RICARDO ZIELISNKI logró en dos entrenamientos al frente de Independiente que el público se identifique con el equipo como no pasó en las 11 fechas previas del campeonato. 

Motivados por el clásico, los jugadores del Rojo se liberaron del caos institucional y tuvieron una actuación a la altura de las circunstancias, con la actitud y la intensidad necesaria para compensar la falta de jerarquía. Desde el vamos se los vio comprometidos con el partido y metidos en todos los detalles, como el reclamo colectivo a Yael Falcón Pérez antes del comienzo del segundo tiempo. 

Fue empate 1-1, con Racing con situaciones más claras y con Independiente más protagonista y decidido a ir por la victoria, sin tanta claridad en la puntada final. 

Polémica al margen, Independiente no puede quedarse en el polémico penal que sancionó Yael Falcón Pérez y ratificó Darío Herrera desde el VAR.

Es cierto que los antecedentes invitan a la sospecha y que el árbitro llegó condicionado al clásico por todo lo que se habló en la previa respecto a su cargo en la Municipalidad de Lanús, en donde es intendente Nestor Grindetti, el presidente interino de Independiente.

Independiente no puede quedarse en la comodidad de sentirse perjudicado. Para un equipo necesitado, que ya regaló más de un cuarto de la temporada con el experimento de un entrenador que no funcionó y con un interinato que se prolongó de manera innecesaria, no hay nada peor que sentirse víctima y alimentar teorías conspirativas.

Con 87 puntos en juego es la hora del despegue para el equipo de Zielinski, que trazó la clasificación a una copa internacional como objetivo, más allá del comprometido 25° puesto. El encuentro con Racing dejó certezas. Sobre eso debe construir. 

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