2000. Con la espada, con la pluma y la palabra
Oscar Washington Tabárez asumía como DT de Vélez, en su llegada al club de Liniers le concede una entrevista a El Gráfico donde repasa sus años en Boca y Europa. Para aprender del Maestro.
![](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/5b/95/5b959d130580c0fc393d8e6568032f0579fe7466.jpg)
Lo habrán pensado muchos aquella tarde noche en la Bombonera: a ese hombre, por las venas, le corría jugo de tomate frío. Fue allá lejos, en el 92, cuando Pancho Lamolina señaló el cielo con un pitazo y dijo que Boca era el nuevo campeón. Llanto, locura, emoción, un pibe Benetti que no sabía qué pasaba, un grande Beto Márcico como nunca, y Giunta en andas, y el Mono, y...
El tipo, una heladera.
Boca acababa de terminar con una racha negra de once años sin títulos y nada parecía moverle un pelo a Oscar Washington Tabárez. Con mucho esfuerzo levantó su brazo derecho (sin siquiera extenderlo demasiado), saludó casi por compromiso y se metió en el vestuario.
Por eso sorprendió su actitud de hace dos domingos, cuando salió otra vez al pasto de la Bombonera y, tras escuchar el “uruguayo, uruguayo” tan típico que caía de todos lados, fue mucho más efusivo. Esta vez, la mano la levantó cuatro veces.
![Imagen El Maestro Tabárez en su debut en el banco de Boca el 22 de enero de 1991.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/d8/0a/d80ab966095682a5f0c4eac4da36ed532f41ffba.jpg)
–¿Se considera una persona sensible?
–Para algunas cosas sí. Para otras, no.
–¿Volver a la cancha de Boca no lo sensibilizó?
–Yo siempre digo lo mismo: cuando me retire, cuando no dirija más, le voy a dar rienda suelta a los sentimientos. Cuando le cuente la historia a mis nietos todo va a ser diferente. Hoy uno no se puede distraer ni un segundo, porque hay poco tiempo.
![Imagen óscar Washington Tabarez se convertía en director técnico de Vélez luego de estar seis años dirigiendo en el fútbol europeo.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/a4/a6/a4a60023b359859200cb3f5f74dec7fda46b31cd.jpg)
Hace poco más de un mes que Tabárez está de vuelta. Cambió el fútbol, él no: sigue siendo el mismo hombre serio, reflexivo y poco demostrativo de antes. Casi que no tiene tics ni vicios. No fuma, no juega con la birome que está sobre la mesa a centímetros de su mano ni mueve alguna de sus pierna. Es capaz de quedarse dos horas charlando en la misma posición. Hay, sí, lo que todos ven: una sobriedad para hablar extrema y una boca que insiste en irse para un costado. El izquierdo.
–Oscar, ¿siguió el fútbol argentino desde que se fue?
–Desde Uruguay lo veía más que cuando estaba en Europa. Sobre todo el fútbol argentino, que me parece mucho más competitivo que el brasileño.
–¿Y qué diferencias encontró?
–Que salvo River o Boca, ahora los equipos son muy jóvenes. Cada vez juegan chicos más inexpertos en un nivel de exigencia más alto, y eso es malo. Romagnoli, por ejemplo, tiene 19 años; nadie duda que a los 26 va a ser mejor de lo que es hoy. Pero vayan a decirle a San Lorenzo que lo espere.
–¿Fue lo único nuevo que encontró?
–Bueno, vinculado con esto, River y Boca han creado una especie de brecha. Me acuerdo que cuando llegué al país, en el primer campeonato que jugamos con Boca, River terminó decimocuarto o por ahí. Ahora eso es impensado. Hoy, si no ganan el campeonato entran segundos o terceros. Y encima peleando copas.
–¿Y por qué firmó para Vélez entonces?
–Porque quiero crear una infraestructura, y por eso firmé por quince meses. Por más que sepa muy bien que hoy en el fútbol mandan los resultados y que, si no se dan, todo se termina. No sería bueno eso porque para mí Vélez es un club para quedarse un rato largo. Es especial y atractivo.
–¿Demagogia?
–Nooo. Es especial porque no tiene clásico, je... que es lo mejor. No, de verdad, ya cuando estaba en Boca pensaba que era distinto porque más allá de que no había ganado grandes títulos era un club en el cual se veía que había seriedad, que estaba saneado económicamente y con una gran dimensión social. Después, con Bianchi, Piazza y Bielsa consiguió lo que le faltaba.
–¿Cómo es trabajar en Vélez después de haber estado en el Milan?
–Yo pienso como entrenador, no me dejo llevar por el posible prestigio que significa estar en un equipo grande. Sin ir más lejos, uno de los principales logros que tuve como entrenador fue haber salido subcampeón de Uruguay con Wanderers, algo que pocos saben. Era mi segundo equipo como técnico y con siete jugadores que no habían debutado en Primera terminamos segundos.
–¿Había tenido muchas ofertas antes de firmar?
–Algunas, sí. Una no la digo porque es de un equipo argentino.
–De Boca.
–No, de Boca no, a eso yo no lo llamo ofrecimiento. Fue en el 96, un día me llamó Salvestrini y me dijo que gracias a unos sondeos de opinión yo estaba entre tres candidatos, con Veira y Brindisi. A mí no me gustó nada, me pareció una situación inédita. Yo había hecho concurso de oposición cuando era maestro y me tenía que acomodar para elegir cargo, pero no para ser entrenador. Acá, sin saber quién iba a ser el técnico, ellos pretendían que yo mantuviera una conversación para informarlos. Entonces le dije que no me interesaba.
![Imagen Abrazo uruguayo: Tabárez se abraza al Manteca Martínez en el festejo por el Torneo 1992.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/b0/97/b09795e00589904e306562706d1be79bbc5db2b0.jpg)
–¿Y qué otras ofertas tuvo?
–De una selección sudamericana y de algunos equipos de México, pero no llegamos a nada. También, antes de ir a Italia me ofrecieron una selección europea, pero ya tenía en mente ir al Milan.
–¿Su sueño?
–Y... llegué... Yo me hice muy de abajo, como futbolista nunca fui muy bueno y empecé el curso de técnico sólo para conseguir trabajo porque tenía que alimentar a mi familia. No sabía hasta dónde podía llegar.
Milan, Italia. Cierta tarde, cuando Tabárez estaba pasando sus peores días como técnico, sonó el teléfono de su casa. Del otro lado se escuchó la voz de Carlos Bianchi, en ese momento entrenador de la Roma, con quien jamás había cruzado un verbo. El llamado no era para nada en especial, sino para saber cómo llevaba la situación alguien que estaba en sus mismas circunstancias. “Claro, porque los dos éramos sudamericanos, los dos habíamos llegado como exitosos y a los dos las cosas no nos estaban saliendo como queríamos –explica Tabárez–. Después me ganó 3 a 0, pero eso dejalo ahí.” No quedaron amigos con el técnico de Boca, pero sí volvieron a tener contacto un par de veces, antes de encontrarse hace dos domingos en la Bombonera.
![Imagen En Argentina dirigió a Boca entre 1991 y 1993 (luego tuvo un segundo paso en 2002) y a Vélez entre 2000 y 2001.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/aa/35/aa3540d8ed6b77c74431c813722fe7adc40c4643.jpg)
En Milan, a pesar de su pobre campaña, el uruguayo se ganó gran respeto. Tanto que no lo llamaban ni Tabárez, ni Oscar, ni uruguayo, ni Cacho, sino gentile uomo. O sea, caballero.
–¿Fracasó allá?
–No, para nada. Cuando me sacaron del equipo se me acercó Maldini y me dijo: “Maestro, usted llegó en el momento equivocado”. Fue algo así como decir: “No vaya a creer que usted es el culpable, eh”. Lo que digo es que el problema no fue sólo mío. Nadie captó que por cuestiones de edad y por razones humanas el equipo tenía ese destino. Había jugadores que venían de ganar mucho, y cuando se gana mucho, ese afán se va atenuando con el tiempo.
–Y las cosas se le fueron un poco de las manos.
–Bueno, algo de responsabilidad tengo, pero la prueba de que al final Maldini tenía razón la dio el tiempo: llamaron otra vez a Sacchi, que se fue de la selección, y sus números terminaron siendo peores a los míos. Y después volvió Capello y lo mismo. Era un mal momento desde el punto de vista histórico.
–¿En qué se equivocó?
–En no haber cambiado nada. Los jugadores estaban aburguesados y yo debí haber hecho algo para sacarlos de ese momento.
–Usted ya había pasado por una situación peor en Boca: no sólo había jugadores aburguesados después de conseguir el título sino que además se convirtieron en Halcones y Palomas, una interna que después reconocieron. ¿No le había dejado lecciones esa historia?
–Esos jugadores sabían con anterioridad todo lo que estaba pasando. Me acuerdo que en ese enero, en Mar del Plata, organicé una reunión y en una pizarra les marqué: miren, el grupo está compuesto así, y así, y así. O sea que estaban informados de la situación. Y las cosas en un principio marchaban, pero cuando los problemas se empezaron a trasladar a la cancha se complicó todo. Reflexioné mucho sobre cuál podía ser la mejor salida, hasta que entendí que la única solución iba a ser empezar de cero.
–Pero no lo hizo. Y se fue.
–Porque hacer borrón y cuenta nueva en un equipo campeón no es fácil, había jugadores muy identificados con la hinchada y nombres muy cotizados que eran patrimonio del club. Entonces estaba algo limitado en mi accionar. Era casi imposible una solución, por eso creo que irme fue lo mejor.
–Lo curioso es que hoy tenga un psicólogo en su equipo después de esa experiencia no tan positiva...
–Para nada curioso. Es más, en Vélez también hay un sacerdote, ambos puestos por el club. Decir que no sería como oponerme a que un futbolista tenga un amigo.
–¿Pero está de acuerdo o se lo impusieron?
–Estoy totalmente de acuerdo. ¿Cómo no van a necesitar apoyo estos jugadores con lo chico que son algunos? No hay que olvidarse de que están en una actividad que los presiona y los estresa y que muchos están lejos de su entorno familiar. A pesar de que la gente lo olvida, los jugadores son personas que juegan al fútbol. Que se pelean con sus novias y que sufren como todos. El problema es que hoy mucha gente escucha la palabra psicólogo y ya piensa en una persona que tiene poderes o que hipnotiza, y no es así. Además, cuando más asciende la exigencia profesional, más ayudan los aportes psicológicos. Porque entre dos grandes equipos que tienen muy buenos jugadores y que están bien preparados, saca diferencia el que está mejor de la cabeza.
–El Boca que usted dirigió era el único equipo con psicólogo y terminó siendo el de más problemas.
–Bueno, lo que no volvería a hacer es incorporar a un psicólogo en el cuerpo técnico, como había en Boca. Porque la convivencia se hace muy difícil, algunos jugadores tienen afinidad, como Bati en ese momento, y otros no lo quieren aceptar. Acá en Vélez el hombre viene de vez en cuando y los jugadores saben dónde encontrarlo.
![Imagen Al maestro con cariño. El día que volvió a la Bombonera con Vélez , la institución le dio una plaqueta y la hinchada xeneize coreó su nombre.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/6a/64/6a64adee74d163f4ce552e316784d412c0c47420.jpg)
Cuando Tabárez cumplió 25 años de casado decidió con su señora darse un paseo por Florencia. Y cómo no, ya que estaba, ir a visitar a Batistuta. Una vez en el estadio, y después de tener que explicarle cien veces al muchachito de la puerta quién era para que lo dejara pasar, el hombre pudo por fin presenciar el entrenamiento. Bati, que estaba corriendo, primero le hizo una seña. Pero después de la práctica se acercó a saludarlo junto con Ranieri, el entrenador de la Fiore en ese momento. Entonces el italiano, con una sonrisa gigante, le preguntó a Tabárez: “Míster, ¿usted entrenó esto?”. El uruguayo estaba a punto de contestarle, pero fue Batistuta quien se le anticipó como si se tratara de un defensor del Milan: “Si no fuera por él yo no estaría acá”, le dijo. Según Tabárez, fue uno de los mejores reconocimientos que tuvo.
–¿Su caballito de batalla es haber dirigido al Milan o haberle encontrado el puesto a Batistuta?
–No, nada de eso, Batistuta es un hombre muy inteligente y humilde que tiene una gran fortaleza espiritual, y por eso se hizo el camino solo. Lo demostró en Boca, en la Fiorentina y ahora lo va a hacer en la Roma.
–¿Pero haberle encontrado el puesto fue uno de sus máximos aciertos?
–No, se dio no más. Cuando llegué a Boca, Batistuta era para mí el único jugador con características de centrodelantero, entonces, para que tuviéramos a otro fuimos a buscar a Palito Morales. Pero Morales se lesionó en el primer partido. Y el puesto quedó sólo para Gabriel.
–En el puesto que usted le encontró, precisamente. ¿Por qué le cuesta reconocer el acierto?
–No es que me cueste, es que yo con Batistuta estuve cinco meses nada más.
–Alcanzó.
–Puede ser, aunque creo que él ya había jugado en esa posición cuando estaba con Bielsa en las inferiores de Newell’s.
–¿Se lo reconoció Batistuta alguna vez?
–Sí, varias.
–¿Hoy mantiene contacto con él?
–No, yo no tengo sus teléfonos, no sé si él tiene los míos. La última vez que lo vi fue en el Mundial de Francia. Yo estaba trabajando para la FIFA en Burdeos y Argentina jugaba frente a Croacia. Ahí nos encontramos y fue como si nos hubiéramos visto el día anterior. Pienso que cuando tenga tiempo voy a buscar su número para saber cómo anda. Estoy seguro de lo que piensa él de mí y él sabe que lo quiero muchísimo.
Lo que Batistuta piensa de Tabárez lo demostró una noche. Fue cuando jugaron por la Supercopa italiana el Milan, dirigido por el uruguayo, y la Fiorentina. Cosas del destino, la Fiore se quedó con el partido y el título gracias a un gol del Bati. Gol que muchos recordarán porque en el festejo se acercó a una cámara de televisión y se lo dedicó a su esposa: “¡Irina, te amo!”.
Lo que nadie supo, porque las cámaras no lo siguieron, es que cuando volvía a la mitad de la cancha se acercó al banco del Milan, miró fijo a Tabárez y, con algo de culpa, le gritó: “¡Disculpe, Maestro!”. Nada entendieron los suplentes. Ellos no hablaban castellano.
Clase sobre Chilavert
Tabárez lo tuvo poco tiempo, pero igual se explaya sobre las condiciones del ex arquero de Vélez. Los defectos y las virtudes de un jugador diferente, polémico. Las dos caras del terror de los otros arqueros.
![Imagen José Luis Félix Chilavert.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/a5/81/a581f0ec93e99fac65c23ba37b034085b26b5dbd.jpg)
José Luis Chilavert ya está en Estrasburgo. Poco tiempo pudo tenerlo Tabárez entre sus caciques. Y se lamenta de eso, porque si para muchos entrenadores tener a alguien tan polémico en el equipo puede significar un arma de doble filo, no lo era para el uruguayo. “Para mí todos los equipos tienen que tener líderes. Ya sea por carisma, por trayectoria, por personalidad o por sus condiciones técnicas. Chilavert era líder. Además estaba muy pendiente de que sus compañeros tuvieran el mismo hambre para conseguir cosas que él con sus 35 años.”
Aunque claro, también estaba el otro lado de Chilavert, el polémico. Dice el uruguayo: “Hay que reconocer algo: José Luis no le pedía ayuda a nadie cuando le venían las consecuencias de lo que decía. Muchas veces el hablar se le volvió en contra y él se puso todo sobre sus espaldas”.
De todas maneras, era un aspecto humano el que a Tabárez más lo seducía de Chilavert: su curiosidad, sus ganas de saber todo y de aprender. “A mí me encanta que los jugadores opinen, que participen –dice–. Para mí el rasgo distintivo de la habilidad de este deporte es la toma de decisiones. El buen jugador es el que identifica el problema, busca las soluciones posibles, elige la mejor y todavía la ejecuta bien. Bueno, para tener futbolistas que tomen decisiones hay que hacerlos conocer cosas. Y para eso tienen que preguntar. Un jugador que no razona no puede tomar decisiones.”
–¿Chilavert era uno de los jugadores que preguntaba?
–Tal vez no, pero a veces es uno el que trata de conversar. No tengo ningún prurito en preguntarle a un jugador mío de qué juega tal o cual rival si no lo conozco. Y no me gusta que me respondan que no tienen ni idea. Como tampoco me gusta que un jugador diga que no le gusta ver un partido por televisión. Me parece que no se defiende bien en su profesión. Y Chilavert estaba muy informado.
Textos de Guido Glait y Rodolfo Cedeira
Fotos de Gerardo Horovitz.