La edición 46ª del Campeonato Argentino volvió a realizarse, por tercera vez, en Bahía Blanca en 1979, en plena efervescencia de la Capital del Básquetbol. Allí ya se había organizado en 1939 y 1957.
Se esperaba que se repitiera la final de la cita anterior en San Miguel de Tucumán, cuando Provincia de Buenos Aires le ganó 75-70 a Capital Federal, entonces favorito. Pero “un resultado inesperado” de la zona “A”, en la quinta y última fecha de la rueda preliminar, trastrocó lo que se pensaba. Santa Fe, con las banderas de Carlucho Verga y el Cholo Mendoza, le ganó 83-81 a Provincia y, en consecuencia, se quedó con el primer lugar del grupo, que en el “B” fue ganado por Capital Federal. De esta manera la “final idealizada” se jugó como “semifinal real” el viernes 14 de septiembre.
Eduardo Alperín, periodista histórico del básquetbol argentino, fue el enviado especial a Bahía Blanca por el diario La Nación. Tras el impensado traspié de los bonaerenses, contó lo siguiente en su nota, anecdotizando:
“Los ecos de ese revés se escuchan en todas partes de la ciudad. Es el comentario obligado e, inclusive, no falta la broma que atempere el desaliento: ‘Lo hicimos a propósito, para que los porteños no puedan ni siquiera ser subcampeones’, fue el risueño comentario de un colega bahiense”.
Sin embargo, Capital Federal se impuso con amplitud en el juego y en el resultado: 92-77. En El Gráfico se leyó: “El Tano Ferello contagió su imponente personalidad de hombre, y demostró en la primera fricción que Capital no se dejaba llevar por delante”. Al Tola Cadillac no lo pudieron agarrar nunca y terminó con 27 puntos como goleador de la noche (convirtiendo en la apertura).
Un silencio sepulcral cubrió el estadio Osvaldo Casanova de Estudiantes. Después, en la final del sábado 15, Santa Fe no pudo oponer mayor resistencia. Concluyó 86-71 y así Capital Federal se dio el lujo y el gozo de cortar las redes en la casa del que se creía iba a ser el campeón... La formación inicial vemos en la apertura: Carlos Ferello, Luis González, Carlos Raffaelli, Roberto Leveau y Eduardo Cadillac.
Provincia, dirigido por Adolfo Lista y con Alberto Cabrera, Carlos González, Alfredo Monachesi y Jorge Cortondo en el plantel, no absorbió el impacto y sólo fue cuarto, ya que después perdió también 93-82 con Córdoba.
Se disputó por puntos, todos contra todos, sin final. Al último y decisivo partido del Sudamericano, uruguayos y argentinos llegaron invictos. Argentina fue dirigida por la dupla Alberto Regina-Juan Fava. El juego resultó muy peleado y se definió por un solo doble en favor de los locales: 25-23. Las columnas ofensivas de nuestro equipo en el torneo habían sido José Biggi (goleador del certamen con 10,6 de promedio, compartido con el uruguayo Zacarías Arnábal) y Rolf Larson, quien estuvo muy marcado la última noche y no pudo convertir, pese a que fue quinto entre los principales anotadores y había sumado 35 tantos en los 4 partidos anteriores.
En septiembre de 1940 tanto Larson como Bergeson jugaron para Capital Federal el accidentado Campeonato Argentino de Santiago del Estero. Ante el ambiente hostil, los porteños no se presentaron a disputar la final ante Santa Fe.
Larson murió en Phoenix con 53 años cumplidos.
En la década del 60 del siglo pasado un nuevo nombre tuvo su momento de esplendor en el básquetbol metropolitano. El Club Social Villa Crespo, de la avenida Juan B. Justo 2650, fundado el 23 de junio de 1900.
Para entender su encumbramiento: Villa Crespo se consagró campeón de Primera División de la Asociación Porteña (la ex Federación Argentina) en 1962, 1964 y 1965. Su gran época se extendió además al Campeonato Metropolitano, donde también participaban equipos de la Buenos Aires: conquistó el de 1964. Hilvanó además una espectacular serie de 49 partidos consecutivos sin perder.
El viernes 18 de junio de 1965 vivió su noche más gloriosa. En un amistoso, jugado en el Luna Park, le ganó 83-76 al Real Madrid, por entonces bicampeón de Europa, cuando el equipo español sufrió su única derrota de la historia de sus presentaciones en nuestro país.
Dos títulos de entonces del periodista Piri García en El Gráfico nos pintaron lo que fue aquel equipo: “Un aluvión que juega” y “Un canto al básquet”.
La formación que se eternizó para la posteridad como los "cinco magníficos" fue con Carlos Alberto “Puchi” Mariani, Osvaldo Simón “Tato” Ros, Norberto “Mumi” Battilana, Edgardo “Cabito” Denatale y Carlos Alberto “Tano” Ferello, ocupando respectivamente las posiciones del uno al cinco.
El director técnico fue Armando León Grynberg. En el básquetbol argentino ostenta el récord histórico de ser, con 21 años, el entrenador más joven en lograr un título importante. Armando, además, es un campeón de la amistad. Permanecen en Villa Crespo las cenas que, cada dos meses, generosamente brinda entre gente del básquetbol de antes sin distinción de banderías.
También alternaron (por orden alfabético) en el equipo: Juan Carlos Battilana, Agustín Berrino, Horacio Cabrera, Horacio Capeluto, Oscar Dematti, Carlos Fernández, Eduardo Herman, Osvaldo López, Rodolfo Marcos, Miguel Mafrand, Laertes Mazzarella, Carlos Alberto “Pipo“ Moyano, el “Negro“ Mario Pérez, Rafael Rudavetz, Néstor Steinberg, Angel Uzal y Juan Carlos “Cacho“ Valdés.
El entrenador-analista Chiche Gornatti empezó a jugar en dicho club y nos brinda esta radiografía de cómo funcionaba el equipo de los “cinco magníficos”:
“Ese Villa Crespo fue el más ganador del momento y el equipo con más corazón que conocí. Se basaba en una formación de ataque tres-dos, con un base seguro que era Puchi Mariani y dos tiradores. Uno para larga distancia y a la vez penetrador por la línea final como el Mumi Battilana y otro para la corta como el Tato Ros. Ambos infalibles. Sus jugadores internos eran un “rompehuesos” (Cabito Denatale), que sumaba en defensa y en ataque, y un pivote desequilibrante (el Tano Ferello). Tenía también reemplazantes equipistas como Cabrerita, Uzal y el Negro Pérez y jóvenes prometedores como Cacho Valdés y Fernando López Rita”.
Norberto Battilana fue tapa de El Gráfico Nº 2412 del 28 diciembre de 1965.
El resultado más conmocionante en la historia del básquetbol mundial, de todos los tiempos, se registró el miércoles 4 de septiembre de 2002: Argentina 87 - Estados Unidos 80. Fue por el grupo “F” de la segunda fase del 14º Campeonato Mundial en el estadio Conseco Fieldhhouse de Indianápolis (Indiana). Se trató de la primera vez que el Dream Team (“Equipo de Ensueño”) perdió un encuentro después de una década de estar invicto, exactamente 58 partidos. Dentro de la FIBA, los profesionales fueron autorizados a competir a partir del 7 de abril de 1989 y de esta manera las selecciones norteamericanas comenzaron a integrarse con jugadores de la estelar NBA desde 1992.
En ese Mundial el entrenador fue George Karl y entre sus estrellas estuvieron Reggie Miller, Paul Pierce, Jermaine O’Neal, Baron Davis, Elton Brand, Ben Wallace y Shawn Marion.
Argentina no paró de sacar ventajas y de transformar en incrédulos a todo el mundo. Ganaba 17-9 a los cinco minutos, 22-12 a los diez y 34-21 en el primer cuarto. Siguió así y sacó veinte puntos (52-32 a 1m39), para concluir 53-37 en la primera etapa. Al término del tercer cuarto seguía resistiendo (68-60) y tuvo siete puntos de luz en el epílogo (87-80). El festejo lo disfrutamos en la apertura.
Manu Ginóbili, goleador argentino esa vez, recordó con trazos de intimidad:
“Ese partido contra el Dream Team lo jugamos con una tensión y una adrenalina constantes. Porque fue ante un rival al que nunca nadie le había ganado antes. En un momento estás 18 o 16 arriba y decís permanentemente ‘Nos van a remontar, nos van a remontar’. O, por ejemplo, nos hablamos entre nosotros: ‘El próximo ataque lo tenemos que defender bien, porque si de 14 de diferencia nos bajan a 12, se puede complicar…’.
Los argentinos que dieron el gran golpe a la historia del mundo. Formación Inicial: Juan Sánchez (9 puntos), Emanuel Ginóbili (15), Hugo Sconochini (7), Fabricio Oberto (11), Rubén Wolkowyski (9). Luego ingresaron: Alejandro Montecchia, Leandro Palladino (7), Andrés Nocioni (14), Luis Scola (13), Gabriel Fernández (2). No entraron: Leonardo Gutiérrez y Lucas Victoriano. DT: Rubén Magnano.
El entrenador argentino testimonió así:
“En lo táctico jugamos 9 puntos porque perdimos pocas veces el balón, estuvimos muy concentrados y teníamos muchísima confianza. El primer cuarto fue determinante para saber que se podía. Creo que se cumplió en un 90% todo lo que habíamos planificado.
Lo imposible siempre cuesta un poquito más, pero el equipo tenía valores que hoy se mantienen: mística, estirpe, hambre. Es determinante a la hora de jugar. Lo que lograron no fue poca cosa. Fue un mensaje de confianza para el resto del mundo: ante Estados Unidos se puede. Fue como abrir una ventana. Ese Mundial 2002 fue el mejor torneo que vio jugar a esta Selección Argentina”.
Pepe Sánchez puso la rúbrica: “Esa victoria frente a Estados Unidos fue nuestra hazaña y una bisagra, porque nos hizo dar cuenta de que podíamos marcar una época en la Selección. Nos dio la confianza que luego se tradujo en el oro olímpico”-
Angelito debió elegir
Angelito, así, a secas, quedó eternizado en el corazón más puro de la hinchada del club atlético River Plate.
Angel Amadeo Labruna es el futbolista más emblemático de una historia rica y trascendente. Jugó entre 1939 y 1959 con la camiseta de la banda roja y fue nueve veces campeón. Como entrenador de la institución logró otros seis títulos.
En 1934, con 16 años, estuvo frente al dilema de tener que decidirse en su vocación deportiva. En el club, simultáneamente, integraba el equipo de cadetes de básquetbol y la Cuarta División de fútbol. A la luz de lo que sucedió después, evidentemente no se equivocó en la elección.
River Plate, en básquetbol, estuvo afiliado a las dos entidades que lo rigieron en la Capital Federal. Primero en la histórica Federación Argentina, donde fue campeón en 1935, y luego en la Asociación Buenos Aires, que captó a los clubes de fútbol, disconformes con la severidad con que se aplicaba el amateurismo en la anterior.
La Buenos Aires se fundó el 19 de marzo de 1937 y en sus dos primeras competencias disputadas ese año, el Torneo Apertura y el Campeonato Oficial, el campeón fue River Plate.
A mediados de los años treinta, época del Labruna insipiente basquetbolista, la estrella riverplatense en este deporte era Eulogio Gandolfo. En 1935 fue sucesivamente campeón argentino con Capital Federal en Mendoza, campeón sudamericano con Argentina en Río de Janeiro y campeón con River Plate en la Federación.
Labruna está considerado el mayor artillero del fútbol argentino junto al paraguayo Arsenio Erico, a quienes se les contabilizaron 293 tantos. ¿Hubiera tenido los mismos genes goleadores en el básquetbol?
Por: O.R.O. (2014).
Fotos: Archivo El Gráfico.