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Enorme Cavani ilustrado: la historia en primera persona

El legendario artillero de Boca hizo un repaso desde que germinó la semilla del futbolista hasta que logró la consagración.

Por Redacción EG ·

18 de octubre de 2024

EDINSON CAVANI transita a sus 37 años un momento de plenitud en Boca, más allá de que se trate de la recta final de un camino impresionante que lo convirtió en verdadera leyenda del fútbol con origen uruguayo y alcance planetario.

En diálogo con ESPN y en la comodidad de su hogar, el Matador mostró una faceta intimista y dio detalles de su vida con pantallazos de la infancia, las ansias de la juventud y los logros que llegaron con su madurez. Esta es una selección de las frases más relevantes:

"Siempre fui muy tranquilo, de casa, la familia, los amigos. Siempre tuve claro lo que quería y nunca intenté ser más que uno mismo, auténtico. Uno a veces se enrosca con cosas que solamente son una pérdida de tiempo".

"La familia de mi padre siempre estuvo vinculada al fútbol, él siempre fue muy reconocido. Cuando él dejó, que jugaba de 9, empezó como entrenador y yo siempre estaba al lado de él, pateando una pelota. Siempre tuvimos pasión por el fútbol. Mi casa era de laburantes, con todo lo que necesita un niño: un techo, el cariño de sus padres, un plato de comida y una cama para dormir. Nos han criado con buenos valores, con sus virtudes y defectos. Fui un niño feliz".

"Me fui a Montevideo a los 15 años y me costó un montón. Fui a probarme a Liverpool y quedé, pero extrañaba mi casa y me volví. Mis padres lo aceptaron pero mi hermano me decía: '¡no te podés ir, sos un cagón!'. Cuando llegué a Salto me dije: 'no puedo dejar pasar la oportunidad'. A los 16 fui de nuevo y quedé en Danubio, pero ya estaba mentalizado, sabía lo que quería, más allá de que extrañaba mucho.

"Admiraba a Batistuta. El fin de semana pasaban el Calcio y me acuerdo que me encantaba con el pelo largo, fue un modelo que me atraía. En casa todos teníamos el pelo un poco largo: mi papá, mi hermano y después yo. Capaz físicamente fuimos diferentes, uno más espigado y el otro más robusto, pero con características parecidas. No somos unos genios con la pelota pero sí muy temperamentales, con ganas de ir para adelante".

"No me considero un genio con la pelota, genios son otros: Messi, Neymar, Ronaldinho. Yo soy un laburador del fútbol que me fui puliendo, mejorando y tengo el hambre del gol y de buscar la gloria. Y así las cosas se van dando".

"En Uruguay, de chicos era Nacional-Peñarol, Boca-River; el mismo uruguayo se cría en las calles con esas camisetas. Se veía que a la gran mayoría le tiraba la de Boca, aunque también había gente de River". 

"Me gusta la pasión del fútbol, más allá de que sea un trabajo. Es sentir lo que te transmite un club, el hincha, su historia. Cuando era chiquito yo lo veía. Mi objetivo siempre fue jugar en Europa y gritar goles".