Literatura deportiva

La historia de Sacachispas: una obra con El Gráfico como protagonista

Las apiladas de Borocotó, Los Juegos Evita, el potrero: un capítulo de la nueva publicación que recupera los orígenes de un club diferente.

Por Pablo Amalfitano ·

10 de diciembre de 2024

"EL CRONISTA está en la obligación de publicar la foto del Sacahispas por dos razones fundamentales: porque en el campeonato infantil Doña María Eva Duarte de Perón va cumpliendo una extraordinaria campaña y porque es el team nuestro o, por lo menos, el que utiliza el cuadro de Comeuñas".

La revista El Gráfico, en la edición del 12 de octubre de 1948, comenzaba de esa manera una nota titulada "Sacachispas Fútbol Club", en la que destacaba la actuación en los Juegos Evita del club cuya fundación había tenido lugar el mes anterior, al calor de una historia que confluía, entre otras cosas, el espíritu del potrero, las raíces del barrio y la pluma de un prestigioso periodista del semanario deportivo más influyente: Borocotó.

Ricardo Lorenzo González, nacido en 1902 en el seno de una familia humilde de Uruguay, desarrolló su carrera periodística en Buenos Aires y, a través de la sección "Apiladas", siempre ubicada en la última página de la emblemática revista, entonces en manos de la Editorial Atlántida, en la que se desempeñó de 1927 a 1955. Su apodo Borocotó nació a partir de una crónica de su autoría sobre el carnaval de Montevideo en la que utilizaba la onomatopeya "bo-ro-co-tó-chas-chas".

El vínculo inherente del ícono de la época de El Gráfico con el nacimiento de Sacachispas, entre otras profundidades respecto de su fundación en pleno primer gobierno de Juan Domingo Perón, quedan recuperadas en una obra indispensable: Sacachispas, la historia del primer club peronista, de Matías Turiaci, editada por Fútbol Contado Ediciones.
 

Imagen Sacachispas, de Fútbol Contado Ediciones.
Sacachispas, de Fútbol Contado Ediciones.
 

En esta reconocida sección, que mezclaba melancolía con matriz de barrio y pasión por la pelota, Borocotó narraba historias que tenían como escenografía el potrero. Aquel espacio marcaba un punto de conexión entre el periodista y los lectores: el potrero era el espacio que gran parte de los sectores populares habitó durante su niñez y su juventud.

"Desde las páginas de la prensa deportiva, por entonces, se reivindicó el papel del potrero como el lugar mítico del origen de un fútbol argentino con características propias que el pibe construyó en torno a un estilo criollo", remarca uno de los pasajes del capítulo "Borocotó, el padre de la criatura".

El potrero le permitía al niño que empezaba a jugar al fútbol dejar libre la imaginación para improvisar con la pelota, sin la mirada de un maestro que limitara su espontaneidad. Esa matriz de identidad se diferenciaba de la del fútbol inglés y El Gráfico, a través de sus coberturas, lo dejaba claro: "la fuerza y el poder físico" eran potestad de los ingleses, mientras que las virtudes de los criollos eran la habilidad y los movimientos virtuosos.

Durante las historias contadas por Borocotó los chicos del Sacachispas, el club que imaginó en sus líneas y luego se materializó en el plano de la realidad al calor de las políticas de inclusión deportiva del peronismo, hacían lo imposible para dejar la pelota de trapo por una de tiento, la soñada que utilizaban los futbolistas que, durante los primeros años del cambio al profesionalismo, llegaban a cumplir los anhelos de su familia con el sostén económico de la nueva época.

Imagen Apiladas, 21 de febrero de 1947: mención a Sacachispas más de un año antes de su fundación.
Apiladas, 21 de febrero de 1947: mención a Sacachispas más de un año antes de su fundación.
 
Aquellas aventuras caracterizadas a través de la pluma de un periodista de renombre, de esos que fabricaban ventas en la era de los más de 200 mil ejemplares de la revista, atraparon a unos chicos que, con los sueños en la mano, se inscribieron en los Juegos Evita bajo el nombre de Sacachispas, fundado luego del puntapié de Borocotó.

Las Apiladas, según las palabras del escritor Juan Sasturain en las líneas de la nueva obra, "le ponían semanalmente el moño a El Gráfico". Y continuaba: "Eran pequeños textos estibados como rivales caídos al costado del gambeteador que los va dejando en el camino. Borocotó hizo de la anécdota deportiva sentimental y ejemplar el lugar de la épica y el melodrama , el paso de comedia y la viñeta tragicómica. (...) Se inventó de memoria una edad de oro cachuza, una felicidad íntima, salvaje y verdadera".

La masividad de El Gráfico y la pregnancia que tenía la sección Apiladas impulsaron a Borocotó a llevar su obra al terreno del cine: fue guionista de "Pelota de trapo", de 1948, un reconocido film que dejó plasmado en un soporte diferente el imaginario literario de su propio espacio en la página final de la revista.

Pelota de trapo, completa 
Pelota de trapo, la película guionada por Borocotó.
 

Imagen de portada: archivo El Gráfico