La Selección Fantasma, de carne y hueso
Hoy se cumplen 50 años de aquella victoria 1 a 0 contra Bolivia en la altura de La Paz, que prácticamente cerró la clasificación para el Mundial 1974. Repasamos el que vivió el equipo para llegar al objetivo planeado.
Los infernales
La Argentina ya había proclamado su independencia de España, pero aún quedaban en el continente varios “focos” realistas que intentaban restablecer el mando de la corona española. En 1815, el gobernador de la intendencia de Salta, Miguel Martín de Güemes, formó un ejército de milicias gauchas para frenar los ataques. Al elevar el pedido al gobierno central porteño, este negó la creación: "No hay motivo que justifique la creación de un Cuerpo de Línea en esa Provincia donde no hace falta”.
El comienzo de la leyenda
Argentina no había podido lograr la clasificación a México 1970, y en esa época la postulación para organizar la edición del '78 estaba en discusión. Brasil, quien había sido campeón en 1970, quería la revancha del “Maracanazo”.
La clasificación para Alemania 1974 era urgente, y la única manera para conseguirlo era asegurar una victoria imposible: vencer en la altura de la Paz.
Al igual que los “infernales”, a Omar Sívori se le ocurrió la idea de formar una selección paralela, preparada para solo dicho objetivo. El elegido para comandar la “misión” fue Miguel Ubaldo Ignomirielo: "En realidad, Sívori, que había sido un jugador excepcional, tenía aprensión a la altura y entonces me llamaron de la AFA para que arme un equipo especialmente preparado para ir a jugar a la altura de La Paz. Ese partido era clave para llegar al Mundial y se venía de una experiencia muy mala, una derrota de 3-1 que al final terminó siendo decisiva en la eliminación del Mundial de México 70. Como yo estaba al frente de las selecciones juveniles que competían en Europa, sobre todo en el Torneo de Cannes, donde salimos campeones, me dieron libertad en la planificación, pero eso sí, con dos condiciones: que no convocara muchos jugadores de los clubes grandes, ni muchos de un mismo equipo, para que no hubiera protestas"
Un puñado de valientes
En silencio, la selección alternativa comenzó su periplo hacia el norte argentino. Todo estaba organizado. Los pagos al hotel se harían en tiempo y forma, la AFA le mandaría por intermedio de Aerolíneas Argentinas una lista de víveres y enseres para poder completar la preparación, pero nunca llegaron. La realidad es que la AFA estaba en plena intervención estatal y ese no era un hecho menor.
En el plantel había juveniles que prometian: Ubaldo Fillol, Enrique Bochini, Marcelo Trobbiani y Mario Kempes, más jugadores con rodaje como los casos de Juan José López y Reinaldo “Mostaza” Merlo.
Jugar para vivir
Todos aquellos que fueron parte de ese equipo coinciden en lo mismo: el olvido. El 19 de agosto de 1973, la delegación aterrizó en San Salvador de Jujuy y de allí, emprendió el viaje en ómnibus a Tilcara. Ricardo Bochini recuerda: “Todos caminos de cornisa. Mirábamos para abajo y había como 2000 o 3000 metros”.
La vida a 2445 metros de altura no era la misma que en el llano, el cansancio físico era mucho mayor, faltaba el aire y el calor de día se tornaba insoportable, y de noche el frio apretaba.
En ese panorama, Reinaldo Merlo y Juan José López plantaron bandera y decidieron volverse a Buenos Aires. La vida en Tilcara los había deprimido, en ese momento ”Mostaza” ensayó una justificación: “No aguanté más. La tristeza me agobiaba”.
Miguel Ignomirielo luchaba contra todo: el ánimo de los jugadores, las deplorables condiciones hoteleras y las promesas incumplidas.
En ese contexto, la Selección Argentina de emergencia disputó un amistoso en Jujuy contra un combinado provincial, dirigido por José Yudica, técnico de Altos Hornos Zapla por ese entonces. El partido terminó 1-1 y el elenco nacional se fue silbado. Si la aventura no fracasó, fue por el respeto y la conducción de Ignomirielo.
Mario Kempes recordó en su autobiografía: “La pasamos realmente mal, no teníamos ni para comer, se habían pactado dos amistosos y terminamos jugando seis o siete a cambio de dinero, que nos servía para comprar en un supermercado comida que don Miguel ayudaba a cocinar, yo volví de aquel infierno con 7 u 8 kilos menos”. Viajes en trenes con asientos de madera, traslados en micros desvencijados a 3800 metros de altura, eran una prueba de carácter.
Todo llega, para quien espera
Omar Sívori llegó una día antes del partido a Tilcara, acompañado por un grupo de jugadores de la selección “habitual”: Daniel Carnevali, Angel Hugo Bargas, Roberto Telch y el “Ratón” Rubén Ayala. Después de tanto sufrimiento y preparación, Miguel Ignomirielo entregó el mando y el armado final.
Al dar la formación y empezar por Carnevali, Ubaldo Fillol vio como su mundo se desmoronaba. No era justo quedar afuera después de tanto sacrificio, el mismo Ignomirielo discutió con Sivori por sus cambios en la formación, pero no hubo caso. Argentina salió a la cancha de la siguiente manera:
Carnevali; Glaría, Bargas, Tagliani, Cortés; Galván, Telch (capitán), Poy; Fornari, Kempes y Ayala.
Contra todo pronóstico, se logró el objetivo. Con gol de Oscar Fornari de palomita, se impuso 1-0 ante Bolivia en la altura y aseguró -no solo su clasificación a Alemania 1974- sino la chance de organizar la Copa del Mundo 1978.
Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio