El tipo tiene un récord envidiable. Con un sólo día de vida, pudo festejar un Campeonato del Mundo desde los brazos de mamá Ana María, el del 78, aunque esos gritos de euforia por la atropellada de Kempes se parecieran más a un llanto incontenible de bebé.
“Parece que nací en un buen momento, ¿no?”, dice relajado, entre risas, sentado en un cómodo sillón, antes de embarcarse a ese sueño llamado Alemania 2006. Muchos podrán pensar sólo en una casualidad. Después de todo, miles de personas nacieron ese frío día de otoño. Otros, los más místicos, creerán que el Torero de Don Torcuato está predestinado a triunfar con la camiseta de la Selección por el simple hecho de haber llegado al planeta horas previas a la obtención del primer título mundial en la historia del fútbol argentino.
La realidad marca que hoy, a pocos días de cumplirse 28 años de ese parto bien futbolero, en los pies de Juan Román Riquelme descansa gran parte el destino del equipo de José. Un futuro, para él, más que positivo.
“Si me preguntás si podemos ser campeones, no te voy a dar vueltas: sí, podemos. Va a depender de un montón de cosas. Lo bueno es que no va a depender de nadie más que de nosotros. Ojo, no voy a prometer nada, no puedo leer el futuro. Que lo vamos a intentar, lo vamos a intentar”, afirma convencido, cruzado de brazos, concentrado en cada palabra que sale de su boca.
-Se te ve confiado, ¿vos estás ansioso?
-(Piensa) Normal, qué se yo. Estoy esperando la posibilidad de hacer las cosas bien y que nuestra gente, la gente de nuestro país, esté contenta. En los últimos días en Argentina disfruté de la famiila y la verdad es que estoy tranquilo. Quizás hasta que llegue el día del debut contra Costra de Marfil ni me dé cuenta de lo que realmente significa jugar un Mundial.
-Da la sensación de que, termine como termine, el equipo va a tener buen fútbol.
-Argentina siempre tiene la obligación de jugar bien. Nosotros esperamos hacer un buen Mundial, queremos que la gente disfrute de la manera que juguemos los partidos. Ojalá lleguemos lo más lejos posible, la ilusión que tenemos es que Argentina pueda hacer un gran Mundial.
-¿Qué significa para vos jugar un Mundial?
-Cuando uno empieza a jugar al fútbol sueña con estar en la Selección y jugar un Mundial. Mi gran objetivo siempre fue jugar un Mundial. La verdad es que, a medida que pasaban los años, me iba mentalizando, pensando en que no podía retirarme del fútbol sin jugar uno. Y ahora estoy cada vez más cerca. Yo siempre digo que si las cosas le van bien a Argentina, me van a ir bien a mí. Creo que tenemos muy buenos jugadores, pero muy buenos de verdad, como para hacer un gran torneo.
-¿Seguís pensando que si levantás la Copa te retirás?
-No sé, esas son cosas que uno puede imaginar si llegan a pasar. Ganar el Mundial sería llegar a la cima, es lo más grande que me podría pasar en mi carrera. Y el hecho de jugar con la camiseta de mi país, darle una alegría a nuestra gente... Levantar la Copa sería lo máximo. Uno no sabe si al ganar un Mundial después puede llegar a tener algún otro objetivo. Para mí sería un lindo problema ganar el Mundial y después ver qué pasa...
-¿Y cómo la ves?
-Bien, muy bien. Argentina siempre contó con jugadores de primer nivel. A veces falta uno o falta otro... Yo estoy acostumbrado a disfrutar de excelentes jugadores en la Selección, estando adentro o afuera. Acá hay jugadores con una técnica muy alta, muy buenos. Esperemos que en los últimos días podamos consolidarnos y convertirnos en un buen equipo, sólido. Tenemos que ser un equipo unido. Llegando al Mundial siendo un conjunto, creo que nos va a ir muy bien.
-O sea, ves cosas para corregir todavía...
-Pienso que siempre se pueden ir arreglando cosas. Dijeron que Argentina tenía que mejorar mucho, que había problemas tácticos... Puede ser que haya cosas por mejorar, no existe el equipo perfecto. Yo creo que, por más que un equipo juegue a un nivel muy alto y lo haga muy bien, al siguiente partido puede mejorar. Hoy no me toca ser técnico y decir qué hacemos bien y qué hacemos mal. Lo importante, en los días previos al Mundial, es trabajar al máximo todos juntos y llegar al primer partido de la mejor manera. Ganar el primer partido va a ser importantísimo.
Roman no esta acostumbrado a dar entrevistas, sólo porque no quiere. “No me gusta que sepan de mí, si yo no quiero saber del resto”, le había dicho a El Gráfico el año pasado. Esta vez, Román sonríe entre respuesta y respuesta, está cómodo, gesticula como un nene y hasta muestra sus ojos brillosos cuando habla de ese sueño que siempre tuvo de jugar un Mundial. Eso sí: es difícil vérselos, porque, fiel a su estilo, prefiere bajar la vista y no mirar directo a los ojos cuando responde.
-Juegues donde juegues, siempre se te señala como la figura de tu equipo. ¿Eso te agranda, te motiva, te da una responsabilidad extra...?
-Yo siento el fútbol de una manera y voy a seguir jugando igual. Ya tengo diez años de profesional, no es que recién debuto en Primera. Ya no se puede hablar de que siento presión o que entro nervioso a la cancha. Ni que me agrando en distintos partidos o contra diferentes rivales. Desde que empecé a jugar al fútbol, siempre tomé los partidos como algo común. Mi pensamiento es éste: es un partido de fútbol, algo normal, un juego... Si mi equipo juega mejor que el rival, probablemente gane. Entonces, trataré de hacer lo mío sin desesperarme, sabiendo que si no se da no es la muerte de nadie. Por otro lado, sé que me falta poco para llegar a los diez años en Primera y todavía puedo aprender un montón, mejorar, seguir sumando cosas.
-No te creés eso de ser la figura...
-Yo veo a la Argentina como grupo, no como un equipo con figuras o con un solo conductor. Si jugamos todos, si nadie se cree más que nadie... (Hace una pausa)... Si logramos eso, las cosas van a ser más fáciles para todos.
-Por lo que decís, para vos el fútbol es algo más simple de lo que muchos creen.
-Claro. Si entra, entra. Si no entra, ¿qué vas a hacer? Mientras dejes todo y sepas que hiciste las cosas lo mejor posible, no tenés que preocuparte. Obviamente, si perdés, la bronca existe, pero es común.
-¿Cuánta confianza le tenés a este equipo?
-Muchísima. Nosotros confiamos mucho en el equipo que tenemos, en los jugadores que quedamos en la lista. Sabemos que en el Mundial nos va a ir bien, eso lo sabemos. Tenemos mucha confianza, pero también estamos al tanto de que hay mucha gente que no lo siente así, es la realidad. Lo bueno es que el grupo está bien, está muy feliz. A la mayoría nos toca jugar nuestro primer Mundial y uno por ahí no se da cuenta, pero esa alegría que nos da jugar un campeonato como éste, nos va a venir bien.
El acuerdo para la entrevista con El Gráfico traía un pedido especial desde la casa de Román en Villarreal, antes de sumarse a la Selección. “Está bien, hagámosla. Pero preguntales si nos pueden conseguir los capítulos de ese programa que me gustó tanto la otra vez que vine a Argentina... ¿Cómo era? Ah, sí: el de Atlas. Está buenísimo”, le aclaró a un colaborador. Los videos llegaron a sus manos y él prometió devorarlos entre partido y partido mundialista, se los dejó como plato principal para Alemania. “Me gusta porque es un programa bien de fútbol, donde muestran la parte humana del jugador”, admite hoy, y en sus palabras se advierte que las imágenes le acercan recuerdos de sus orígenes.
-Supongo que respiraste cuando presentaron a José como sucesor de Bielsa.
-No, no... Si uno hace las cosas bien en su club seguramente va a tener la chance de estar en la Selección. Si te toca estar afuera, como me pasó a mí, tenés que alentar al equipo como hincha. Yo lo viví: en el 2002 quizás hice las cosas bien en mi equipo, pero después me tocó verlo desde afuera. Ojo: ese equipo mereció ganar los tres partidos del Mundial.
-¿José te da libertad para jugar?
-Creo que todo el mundo sabe cómo juego al fútbol. Y hay cosas que ya no puedo cambiar...
-De recuperar una pelota mejor ni hablar...
-(Risas) Y... tengo la suerte de que todos los técnicos que tuve me han dejado jugar normalmente, sin pedirme cosas raras. Creo que cada uno tiene su función en la cancha. Yo no puedo jugar de arquero, ni el arquero va a jugar en el medio. Tampoco puedo ser nueve. Hoy, cada uno en su puesto tiene que tratar de hacer lo mejor. Así, a la Argentina le va a ir bien. Ahora, si queremos cambiar las posiciones o hacer cosas raras, estamos equivocados.
-Decís que el Mundial del 2002 lo viviste como hincha. ¿Puteaste como todos?
-Quizás al ser jugador de fútbol y viviéndolo desde otro lugar, tanto no puteo. Pero es verdad que me puso triste. Tenía mucha ilusión con el equipo del Mundial pasado, tenía un gran equipo. Que haya vuelto tan rápido no se lo esperaba nadie. A mí me puso muy triste.
Hubo un momento de sorpresa para Román, en las horas siguientes a que José diera la lista definitiva. Cuando muchos veían la “10” en la espalda de Messi -con pedido de Maradona incluido- Pekerman demostró quién es realmente el dueño del equipo adentro de la cancha. “Yo creía que iba a usar la 8, porque es la que siempre usé en la Selección y en el Villarreal -explica, como tratando de justificarse-. Cuando vi que tenía la 10... No sé, me pareció raro. Siempre dije que esa camiseta es de Maradona y que nadie tendría que usarla más. Pero bueno, por reglamento tiene que estar y me tocó a mí. Me da mucho orgullo llevarla, eh...”, dice, inflando el pecho.
-¿Te sorprendió que te la dieran?
-Sí, me sorprendió. Todavía no sé cómo fue. Sólo sé que vi la lista y ahí estaba... Es algo muy lindo. El hecho de que el técnico me haya dado la posibilidad de cumplir un sueño como estar en un Mundial y, encima, darme la camiseta que usó el más grande de todos, para mí es una cosa muy importante. Y, bueno... Intentaré hacer todo de la mejor manera. Sabiendo que si hago, aunque sea, un poquito de lo que hizo Maradona con esa camiseta, ya sería demasiado.
-En el '78 la figura fue Kempes. En el '86 fue Maradona. O sea, las dos veces que Argentina fue campeón del mundo, el mejor jugador tenía la 10 en la espalda. ¿Da para ilusionarse?
-Creo que uno siempre tiene que ilusionarse con todo, es algo lógico. Sin ir más lejos, el equipo que tiene Argentina ilusiona. Tenemos jugadores para pelearle a cualquiera. Quedó demostrado cuando le ganamos a Brasil, en el Monumental, por las Eliminatorias. También cuando enfrentamos a Alemania el año pasado o contra Inglaterra... Hemos hecho partidos buenos. Eso sí: en el Mundial no te podés equivocar en nada, eh.
-¿Qué nivel esperás en el Mundial?
-Va a ser un torneo lindo, ¿no? Donde hay muy buenos jugadores, donde hay grandes equipos. El favorito es Brasil, por la capacidad indiscutida de sus jugadores.
-¿Te gusta eso? Que se hable de Brasil como candidato y no tanto de ustedes...
-Es que es la realidad. No es que uno lo dice para quedar bien y sacarse presión. Tienen jugadores de muchísimo nivel, que marcan diferencia durante los noventa minutos. No necesitan hacer un gran partido. Ellos, con poco, de mitad de cancha hacia delante siempre sacan ventaja. Pero también hay que nombrar a Inglaterra, que tiene un gran equipo. A Alemania... Francia tiene chances y tiene a Zidane, que va a querer retirarse de la mejor manera. Todos dicen que está grande. Pero en el Mundial le va a ir bien. Ojalá le vaya bien a Zidane, es un fenómeno. Pero que a Argentina le vaya mejor, ¿no?
-¿Y los rivales de primera ronda? ¿Te asusta el “Grupo de la Muerte”?
-Lo veo complicado, como creo que van a ser todos los grupos. Los que llegaron al Mundial por algo es y ninguno tiene el pase asegurado a la segunda fase. Creo que el partido con Costa de Marfil va a ser el más importante de los tres. Si ganamos en el debut, vamos a tener mucho más alivianado el camino por delante y, a menos que nos equivoquemos mucho, ya aseguraríamos la clasificación. Si tenemos claro eso y sabemos que ellos no tienen nada que perder, podemos quedarnos tranquilos.
-Passarella te hizo debutar en la Selección, en el último partido de las Elminatorias para Francia 98. ¿Llegaste a ilusionarte? Tenías 20 años...
-Pienso que estuve más cerca de ir al Mundial con Passarella que con Bielsa. Por una cuestión simple: me citaron cuando faltaba poco para el Mundial, cosa que me dio un poco de esperanza. Al Mundial del 2002 ya sabía que no iba a ir porque no sentía el fútbol de la manera en que Bielsa hacía jugar a esa Selección. Yo estaba en una época muy especial de mi vida porque había sufrido el secuestro de mi hermano y, a eso altura, el fútbol había pasado a un segundo plano. Pero eso ya quedó atrás. Creo que este Mundial me llega en un muy buen momento, en una buena edad y dentro de un grupo que ya se conoce y que tuvo la suerte de ser campeón con José en distintas épocas. Todos queremos tratar de que, aunque sea a través del fútbol, nuestro país esté un poco más feliz.
-Se habló mucho de problemas en el grupo. ¿Cómo te cayó?
-El grupo está muy ilusionado, pero en serio. No es una frase hecha. Muchos han hablado mal de este equipo, lo han criticado, pero son comentarios. Vos pasás un día entero con este equipo y te vas a dar cuenta del buen clima que hay. ¿Cómo va a haber problemas si nos conocemos todos desde chicos? Entiendo que los periodistas hagan su trabajo, pero no me gusta cuando inventan cosas. Como lo hicieron cuando dijeron que el técnico se había peleado conmigo porque me había vuelto a Buenos Aires cuando yo vine para estar el Chelo (por Delgado), con mi amigo, en un momento muy difícil. Eso me molestó, se metieron con un tema jodido, no tuvieron respeto de nada. Pero las mentiras pasan rápido, no tienen fuerza. Que digan que uno tiene problemas con otro... qué se yo, nosotros no le damos importancia.
-¿Brasil es un “cuco”?
-Si nos toca jugar contra ellos... (piensa) Mirá: es un partido de fútbol y Argentina puede con cualquiera. Nosotros ya les ganamos claramente y ellos jugaron con los titulares, sólo les faltó Ronaldo. En los partidos pueden pasar un montón de cosas y siempre creo que puedo ganar. Sí, a Brasil se le puede ganar, seguro.
-¿Vas a patear los penales? Después de errar contra el Arsenal pateó Forlán...
-Eeehhh, ¡pero el siguiente lo volví a patear yo! Mirá, si el técnico quiere que los penales los patee yo, tengo la obligación de hacerlo. El penal no tiene término medio: entra o no entra. Es la realidad. Pero yerra sólo el que patea... Ojalá tenga muchos más penales por delante y los pueda patear. A mí me hace feliz tener esa responsabilidad.
Están por cumplirse 28 años de ese día histórico para la Selección Argentina. Ese tarde, la del 25 de junio de 1978, Kempes convertía dos veces. Bertoni daba media vuelta y vencía al arquero Jongbloed. Argentina le ganaba a Holanda por 3 a 1 y conquistaba, por primera vez, un Mundial. Mientras tanto, Juan Román, recién nacido, ya probaba las cuerdas vocales para gritan campeón del mundo. Aunque esos gritos de euforia se parecieran más a un llanto incontenible de bebé.
¿Qué puede llevar un jugador que va a estar concentrado durante más de un mes para disputar un Mundial y no morir de aburrimiento? Román cuenta cómo llenará esa valijita con rueditas con la que se lo suele ver en los distintos aeropuertos del mundo: “Además de los DVD de Atlas, que son infaltables, habrá mucha música. El equipo lo llevo yo, eso ya está acordado. Después, el utilero se encargará de la música y lo que falte lo pondrá Carlitos, que tiene una los mejores colecciones de cumbia del mundo. No va a haber problema: la mayoría de los muchachos escuchamos cumbia, así que en la habitación que elijamos para juntarnos todos la vamos a pasar muy bien. Y tampoco faltarán las fotos de mis nenes, que irán a mi mesita de luz. Para no extrañarlos y porque me traen mucha suerte“.
En primera persona, Román recuerda los últimos Mundiales. “Del 78 sólo vi la final, si yo nací el 24 de junio, justo un día antes del partido con Holanda. Se ve que le traje suerte al equipo. Mi viejo, que es muy fanático del fútbol, me contó muchas veces que la dejó a mi mamá en el hospital y se fue a casa a ver el partido tranquilo. Aunque sea pudo festejar“.
De aquellos días turbulentos en que un país sufría la Guerra de Malvinas y palpitaba por retener el título, Román no conserva grandes recuerdos: “Era muy chico, pero tengo una imagen de todos viendo los partidos en Don Torcuato. Mi viejo quería hacerme futbolero desde chico, así que me ponía bien cerca de la tele, para que me contagiara“.
Con 8 años tenía una edad justa para engancharse con una Copa inolvidable: “Ese Mundial me lo acuerdo todo, sobre todo de la final. Tuvimos la ventaja de contar con el mejor en un momento increíble, aunque el equipo hizo lo suyo, eh. No me olvido más cómo salimos a festejar con toda la gente del barrio. El fútbol argentino se merecía un Mundial así“.
De aquella gesta heroica del equipo de Bilardo conserva imágenes claras, también. Pensar que seis años después, el mismo Narigón lo haría debutar en Boca: “Lo viví con mucha pasión, muy metido. Sufrimos un montón, por suerte el Goyco estaba inspirado, lástima que no pudo con el penal de la final, que realmente era inatajable“.
La admiración hacia el Diego ya era total, mientras con su talento el joven Román causaba asombros en Argentinos Juniors, la misma cuna del Diez: “Era un equipo impresionante, daba gusto verlo. Si no existía el problema con Diego, éramos campeones. Cuando dejaron a Maradona afuera, el Mundial dejó de importarme. Me golpeó fuerte“.
Ya habia debutado en la Selección, en el último partido de las eliminatorias, un año antes, con Passarella: “La verdad, llegué a ilusionarme con ir, pero no se dio, así que nos juntamos en Don Torcuato a verlo con la familia y los amigos. Fue raro seguirlo desde afuera, porque ya era jugador profesional. Nos faltó suerte, había muy buenos jugadores“.
El último si tuvo un aroma a frustración para Riquelme, porque ya había desarrollado todo su potencial en Boca, en partidos durísimos de Libertadores y ante rivales como el Real Madrid y el Bayern Munich: “Con Bielsa no tuve muchas oportunidades, así que ya me la veía venir que no iba a estar. Volví a lo de siempre: en la tele de casa con los amigos“.
Con aimar hay una historia de amistad y esperanzas compartidas. “Somos muy amigos y teníamos la ilusión de volver a jugar juntos por algo importante -explica Román-, como lo habíamos hecho en el Mundial Sub-20 de Malasia. Pero los dos sabíamos que él en Argentina sólo jugaría en River y yo, en Boca. Así que en clubes era imposible. Lo más lógico era volver a cruzarnos en la Selección. Verlo jugar a Pablo a mí me pone feliz, me gusta mucho su estilo. Ojalá llegue diez puntos y pueda demostrar lo buen jugador que es“. ¿Creyó que por no ir al Convento, su amigo Pablo podía quedar afuera de Alemania? “No, no me asusté -responde-, la verdad es que no escucho mucho lo que dicen ni leo los diarios. Tengo la suerte de estar viviendo el día a día del fútbol y pongo la cabeza en eso y en nada más“.
Por Tomas Ohanian (2006).
Fotos: Alejandro Del Bosco y Archivo El Gráfico.