Un auténtico símbolo de la globalización, Naohiro Takahara llegó al Boca del siglo XXI con más expectativas de marketing que futbolísticas. Hacía tiempo que la idea de contratar a un japonés rondaba por la cabeza de Mauricio Macri. Y en la noche del 28 de noviembre del 2000, el día de la consagración Intercontinental ante el Real Madrid en Tokio, el presidente de Boca se terminó de convencer.
La apuesta fue este delantero de 22 años (4 de junio de 1979) que llegaba con un palmarés intachable: participación en el Mundial Sub 17 de Ecuador, dos torneos ganados en la Liga de Japón, subcampeón en el Mundial Sub 20 de Nigeria 1999 y campeón de la Copa de naciones de Asia 2000. En el Jubilo Iwata había cosechado 24 goles en 65 partidos.
“¿Quién piensan que lo trajo? ¿Ustedes (los periodistas) se creen eso del marketing? Él está por sus potenciales condiciones. ¿Si va a jugar o no? Eso va a depender de su nivel. Pasa que armaron una historieta y algunos piensan que Boca va a vender las 500 mil camisetas que comercializa el Manchester”, comentó Carlos Bianchi.
Pero la apuesta no funcionó: “Nunca pude agarrar ritmo. Los dos llamados de mi selección me fueron adversos. Jugar acá como en Japón eran cosas muy importantes para mí y, lamentablemente, no pude elegir. Tuve que ir, pero sinceramente quería quedarme para pelear por un lugar en el equipo”, declaró Taka cuando su salida de Boca era una certeza.
Los números con los que llegó se derrumbaron en tan sólo doce meses: con la camiseta número 30, Takahara jugó 7 partidos e hizo un gol, el sexto de un 6-1 ante Lanús. Así se transformó en el primer japonés en convertir un gol en Primera División. Luego pasó nuevamente por Jubilo Iwata, Hamburgo SV, Eintracht Frankfurt -ambos de Alemania- y en 2008 pasó al Urawa Red Diamonds de su país.
Su imagen se eternizó en la memoria de unos pocos. Su paso fugaz por Boca -con revuelo mediático mediante- precedió a una buena experiencia europea, lo que revela que su excursión por Sudamérica no resultó ningún cuento japonés.
Por Mauro Gurevich (2010).