1939. El 70 te lleva
Borocotó nos lleva a conocer Buenos Aires a través de la ventanilla del colectivo 70. De Retiro a Liniers, pasando por 34 calles y dando más vueltas que un trompo, súbase a un bondi de hace 80 años.
¿Dónde tiene que ir? Si es de Rivadavia al sur, tómese el 70. Si no lo deja en la puerta... lo deja cerca. Sale de Retiro y da más vueltas que un trompo. Antes de llegar a Liniers pasa por 34 calles diferentes y le ofrece los más variados paisajes. Venga: vamos a dar una vuelta. Lo tomamos junto a la Torre de los Ingleses a las 15 y 30. Hacia la izquierda: galpones, trenes, mástiles, chimeneas de barcos con humo de lejanías. A la derecha, la ciudad que se escalona.
¡Mire, qué linda la Dársena Sur! De un lado, los barcos; en la otra vereda, las casitas boquenses de madera y cinc, en cuyos amplios patios la brisa juega con el velamen de la ropa tendida. A los 15 minutos ya estamos al final de la Avenida Almirante Brown, rematada con su puente trasbordador, ése que parece una escritura china contra el cielo ceniciento. Si tiene que ir hasta la Isla Maciel, el 70 lo deja enfrente. No; no se asuste de leyendas de matones. Ahora la isla es más tranquila que agua de tanque.
Seguimos rodando por la Vuelta de Rocha. ¿Ve?: desde ese balcón pinta Quinquela Martín. El Riachuelo está erizado de mástiles que se balancean buscando de hacer blanco en el lucero de la tarde que pronto asomará.
Nos internamos en Barracas. Depósitos, fábricas, el ambiente ha cambiado. Observe: detrás de estos muros semiderruídos se jugaron inolvidables clásicos de fútbol. Es la vieja cancha de Sportivo Barracas, con sus cercanos jardines y en la vecindad de la iglesia del Sagrado Corazón. Seguimos por la Avenida Vélez Sársfield... y aceleramos al pasar por junto a los tétricos muros del Hospital Muñiz. Del otro lado está el Hospicio. El 70 lo deja cerca... pero no vaya. A lo mejor, no puede salir...
Aquí tiene, a la izquierda, la cancha de Huracán.
Después pasaremos por la de San Lorenzo y la de Vélez Sársfield. El 70 es el ómnibus más futbolístico que se conoce. Ahora nos acercamos a la iglesia de Nueva Pompeya. Allá, en el límite de la capital con la provincia, se alcanza a ver el nuevo Puente Alsina.
Muy bonito, majestuoso, con sus líneas coloniales y sus macetones que lo instan a hablar en flamenco y que le traen reminiscencias de seguidillas y peteneras. ¿Usted tenía que ir por ese lado? Ya ve que el 70 lo deja cerca...
Y si quiere hacer una promesa en Pompeya, ahí tiene la oportunidad. Pero no vaya a formular la promesa de no ir más al Hipódromo...
Llegamos al Parque Chacabuco a las 16 y 25. Las tardes se van acortando y el sol declina. Pasamos por las casitas baratas. Mire: esa calle se llama Evaristo Carriego. ¿Dónde vivirá la costurerita que dio aquel mal paso? La Avenida del Trabajo nos lleva hacia afuera. ¿Le gustaría ver el Parque Avellaneda? El 70 nos conduce, cuando toma por Juan. Bautista Alberdi. Después, doblamos por Escalada Y pasamos junto al field de Vélez.
Es la última cancha de la ruta. Ahora estamos en Rivadavia al diez mil y enfilamos hacia Liniers. Llegamos a la hora y media de haber salido de Retiro. Todo el paisaje y las emociones le han costado quince centavos... hasta que venga la Corporación.
Con el guarda y el chófer hemos trabado amistad. Llevamos una hora y media de intimidad. Nos saludarnos, nos ofrecemos nuestras respectivas casas.
En estos días se van a visitar las familias.
BOROCOTÓ (1939)