A pesar de ser pleno mes de julio, en Río de Janeiro siempre hace calor. Era un día muy especial para el pueblo brasileño en general y carioca en particular. 203.000 personas abarrotaron el Maracaná, inaugurado 40 días antes, que albergaba el evento deportivo más importante del mundo, la final del mundial.
Brasil llegaba como favorito al convite. Los dirigentes uruguayos caminaban nerviosos por las entrañas del monstruo. Uno de ellos, se dirigió a los jugadores y les dijo: “muchachos, perdiendo por una diferencia digna, estamos hechos”. Cuenta la leyenda que este comentario, ayudó para que Obdulio Varela acuñara el famoso “los de afuera son de palo”.
La historia ya es más que conocida: La “celeste” dio vuelta el partido ante Brasil, se impuso 2-1 y de ese fracaso nació el término que define las grandes derrotas y las históricas victorias.
Tan cercana como eterna, la victoria de Argentina en las semifinales de Italia 1990 sobre el local, entra en la categoría.
El contexto de los días anteriores había sido bravo: hostilidad, gritos y Maradona, quien jugaba su propio mundial, ya había dividido a Italia. El San Paolo estaba contrariado, la casa de Diego lo miraba de reojo. Italia se sentía en la final, ganaba 1-0 con gol de Schillaci y la suerte parecía echada. Apareció Caniggia, puso el 1-1 y todo cambió. Al terminar el tiempo suplementario, el fantasma de un “Maracanazo” sobrevolaba Nápoles, y así fue.
Goycochea, atajó los penales de Donadoni y Serena, haciendo corpóreo al fantasma. Cuarenta años después, la “desgracia” se repetía.
Brasil buscaba su revancha, quería organizar y ganar “su” Mundial, cosa que no había podido hacer en el primer intento. El “scratch” llegaba a las semifinales sin su figura excluyente: Neymar. Así y todo la fe estaba intacta. En frente, el poderío y la eficiencia Alemana. Los teutones, a paso firme, recorrían los caminos de la copa del mundo con la regularidad conocida.
El Mineirao era una fiesta; nada hacía pensar que el futuro iba a albergar otra frustración. Fue peor: gran parte de los 60.000 espectadores que estaban en Belo Horizonte no lo pudieron creer. Muchos lloraban, muchos se fueron antes, algunos se juramentaron no volver a ver a la “canarinha”: 7-1 abajo, la peor derrota de su historia, el “Mineirazo” como sinónimo de “Maracanazo”.
Este es un breve raconto de el porqué del término, de cómo nació y creció en el tiempo. Pasaron 70 años del original, su nombre se replicó en diferentes lugares del mundo y en diferentes épocas. El aniversario de un legado que nadie quiere sufrir y que muchos quieren gozar.
Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio