, número que se fue reduciendo por las dificultades de la ruta y la lucha característica de estas carreras, se podía anotar una firmeza de marcha por parte de Juan Gálvez y el avance decidido de Eusebio Marcilla, quien desplazaba a Gruat sobre los finales por la escasísima diferencia de cinco segundos; iban escalando puestos otros, entre ellos Daniel Musso, que llegaría al cuarto lugar pre-cediendo a Rolando Castelli, el corredor revelado en el último Gran Premio. Detrás suyo, y con su marcha característica, Tadeo Taddia fue ubicándose en, el sexto lugar, precediendo a Rubén T. Castelli, e quien también le acontecieron muchas de esas cosas que retrasan, pues en los primeros momentos lo tuvimos en el cuarto lugar de la general.
Deserciones, retrasos, todo fue extendiendo diferencias, por lo que la polvareda, distanciados los hombres, significó obstáculos en lo que atañe a pinchaduras, pero no en el adelantamiento de una máquina a otra entre las que iban el frente, por cuanto en los controles los pasos se registraban espaciados.
- Fue muy dura - expresó el vencedor Juan Gálvez al término de la jornada demostrando cansancio por lo ya comentado y por la alta temperatura reinante. Se refirió también a la escasa suerte de Marcos Ciani y se remitió e la que a él le había acompañado y que ya no sería aliada suya en la etapa siguiente, para la que no se presentaron Raymundo Caparros y J. Millet.
No tendría suerte Juan Gálvez la jornada complementaria, decíamos, porque en las inmediaciones de Cañada de Gómez le salió al peso con su automóvil un chacarero que iba a misa acompañado de una hijita suya y que ignoraba la competencia. A fin de evitar el choque se desvió Juan Gálvez. La gravedad del accidente fue evitada en su mayor proporción, pero la máquina de Juancito sufrió deterioros que determinaron su deserción. Posesionado Eusebio Marcilla de la vanguardia, a la que tenía más derechos que ninguno producido el abandono del campeón, ya no la dejó más y fue logrando apreciable diferencia sobre quienes le escoltaban de más cerca. Los buenos caminos se prestaban a correr fuerte y es así que por Cañada de Gómez su promedio era de 141, el que iría disminuyendo gradualmente, pero siempre como líder absoluto el excelente corredor de Junín. Si en la etapa inicial se habían producido abandonos de importancia, entre ellos, y a poco del comienzo, el de Marcos Ciani, ahora se sumaba el de Juan Gálvez, por lo que ya faltó el duelo, la lucha por el primer puesto. Detrás del puntero se fueron produciendo alternativas con un nuevo retraso de Ernesto H. Blanco, le deserción de Tadeo Taddia, retraso de Carena, quien habíase insinuado muy bien, todo lo cual restó interés a la competencia e la vez que fue disminuyendo el número de sus actores.
Algunos parciales que damos en otro rugar completan estos breves comentarios en los que deseamos destacar que el vencedor de la Cuarta Vuelta de Santa Fe, si bien se vio favorecido por la deserción de quien punteaba en la ruta y en la clasificación general, verdad es que había actuado brillantemente en la jornada inicial en la que, detenido varios minutos a poco de andar, fue escalando posiciones hasta ser segundo y escoltar e Juancito, a la vez que sindicándose como su más serio adversario así que se dio comienzo a la segunda. No es, en consecuencia, un vencedor accidental. Era uno de los que podía ganar, el segundo en el orden de las posibilidades de acuerdo a como se fue desarrollando el certamen. En cuanto a Juan Gálvez, queremos recordar que por segunda vez le ocurre un accidente como el que en esta ocasión lo dejó fuera de lucha, pues el anterior se produjo en la carrera de Olavarría en la que, yendo también en la vanguardia, se encontró con otro señor que había salido al camino con su automóvil, contra el cual chocó Juancito.
Musso y Gruat, que habían luchado mano a mano en el curso de la primera etapa, reeditaron en la complementaria ese duelo, el que, finalmente, se resolvió en beneficio del corredor de General Rodríguez.