El rubio alto se llama Stefan y tiene unas bermudas graciosas, entre gastadas y mal cortadas, que desnudan unas patas de cigüeña blanquísimas como el azúcar. La chica que lo acompaña, platinada como el sol y con una sonrisa adherida al rostro como si fuera un sello, se llama Maia y parece ser su mujer, su amigovia, su media naranja o su vaya a saber qué, porque Stefan y Maia son suecos. Y usted ya sabe lo que se fantasea con los suecos en esta parte del globo…
Pero Setefan y Maia están en la tribuna del complejo de Casa Amarilla, mochila al hombro, los pómulos enrojecidos de tanto latigazo del sol, la lengua contracturada de tanto esfuerzo extraño por pronunciar palabras en castellano y comunicarse con otros pobladores de esos escalones de cemento, en su mayoría cronistas anotando hasta los mínimos detalles del entrenamiento matutino de Boca.
-¿Tevéz? ¿Calitos Tevéz?,- pregunta Stefan acentuando la segunda “e” y omitiendo la “r” de Carlitos como si fuera más japonés que sueco.
Se trata de dos trotamundos que deliran por el fútbol, aterrizados en la Argentina por el bendito cambio favorable y ansiosos por ver a ese chico que les parece muy “pequeno”, sin “ñ”, para lo tanto y bueno que han escuchado hablar de él. “Pequeño –les decimos haciéndonos cómplices- también era Maradona. Y Diego jugaba bastante bien…”
Para nuestro asombro, saben casi todo de “Calitos”. Conocen sus hazañas inolvidables en la Copa Libertadores, saben de sus goles épicos e increíbles, manejan el dato de la lesión que lo dejó fuera del campeonato y son conscientes del conflicto que se desencadenó por la superposición del Mundial Sub 20 y la Copa Intercontinental. Y también conocen de sus orígenes en “Fuerte Apiache”, de su humildad a prueba del éxito y de los rumores que lo dan por colocado en el fútbol europeo para la temporada próxima, aunque el presidente Mauricio Macri insiste en que Boca lo retendrá por lo menos “dos años más”.
Pero Stefan y Maia no saben demasiado del pensamiento de la aparición más explosiva del fútbol argentino después de Diego Armando Maradona. Quieren saber, están ansiosos. Y mientras “Calitos” corre envasado en una remera amarilla sin mangas, les transmitimos lo que el chico ha dicho de un tiempo a esta parte, antes de llamarse a silencio por el conflicto entre Boca y la AFA.
Se lo contamos punto por punto, tema por tema, mientras “Calitos” corre y corre a las órdenes del profe Santella…
“Jugar en este club fue el sueño de toda mi vida. Soy hincha desde chiquitito, desde que nací, porque en mi familia o sos de Boca o no sos de ninguno. Me hice hombre en las inferiores del club, crecí imaginando el día en que me tocara jugar en la Bombonera. Y cuando empecé a tomarle ese gustito, me hice más hincha y más fanático todavía. Boca es una parte muy importante de mi vida. Por eso no se paga con nada las cosas lindas que me tocaron vivir este año. Yo ya estaba hecho con haber debutado en Primera y haber salido campeón de la Copa Libertadores, así que este título y todos los que puedan vernir, que ojalá sean muchos, son una yapa.”
“Yo sé lo que es. Lo viví de cerca cuando era más pibe, aunque a mí nunca me faltó nada porque mis viejos se desvivían para que mis hermanitos y yo estuviéramos bien, allá en el Fuerte. Pero es muy difícil ser pobre. Duele en el alma, duele en el estómago. Es muy injusto que unos tengan tanto y otros tan poco. Y más injusto todavía, que quienes tienen no se preocupen por aquellos a los que les falta.”
“Para mí está clarito: soy centrodelantero. Jugué de nueve en todas las inferiores. Pero no tengo problemas en moverme como enganche si el equipo me necesita, como hice con Tabárez en Boca y con Tocalli en el Juvenil. Pero yo soy nueve. Por eso siempre me fijaba en Batistuta y en Ronaldo para copiarles algo, fueron mis referentes. Bati, por la potencia y por el olfato. Y Ronaldo por la categoría con que define.”
“Con él tengo una relación muy linda. Empezó siendo el ídolo inalcanzable, el genio que yo miraba desde afuera cuando era alcanzapelotas. Y ahora tenemos una amistad que me pone muy feliz. Román fue como mi consejero cuando llegué a Primera. Tuvimos códigos enseguida, tal vez por nuestros orígenes humildes, y me marcó cosas que después me sirvieron de mucho. Cuando usé la camiseta diez, sentí que era un préstamo, que ese número es de él y de Maradona para siempre. Por eso la lucí con orgullo. Y también me emocionó con algunos gestos, como regalarme sus mejores botines cuando yo no era nadie. Román es una persona muy noble, un tipo bárbaro. Y lo quiero mucho.”
“Es lo más grande que hay. Ahí te hacés jugador, te hacés hombre. No hay árbitro que te proteja, sos vos y tus compañeros contra todos los que vengan. Y para hacerte valer tenés que pelar lo que sea… Si hay que tirar un caño, lo tirás; si hay que meter suela, metés… Eso sí, te tenés que bancar la que venga sin chistar. Yo aprendí a ser jugador en el potrero. Y en Boca trato de jugar igual que ahí, más allá de cumplir con las responsabilidades que me pide el técnico.”
“Admiro a mucha gente, a muchos jugadores. Ronaldo, Batistuta, Maradona, Riquelme, D’Alessandro… Cuando era alcanzapelotas, era un loco con los autógrafos. Les mangaba a todos los muchachos del Boca que ganó todo, como Palermo, el Guille, Bermúdez, Román… Y me saqué millones de fotos. Por eso me pareció increíble que, de un día para el otro, yo fuera uno más de ellos. Y por eso siempre le firmo autógrafos a todos los hinchas que nos esperan a la salida del entrenamiento. No quiero que nadie se sienta defraudado.”
“Un lugar que jamás voy a olvidar y que siempre llevaré en mi corazón. Un lugar donde aprendí valores fundamentales como el respeto, el sacrificio, la humildad. Un lugar donde aprendí hasta de los malos ejemplos. Siempre recuerdo aquella vez que iba con mi viejo por los pasillos del Fuerte y vimos a tres o cuatro borrachos tirados en el piso. Estaban fusilados, no daban más. Mi papá me los señaló y me dijo: ‘¿Vos querés terminar como ellos?’. Obviamente, yo le respondí que no. ‘Bueno, entonces tenés que portarte bien, estudiar para tener un buen trabajo y no dejarte llevar por cosas raras’. Eso me quedó marcado, me sirvió de mucho.”
“Uh… Tuve la suerte de conocer a gente muy buena, que me aconsejó bárbaro. En primer lugar, Ramón Maddoni, que es como mi segundo padre. El me conoció de nenito y me llevó de la mano hasta la Primera, me acercó a Boca, creyó en mí antes que ninguno. Después, todos los técnicos que tuve en Boca, de Griffa para abajo. También tengo mucho que agradecerle a Tocalli y todo el cuerpo técnico del Juvenil, gente de primera. Y desde que soy profesional estuve con dos grandes técnicos. ¿Qué puedo decir de Bianchi? Me hizo debutar en Primera, me aconsejó siempre, me hizo ganar dos títulos… Y del Maestro Tabárez me quedaron los mejores recuerdos. El y su grupo son gente diez puntos. Nunca me voy a olvidar del respaldo que me dio en momentos donde las cosas tal vez no me salían, cuando estaba adaptándome a todo lo que significa Boca y la Primera División…”
“Me parece que lo mejor es cuando encaro con la pelota dominada. No sé, me tengo confianza para arrancar y pasar. También me doy maña para cubrir la pelota, me doy cuenta que eso les molesta bastante a los defensores. Pero creo que lo mejor es cuando encaro. Mejorar, tengo que mejorar varias cosas. Una es el cabezazo. Qué le voy a hacer, tan alto no soy… Y ahora estoy empecinado en pegarle mejor en los tiros libres. Estoy practicando mucho y ya voy notando una mejoría, pero todavía me falta para darle como Román o el Chelo…”
“Nunca fui ni seré llorón. Sé cómo son las cosas y me la banco. Pero eso no quita que a veces los árbitros se pasen de rosca y no protejan a los habilidosos, que no castiguen a quienes no les interesa jugar. Yo lo dije antes de que me lesionaran: tenía miedo de que una de esas patadas me sacara de la cancha o no volve a caminar con normalidad. Qué sé yo, me la veía venir… Pero solucionar eso no depende de mí. Yo me dedico a jugar.”
“Desde la Copa Libertadores para acá alcanzamos un nivel bárbaro. Estamos bien en todas las líneas, somos muy sólidos y a todos se les hace difícil soportarnos. Boca tiene una identidad y la respeta en todas las canchas, juega igual de local y de visitante, algo que no es muy común. Le da lo mismo la Bombonera o el Morumbí, la cancha de Racing o el Monumental. Y eso habla de la personalidad, de la mentalidad ganadora del equipo. Además, todos estamos muy motivados. Juegues o no, querés estar afiladito, al pie del cañón. Y eso ayuda a la solidez del equipo.”
“Me imagino un partidazo. Ellos son un gran equipo, con jugadores terribles. Pero Boca tiene lo suyo y nunca se achica. Ojalá que se dé igual que contra el Real Madrid, sería espectacular. De algo estoy seguro: ese día, Boca va a dejar el alma en la cancha.”
“Ninguno. En serio, ninguno… Ya conocí a Maradona, me dí el gusto de jugar con Riquelme, sentí lo que es meter un gol para Boca en la Bombonera repleta, salí campeón de América con el equipo del que soy hincha, ¿qué más puedo pedir?
“¿Quién puede saberlo? Yo estoy bárbaro en Boca, que es donde siempre quise estar. Disfruto cada minuto con esta camiseta y quisiera quedarme toda la vida, ganar más títulos y hacer feliz a la gente. Más allá de lo económico, yo juego para ser feliz y para que la gente me quiera. Cuando voy por la calle y un nenito me saluda, se me revienta el pecho de orgullo, es bárbaro. Pero sé que algún día tendré que irme para asegurar el futuro de mi familia, cosa que sólo se consigue en Europa. En su momento se verá y decidiré. Todavía soy chico, puedo disfrutar más en Boca antes de irme. Cuando llegue ese día, me iré como jugador, pero el corazón y el sentimiento van a quedar en Boca. Y sé que me voy a ir con la idea de volver, porque lo que se vive en Boca no se vive en ningún club del mundo. Es lo más grande que hay.”
A Carlitos le gustan la cumbia y el cuarteto. Su ídolo musical es la Mona Jiménez, con quien compartió un escenario en Córdoba. Su hobby es coleccionar gorros de todo tipo. Y también usarlos: “Es que no me gusta el pelo que tengo, fiera…” No tiene una comida preferida, le encantan todas. De a poco le está picando el bichito de la computación. Como quien no quiere la cosa, en su casa está armando un minimuseo con camisetas de jugadores muy importantes: entre otras, ya tiene algunas de Román, la de Beckham en el Manchester. Durante el tiempo libre aprovecha para jugar con sus hermanitos. Y le da cuerda a otra pasión: tomar mate con sus amigos, al tiempo que cuentan chistes y se bajan algunas docenas de facturas. En las prácticas, también tiene un pasatiemo favorito: cargar al Pato Abbondanzieri por lo que sea…
Por Elías Perugino (2003).
Foto: Axel Laveglia.