BOCA viene de atravesar un fin de semana de pura celebración: el viernes pasado concretó nada menos que cuatro refuerzos en un día. Uno de ellos fue uno de los más aclamados por los hinchas: Rodrigo Battaglia, el jugador de 33 años que ya había expresado su deseo de vestir la casaca xeneize.
Con todo lo económico arreglado tanto con el jugador como con Atlético Mineiro, la entidad que dirige Juan Román Riquelme puede estar segura de contar con un elemento preciado por el entrenador Fernando Gago, que ya arribó a Buenos Aires en la madrugada del domingo.
Se trata de un hombre de carácter y personalidad fuertes, todo lo que se puede presuponer que busca el hincha de Boca para su zona defensiva.
El año pasado hubo una muestra no menor de su templanza. En noviembre, luego de eliminar a River y clasificarse a la final de la Copa Libertadores -luego la perdería contra Botafogo-, Atlético Mineiro perdió 3-1 en el Maracaná ante Flamengo y el partido entregó un momento de suma tensión.
Una discusión cruzó a dos referentes del equipo: el delantero Hulk y el propio Battaglia. El delantero brasileño y el nuevo refuerzo de Boca se dijeron de todo y tuvieron que ser separados por sus propios compañeros.
"Son naturales estas discusiones", diría más tarde Hulk, aunque lo cierto es que Battaglia dejó marcado un precedente respecto de su entereza emocional.