El día de tu presentación, en la conferencia de prensa calificaste lo de Boca “como un ejemplo”. ¿Fue un acto fallido o un gran reconocimiento?
–No, un momentito, no fue así. Yo no dije que lo de Boca fue un ejemplo. Simplemente los felicité por lo que habían conseguido a nivel internacional.
–No, Ramón, está grabado. Vos los felicitaste y además dijiste que “en los últimos años, un ejemplo es Boca, que se dedicó a un solo objetivo”. Y a los pocos días afirmaste que Bianchi es el mejor técnico de la Argentina.
–Lo de Bianchi no lo pongo en duda, pero lo otro, no, pero no importa. ¿Cómo yo voy a poner a Boca de ejemplo? ¿Te parece a vos?
–Pero lo hiciste.
–Es que Boca no se puede comparar con River. No existe punto de comparación. Hay que mirar nada más lo que es el Monumental. Y esto es un pequeño ejemplo. No vale la pena buscar otros.
El Pelado Díaz, modestamente, jugó su ficha. Y atendió a Boca, después de un arrepentimiento no declarado, por lo que deslizó el pasado viernes 22 de junio en el primer piso del Monumental frente a una larga variedad de testigos. Ese perfil picaresco es el que desnuda su esencia. El que lo identifica con el personaje chispeante y chicanero que supo fabricarse como director técnico. En su regreso a River el hombre de 41 años igual está un poco contenido. Pero es circunstancial, pasajero. De a poco va calentando los motores. Y en Núñez o en Tandil deja su sello porque no le gusta traicionarse.
–¿Por qué a Saviola y a Riquelme los ponés por arriba del resto?
–Porque en la actualidad son de lo mejor que tiene el fútbol argentino. Esto si miramos el presente, pero además por delante se les presenta un futuro extraordinario, aunque Javier es un par de años más joven que Riquelme. Ojalá sigan así para que la gente del fútbol los disfrute.
–El problema es que a Saviola no lo vas a tener más. Él además no quería continuar en River. La comisión directiva aprobó su transferencia al Barcelona a partir de una mejor oferta.
–Es una lástima. Más bien que como hincha de River, me hubiera gustado que siguiera en el club. Y como entrenador también. Pero las decisiones siempre las toman las instituciónes: si se queda, si se va, si se espera otra oferta superior. Los tiempos los maneja el club. Esto es así. Yo había expresado que siendo él muy joven iba a tener en estos años muchísimas posibilidades de ser vendido al exterior. Además, no sé si Saviola realmente quería irse. Tendría que haber hablado con él para saberlo. No se olviden de que al chico lo hice debutar yo en el 98 y lo conozco con sólo mirarlo a los ojos.
–De lo que tampoco hay que olvidarse es que Boca desde hace tres años está arrasando con todo. Y River espía fiestas ajenas.
–Me parece que yo tendría que haber seguido al frente de River, porque después que me fui comenzó la buena época de Boca. Antes no era así, ¿no?
–¿Y ahora llegaste vos para poner las cosas en orden?
–Vamos a ver. Acá no hay que meter presión ni acelerar los tiempos. Hay que manejar todo con tranquilidad. Así lo hicimos siempre. Y no vamos a cambiar de ninguna manera. Por algo ganamos algunos títulos. Porque ojo, no es fácil ganar. Y esto Bianchi también lo sabe, porque ya demostró ser capaz, muy capaz. Y ahora llegó a ser el mejor de la Argentina. Es que conseguir logros no es sencillo. No es cuestión de tener más o menos suerte. En pequeñas o grandes cosas siempre se ve la mano del técnico. Su idea, su manera de parar al equipo en la cancha, el sistema que elige, lo que decide... Son muchos detalles.
–Hay algo que une a Bianchi y a vos. Es la invocación del ambiente a la buena estrella que los persigue.
–Pero no exageremos con la suerte. Sólo con la suerte no ganás tantos títulos. Detrás hay un trabajo, una convicción, un conocimiento. Si todo fuera por la suerte, no habría que hacer nada. Sólo esperar que sucedan los hechos y disfrutarlos. Pero sabemos que no es así.
–A propósito de la competencia y la rivalidad histórica con Boca hace unos días comentaste que no prometés campeonatos.
–No, más bien. No prometo campeonatos. Sí trabajo, seriedad y profesionalismo. Después se verá. Claro que me gustaría volver a ganar títulos. Y una linda manera de empezar sería con el Apertura que se viene.
–Pero River ya está aburrido de ganar campeonatos locales. Los hinchas buscan emociones más fuertes.
–Un campeonato local más nunca viene mal. También está la Mercosur. Aunque la Mercosur la gana cualquiera. No tiene tanto prestigio. Lo mejor es la Copa Libertadores, porque te da la posibilidad de jugar la Intercontinental en Tokio. Nosotros fuimos en el 96 y perdimos con la Juventus. Por supuesto queremos ir de nuevo. Es el sueño que también tienen todos los hinchas de River.
–Pero este River no es el que dirigías antes. No le sobran jugadores. Al contrario; le faltan.
–Sí, y estamos en eso. Pero sin desesperarnos. Con serenidad. Los dirigentes saben muy bien cuáles son las necesidades del equipo. Saben que precisamos refuerzos, porque en River la gente es muy exigente. Y hay que atender esa exigencia de la mejor manera. Pero se va a cumplir con lo que ya hablamos.
–Tu posición fue muy clara: querés tener en el plantel al Turu Flores y a Cambiasso.
–Sí, son dos muy buenos jugadores con grandes condiciones. ¿Cómo no los voy a querer? Pero también quiero a otros. Son más o menos los nombres que salen publicados en todos lados. No hay nada escondido.
–¿Con la situación de Bonano quedaste mal parado?
–No, ¿por qué? Yo sólo dije que me gustaría que se quedara.
–¿Y tuviste que conceder, negociar algo, porque todo indica que firmaría para el Barcelona?
–No, ojito, yo no entrego nada. Entregar nunca. No me gusta entregar.
–¿Por qué desde que asumiste te empeñaste en repetir que en esta etapa todos los jugadores arrancan de cero?
–Porque es la verdad. En todo ciclo nuevo se arranca de cero. Creo que es lo que corresponde. Darles a todos las mismas posibilidades.
–Pero de tu anterior etapa hay varios jugadores que fueron la base de equipos de River brillantes. Podemos mencionar a Celso Ayala, Astrada, Ortega... ¿No estás casado con ellos?
–No, yo no me caso con nadie. Sólo estoy casado con mi señora, que por otra parte es hincha de Boca. No saben lo que fue la noche en que Boca ganó por penales la Copa Libertadores frente al Cruz Azul. No la podíamos parar.
–¿Tampoco sos amigo de los jugadores?
–No, tampoco, para nada. Las buenas relaciones profesionales son una cosa y la amistad es otra. La realidad es que no soy amigo de los jugadores, porque en el momento de las decisiones eso me podría condicionar. Y no quiero que esto ocurra.
–Aunque en fútbol es casi imposible hablar sin nombres propios, ¿cuál sería tu esquema táctico ideal?
–Estamos viendo algunas cositas. En Europa por ejemplo los equipos tienen muchísima dinámica, se mueven con línea de tres, hay una gran presencia en ataque, van a proponer permanentemente... En fin, detalles tácticos interesantes. Acá, son pocos los equipos que juegan con línea de tres.
–Boca con un sistema táctico muy clásico no le perdonó la vida a nadie.
–Sí, está bien, sólo digo que son formas de interpretar el fútbol. Y de jugar. A Boca con su sistema le fue excelente.
–Está claro que el fútbol no pasa por el pizarrón. A Boca con línea de cuatro le salió todo diez puntos y Ruggeri en San Lorenzo con línea de tres nunca encontró el equipo. Pero la idea va más allá de tres o cuatro hombres en el fondo.
–Es que los técnicos dependemos de los jugadores con que contamos. Marcelo Bielsa tiene a todos a su disposición porque es el técnico de la Selección Nacional y eligió un sistema que dio resultados. Y no me parece que haya alguien que no le guste cómo está funcionando Argentina. Creo que la Selección junto con Francia hoy son las dos mejores del mundo. No sé, me parece.
Hay que decir que Ramón es muy consciente de que en su segunda etapa como técnico de River su gloria acumulada no es eterna. Si lo convocaron en la urgencia es para descomprimir la crisis política del club y para ganar con un plantel muy diezmado en relación con etapas anteriores. Por eso tiene que ir con pies de plomo sin dar pasos en falso. La dirigencia, con todo el dolor del mundo, tuvo que tragarse el regreso del Pelado por el fracaso del Tolo Gallego. Pero la verdad es que no se lo bancan. Lo soportan. “Lo mío no es meterme en política”, aseguró Ramón. El hombre nunca ha sido un ingenuo. La política forma parte de la vida cotidiana de River. Y si él volvió fue por una cuestión política, atada por supuesto a su feeling con los hinchas –en especial, los que habitan la tribuna popular– y a sus éxitos como técnico. Pero el juego sigue.
–¿Qué rol va a tener Ortega en el equipo?
–Vengo escuchando últimamente muchas definiciones sobre el lugar de la cancha en el que Ortega juega mejor. Que es puntero derecho, que es media punta, que es punta, que no tiene características para moverse como un enganche. Y la verdad es que Ortega ha jugado en River en la función de enganche partidos sensacionales. Porque él tiene la inteligencia suficiente para saber en qué lugar del campo tiene que estar. Más bien que siempre delante de la línea de los volantes. Pero por derecha, por izquierda, por el centro. Libre, pero él supo usar esa libertad. Y desequilibra.
–En esa etapa, River también contaba con Francescoli y con Gallardo. Ortega nunca fue un diez clásico.
–Sí, está bien, es cierto, estaba Francescoli, pero Ortega se movía por esa zona de la cancha que indiqué antes. Claro que lo que jugaba ese equipo del 97 era impresionante. Tenía todo lo que tenía que tener.
–¿Cómo marcha tu relación con Cardetti después de algunos desencuentros en la gestión anterior?
–No hay problemas con nadie. Ya quedó dicho. Empezamos de cero. Acá lo que se busca es la grandeza y el desarrollo de River. Y nada más.
–¿El pibe D’Alessandro tendrá un espacio propio muy importante en la estructura del equipo?
–D’Alessandro tiene un muy buen futuro.
–¿Y su presente?
–Tiene un buen presente, pero un gran futuro. Lo conocemos muy bien. A este chico, como a tantos otros, los venimos observando hace años. Y lo vamos a ir llevando de a poco. Como corresponde. De a poquito, como en definitiva hicimos con otros jugadores que después fueron actuando en Primera.
–Ramón, con una mano en el corazón, ¿sentís que los periodistas te valoran o sospechás que te tienen como un profesional que tuvo la fortuna de encontrarse con planteles de gran riqueza?
–No, me siento valorado, reconocido. Como dije antes, sólo con la suerte no lográs mantenerte durante tanto tiempo. Lo que pasa es que los periodistas no ven todo lo que gira alrededor de un equipo. Y todo lo que hay que hacer para que ese equipo crezca en su rendimiento individual y colectivo.
–Esto lo manifestaste en una de las últimas notas que te hicimos. Dijiste que en “la Argentina se habla cada vez más de lo que rodea al fútbol, pero de juego cada vez menos”. Y que eso pasaba porque “el juego aquí fue superado por la polémica”.
–Sí, exacto. Eso comenté. Es que en varias oportunidades nosotros hicimos modificaciones tácticas en River y parece que la prensa no se daba cuenta porque no las señalaba. Y eran cambios muy importantes para el equipo. Cambios que dieron resultados. Pero no terminan de ser detalles para el consumo interno. Quizá lo que le interesaba al periodismo eran otras cosas. Pero bueno, son las reglas de juego.
No cambió. No podría cambiar. El Pelado, aquel que cuando se incorporó a la Selección mayor que dirigía César Luis Menotti en el 79 no pronunciaba palabra y era el centro de algunas bromas por parte de Daniel Passarella, hoy habla lo justo. Ni más ni menos. A veces la pifia, como cuando confesó que “Boca es un ejemplo” y después retrocedió. Pero en general, mide, calcula. Y se larga o se contiene según su análisis político.
Aprendió en Italia durante sus 7 años de estadía la fórmula para tratar con los periodistas. En agosto del 98, nos dijo: “En Italia la relación con la prensa es mucho más dura. Más de uno tendría que estar seis meses allá y después comparar. El que hace silenzio stampa, perdió”.
Allá, es obvio, no hizo silenzio stampa. Y ganó. Ahora quiere seguir ganando. Y pretende manejar los tiempos del fútbol y de las entrevistas. No la tiene fácil. Pero él suele decir que River va a recuperar la alegría.
–¿Estás en eso entonces?
–Ya volvió la alegría. ¿No se dieron cuenta?
Admirador de Carlos Saúl Menem, Ramón Díaz visitó al ex presidente
en la quinta de Don Torcuato. El Pelado cree en la inocencia de su amigo
y advierte que con su detención a la Argentina no la toman en serio.
–Ramón, ¿cómo lo viste y qué le dijiste a Carlos Menem cuando lo visitaste hace unos días en su arresto domiciliario de Don Torcuato?
–Le dije que con su detención en un segundo estaban tirando a la basura lo que había costado tanto construir durante diez, once o doce años. Le dije eso. Lo que realmente sentía. Porque a nivel internacional esto fue un retroceso terrible.
–¿Cuál es el retroceso? Por más que sea un ex presidente si cometió un grave ilícito, como sospecha el juez, no tiene por qué tener privilegios frente a la Justicia.
–Es que ahora internacionalmente no somos un país creíble. Que un ex presidente elegido libremente por la gente sea detenido no es algo de todos los días. Convengamos que no es común que se acuse a un ex presidente de la Nación por un tema de corrupción, de asociación ilícita o cosas por el estilo. Además lo detuvieron sin tener la seguridad de que es culpable. Y si después se descubre que no lo es, ¿qué pasa? ¿No pasa nada?
–Él fue citado a declarar y se negó.
–Es que en la Argentina muchas veces una persona fue acusada de cometer un delito y después se comprobó que no era así. Hay muchos ejemplos. Menem es uno de ellos. Es inocente.
–¿Vos entonces ponés las manos en el fuego por él?
–Sí, totalmente. Pongo las manos en el fuego por Carlos Menem. Lo conozco muy bien, sé lo que hizo por el país, todo lo que trabajó. Yo no me olvido que cuando estaba Alfonsín en el gobierno no había nafta para ir a La Rioja. No me olvido. Y Menem cambió todo. Pero de repente retrocedimos. Y afuera se habla muy mal de todo lo que está pasando en la Argentina. En el exterior ya no nos toman en serio. Y de última, ahora los programas de humor se la agarraron con De la Rúa. Yo no estoy de acuerdo con lo que están haciendo con su figura. Todo tiene que tener un límite. Y De la Rúa debe tomar medidas, porque si no parece que acá vale todo. Y no debería ser así.
Ramón Ángel Díaz jugó en River, Napoli, Avellino, Fiorentina e Inter de Italia, Mónaco de Francia y Yokohama Marinos de Japón. Empezó y finalizó su carrera en el club de Núñez, donde debutó el 13 de agosto de 1978; jugó 177 partidos y marcó 85 goles, en sus dos ciclos, entre 1978-81 y 1991-93, siendo campeón 5 veces: en el Metro y Nacional 79, Metro 80, Nacional 81 y Apertura 91. Como jugador también ganó el torneo de Italia 88/89 con el Inter, la Copa de Francia 90/91 con el Mónaco y el Campeonato Mundial Juvenil Sub-20 con Argentina en 1979.
Como técnico sólo dirigió a River. Su debut fue el 26 de julio de 1995, ante Vélez (1-1), por la Copa Libertadores de ese año y su último partido el 19 de diciembre de 1999, 2-2, ante San Lorenzo por la última fecha del Apertura . En sus cuatro años y medio al frente del primer equipo millonario dirigió en 250 partidos (entre torneos locales y copas internacionales), con 126 victorias, 66 empates y 58 derrotas, obteniendo el 59,20% de los puntos y ganando 6 títulos: 4 locales (los torneos Apertura 96, 97 y 99 y el Clausura 97) y 2 internacionales (la Libertadores 96 y Supercopa 97) . Perdió la final intercontinental ante Juventus.
Textos de Eduardo Verona (2001).
Fotos de Alberto Raggio.
05 de febrero. El delantero de Corinthians y un serio conflicto en Mónaco por el que pagará las consecuencias.
27 de enero. Bajo la tutela del argentino, Corinthians cayó sin atenuantes por 3-1 ante Sao Paulo, por el Torneo Paulista.
23 de diciembre. El ex enganche de Talleres está viviendo un gran presente en el Timão desde la llegada del técnico riojano.
13 de noviembre. El legendario defensor español podría ser dirigido por un argentino en un grande del continente.
11 de noviembre. El Muñeco amplió una marca top con el 3-0 ante Barracas Central en el Estadio Monumental.
04 de noviembre. Ocurrió en Corinthians - Palmeiras, que finalizó con triunfo 2-0 del equipo de Ramón Díaz con goles de Rodrigo Garro y Yuri Alberto.