Último tiro desde el punto penal de la infartante definición entre Ghana y Uruguay, después de 120 minutos de batalla y con un penal desperdiciado por los africanos en el mismísimo 120. Sebastián Abreu se para delante de la bola. Si convierte, la Celeste viaja a semifinales, como no lo conseguía desde 1970. Los nervios agobian a todos, menos al número 13, a quien por algo le dicen el Loco. Y entonces, Abreu la pica y la manda suavecita al fondo de la historia…
A los 36 años y 277 días, Palermo cumplió con el sueño de su vida: jugar en un Mundial. En el estadio Peter Mokaba, de Polokwane, ingresó a los 80 minutos del partido que Argentina le ganaba 1-0 a Grecia y eso fue suficiente para que escribiera otro capítulo de su historia de película. A los 89, tomó un rebote y de derecha, su pierna menos hábil, puso el 2-0 definitivo. Se transformó en el jugador argentino que convirtió a mayor edad en un Mundial.
No fue un torneo a pedir de los cracks. Kaká, Rooney, Messi y Cristiano Ronaldo ni rozaron la corona que vinieron a buscar. El Mundial del portugués fue un fiasco. Nada de nada. Ni jugadas electrizantes, ni goles inolvidables. Convirtió el sexto de la goleada por 7-0 a Corea del Norte, pero fue de rebote y luego de que la pelota le bailoteara en la nuca, como se ve en la fotografía. Una concepción tan ridícula y absurda que hasta el propio Cristiano sonrió burlonamente. En la eliminación ante España se fue escupiendo al camarógrafo oficial. Un escándalo.
Mientras Fabio Quagliarella llora sin consuelo, el capitán Fabio Cannavaro mastica la bronca con la frente en alto. El mismo hombre que levantó la Copa en Alemania 06 y que fuera elegido mejor jugador del mundo quiere que se lo trague la Tierra, pero aguanta. Italia, el campeón defensor, se fue humillado en primera ronda. Empató con Paraguay y Nueva Zelanda, cayó ante Eslovaquia y terminó último en su zona. Un papelón incontrastable.
La Jabulani fue muy criticada durante el torneo. Los arqueros la odiaron por sus combas envenenadas. Los volantes y los delanteros se quejaron por lo complicado que resultaba controlarla. Se multiplicaron los disparos por arriba del travesaño. A los defensores les dio lo mismo. El chileno Gary Medel, por ejemplo, le puso la cabeza y probó su llamativa flexibilidad. El hombre de Boca fue la gran figura de la selección de Chile, que trepó hasta los octavos de final.
Alemania le ganaba 2-1 a Inglaterra por los octavos de final. La selección de Capello presionaba por el empate, hasta que Frank Lampard despachó un cañonazo de media distancia. La pelota superó la estirada del arquero Manuel Neuer, pegó en el travesaño y picó medio metro adentro. Gol. Golazo. Pero el juez uruguayo Jorge Larrionda, “desasistido” por su compatriota Mauricio Espinosa, siguió el juego como si nada. Era el 2-2 que podía cambiar el partido. Pero no lo convalidaron y los germanos redondearon un 4-1 lapidario. ¿Para cuándo la tecnología aplicada a jugadas puntuales?
La carita del inglés David James lo dice todo. El desenlace es inminente. El remate cruzado de Lukas Podolski se le coló entre las piernas y viaja hacia la red. Es el segundo de Alemania ante Inglaterra, en uno de los pocos partidos vibrantes que ofreció la Copa del Mundo. Un 4-1 que, más allá de la polémica por el gol anulado a Lampard, entregó jugadas de alto voltaje técnico y emocional.
Por primera vez en su historia, Paraguay se metió entre los ocho mejores de un Mundial. Empatados los soporíferos 120 minutos contra Japón, llegó la hora de la definición por penales, sentenciada por Tacuara Cardozo. Entonces se encendieron los motores de sus compañeros desde la mitad de la cancha, en una carrera loca y desenfrenada para celebrar una conquista inédita. Después, le planteó dura batalla a España, con la que cayó recién al final. ¡Bravísimo!
Sudáfrica 10 no quedará en la historia como un Mundial de gran calidad técnica. Tampoco por la productividad ofensiva. Todo lo contrario: registra un escuálido promedio de gol. Si bien tampoco se caracterizó por el juego brusco, varios partidos provocaron un compendio de bostezos. Pero que hubo suelazos, hubo. Y si no, que lo diga el hondureño David Suazo que tuvo el privilegio de contar los tapones del español Carles Puyol.
Ni la carita de “yo no fui” salvará a Felipe Melo de la expulsión. Su planchazo a traición sobre las piernas del holandés Arjen Robben no merecía otra cosa que la roja. Esa imprudencia inadmisible comenzó a sellar la suerte negra de Brasil en la Copa. El equipo de Dunga no supo aprovechar la ventaja en el marcador y perdió la cordura cuando recibió el empate por un error compartido entre Felipe Melo y el arquero Julio César. Luego desniveló Sneijder y el gran candidato se marchó a casa en cuartos de final.
Se creia que no iba a jugar por la fractura en un brazo sufrida pocas semanas antes del Mundial, pero Didier Drogba pudo aportar su acostumbrada dosis de potencia para Costa de Marfil. Para muestra, alcanza el modo en que se arrojó a los pies del portugués Bruno Alves para pelear una pelota. Pero su esfuerzo no alcanzó. El equipo jamás levantó vuelo y se terminó despidiendo en primera ronda tras un empate esperanzador frente a Portugal en el arranque.
el loco tenía una cuenta pendiente con los Mundiales, desde su frustrante experiencia del 2002, pero con una Selección con muchas menos individualidades alcanzó la meta propuesta. Después de 48 años, Chile consiguió un triunfo en una Copa del Mundo (1-0 a Honduras), luego superó a Suiza y cayó en el cierre del grupo con España, con un jugador menos. En octavos padeció a Brasil, pero a pesar del 0-3 fue recibido con honores en Santiago. Un merecido reconocimiento a su excelente trabajo.
¿Furia española? No. Fiesta española. Debajo de la pirámide de la felicidad está David Villa, el matador de las balas de plata. Ante Paraguay, en el Ellis Park de Johannesburgo, el goleador apareció como un relámpago para definir un desarrollo cerrado y de pronóstico reservado. Un gol que valió el pasaporte a las semifinales.
No importó que la selección local quedara eliminada en primera ronda, hecho inédito en la historia de los Mundiales, porque fue presa de una zona mortífera. Tampoco que los demás representantes africanos, a excepción de Ghana que estuvo a un suspiro de pisar las semifinales, transitaran por el torneo con más pena que gloria. El pueblo sudafricano, con simpatía gigantesca y música de vuvuzelas, armó un carnaval en cada estadio y les dio vida a tardes y noches inolvidables. Un Mundial único.
Por Elías Perugino (2010).
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