BATTAGLIA, EL CAUDILLO EN CASA
A los 22 años había cumplido con todos los requisitos para ingresar en la galería de los emblemáticos volantes de Boca. En el día en el que asumió como entrenador revivimos esta entrevista de 2003, antes de la Intercontinental contra Milan.
![](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/eb/d7/ebd7cff48b49d99bf9ed09319de2b2707703e0ca.jpg)
La foto mantiene sus colores nítidos, impecables. Parece sacada ayer, aunque el clic fue doce años atrás. Muestra a un chico de diez años, delgadito y bien peinado, en un potrero pelado de Santa Fe. La tomaron un pegajoso mediodía de verano, pero el pibe no luce sofocado, acalorado ni nada, envasado como está en una camiseta amarilla de mangas largas, con puños, cuello y letras negras que dicen “Luz y Fuerza, Santa Fe”.
Como si presintiera un destino de crack, posa con ese cliché almidonado de los viejos pósters de El Gráfico: las manos en jarra, la frente alta y el botín derecho pisando la pelota de gajos blancos y negros, ya gastados y polvorientos.
El peinado voluminoso y con raya al costado no alcanza a despistar a nadie. El pibe tiene “demasiada cara” de Sebastián Battaglia. De este Sebastián Battaglia que hoy, con apenas 22 años, acumula títulos y elogios que lo ubican en la galería de los emblemáticos volantes de Boca. Aquellos que metían y jugaban. Aquellos que imponían su presencia en cualquier sector de la cancha. Y en cualquier cancha.
De la infancia sencilla en el barrio Transporte, donde papá Ricardo dividía el esfuerzo entre un taller metalúrgico y un reparto de diarios, viene su irrenunciable vocación de mediocampista. “No sé por qué agarré para ese lado, fue una cosa natural. Arranqué como volante en el baby y siempre me mantuve ahí, corriendo en el medio”, dice Sebas, a quien sus compañeros de entonces apodaban Bocón por razones que eran obvias.
Cuando el técnico y los jugadores pasaron de Luz y Fuerza a Ciclón Racing –“Fue raro, nos llevaron a todos”–, al Bocón le empezaron a decir Enano, ya que en los partidos oficiales de la Liga Santafesina enfrentaba a jugadores varios años mayores que él, verdaderos mastodontes comparados con su físico de junco. Enfundado en una camiseta celeste y blanca –“pero con un diseño parecido a la de Vélez”–, Battaglia sorprendía por su despliegue incansable. “Era un grupo muy lindo. Estaba con varios amigos –recuerda el muchacho nacido el 8 de noviembre de 1980– y también con un primo mío. Teníamos un lindo equipito. Incluso fuimos a un torneo en Chile y perdimos la final contra Argentinos Juniors, que en esa categoría siempre tenía robo. En la Liga enfrentábamos a Colón y a Unión, pero ni siquiera aspirábamos a jugar ahí. Veíamos la vida de otra manera, sin volar demasiado.”
Sin saberlo, sus alas iban a desplegarse en septiembre de 1995, la tarde que se convirtió en uno de los primeros refuerzos de la Era Macri, aunque Mauricio ni siquiera era presidente. ¿Cómo se explica eso? Lo cuenta Jorge Griffa, hoy capo del fútbol amateur de Boca: “Macri estaba en campaña para la presidencia y me convocó para ofrecerme el cargo en caso de que ganara la elección. ‘Tomate vacaciones hasta diciembre’, me dijo. Pero yo preferí trabajar desde ese momento y me fui a ver un partido organizado por Ciclón Racing en Santa Fe. Ahí lo vi a Battaglia y me llamó la atención enseguida. Ya era un jugador eficaz, con un sentido del equilibrio muy desarrollado.”
Equilibrio es una palabra que le cae justo. Por su rol solidario dentro de la cancha y por la válvula emocional que suele accionar para asimilar situaciones extremas. Equilibrio para absorber la explosión del éxito, equilibrio para bancarse una rotura de ligamentos cruzados y el puñal de bajarse una parada antes de la final Intercontinental con el Bayern Munich…
–¿De dónde viene esa forma de ser?
–De la educación que me dieron mis viejos. Pase lo que pase, trato de ser el mismo. Ellos siempre me pidieron que mantuviera la humildad, que no me mareara. Y más cuando me salió la posibilidad de venir a Buenos Aires.
–¿Y el equilibrio de adentro de la cancha?
–Eso es algo que voy puliendo a través de la experiencia. El jugador siempre incorpora cosas. Y yo me considero un privilegiado por los técnicos y por los compañeros que tuve. Con gente como Serna, Traverso o Cascini se crece rápido. Te viven ordenando, te ayudan a cometer la menor cantidad de errores. Entre otras cosas, me enseñaron que la comunicación es fundamental para mantener el equilibrio en una zona tan delicada de la cancha. Si no hablás, es imposible jugar.
-Naciste volante central, pero en Primera te utilizaron más por los costados. ¿Todavía conservás la identidad de “cinco” o ya sentís que podés acomodarte por cualquier lado?
–Ya estoy mentalizado para jugar por cualquier sector donde el equipo me necesite. Es más: ya me olvidé de la última vez que jugué solito de cinco.
–¿Qué incorporaste para ir por los costados?
–Varias cosas. Es más complicado ir por afuera que por el medio. El volante central tiene la cancha de frente, mientras que el carrilero necesita más ida y vuelta y debe acostumbrarse a la raya. Yo diría que incorporé despliegue y aprendí a cuidarme de la línea para que no me asfixie.
–¿Quién fue o es tu referente?
–Nunca tuve uno en particular. Miraba a todos y recogía algo de cada uno. Redondo, por ejemplo, no tiene el mismo perfil que Almeyda, pero a los dos les podés encontrar cosas interesantes. La clave del puesto es meter siempre y, cuando tenés la pelota, jugar simple, sin complicarse.
–¿Qué sensación tenés cuando los viejos hinchas de Boca te comparan con volantes legendarios del club, como Rattin, Suñé…?
–Es un orgullo y, al mismo tiempo, me resulta extraño. Me cuesta ponerme a la altura de jugadores tan importantes para la historia del club. Recién empiezo, tengo mucho por delante. Pero que ya me comparen con ellos es un gran elogio.
![Imagen Sebastián Battaglia un cinco hecho a la medida de Boca.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/b6/17/b617d10028efdd7ffaab5edc145fc77d9047a07b.jpg)
En la calidez de su casa de Villa Martelli, donde vive con su esposa Bettina y la pequeña Camila, está floreciendo un museo personal.
Un mueble especial exhibe camisetas de varios adversarios. No faltan fotos ni las medallas de las cuatro copas internacionales. Y sobran las camisetas propias cargadas de historia. Está la que utilizó en la final de la Libertadores 2000 contra el Palmeiras –“La guardé como quedó, transpirada y todo”– y también una azul y blanca que se puso la noche que Boca venció a Central y alcanzó el récord histórico de 40 partidos invicto.
Pero el imán de las miradas es el cuadro donde está enmarcada su camiseta y la que usó Savio en la final Intercontinental 2000 contra el Real Madrid. Aquella fue la noche de su máxima consagración, contracara de la amargura que viviría exactamente un año después. Hasta entonces, su vida deportiva reconocía un solo golpe: un breve paso por el Badajoz regenteado por Marcelo Tinelli. Se entrenó fuerte un mes, pero el técnico lo colgó porque era “demasiado joven”. Tuvo que “celebrar” la Navidad del 98 solito y solo en el comedor de un hotel, lejos de los afectos y con la ilusión pulverizada. Pero ahora, cuando se le pide que evoque un tropiezo, ignora aquella Nochemala en el arqueo de sus amarguras. Pesa más, mucho más, lo que sucedió a la vuelta de Japón.
–Me rompí los ligamentos cruzados y estuve seis meses parado. Fue un golpe durísimo. Por suerte, regresé a tiempo para participar en la campaña de la segunda Libertadores. Se venía otra vez Japón y estaba muy enchufado. Y en un entrenamiento me desgarré el bíceps de la pierna operada. Tardó muchísimo en recuperarse, ya que de ahí me habían sacado unos tendones para la operación. No había vuelta que darle: al partido con el Bayern no llegaba ni soñando. Bianchi me invitó para que viajara igual, pero no quise. No me iba a gustar ni medio entrenarme al costado del grupo, sufrir el partido de la platea… Seguro que me iba a querer comer a un japonés… Como sabía que no iba a ser una experiencia placentera, le agradecí la gentileza a Carlos y me quedé.
–¿Aquella frustración le da un toque especial a la final con el Milan?
–Seguro. Es muy importante jugar ese partido bajo cualquier circunstancia. Pero yo lo vivo con un gustito especial por esa historia. Me tocó ir una vez y ganar, así que espero mantener la racha. Es muy lindo sentirse los mejores del mundo por un año. Ojalá tengamos suerte.
–¡Las chispas que se van a sacar con Gattuso!
–Je, je… Ese es metedor como nosotros, ¿no? Vamos a ver qué pasa ese día.
–¿Soñás con el partido?
–Nunca es bueno jugar esas finales antes de tiempo. Por supuesto que pensar en el 14 de diciembre provoca ilusión. Si pasan un partido del Milan, miro un rato y trato de adivinar cómo se mueven los jugadores que vamos a enfrentar. Pero sin exagerar ni obsesionarme. Ahora tenemos la cabeza en el Apertura y en la Sudamericana. Ya llegará el tiempo de ir a Tokio y preocuparse por el Milan.
–¿Pero no te imaginás ni un poquito cómo puede ser esa final?
–Todavía no. Ellos tienen buenos delanteros y volantes de categoría. Y trabajan bien el partido, no se relajan. Aunque suena complicado, nunca se sabe... El Real Madrid tenía un equipazo, pero nosotros nos pusimos 2-0 en siete minutos y lo pudimos manejar. En esas finales hay que estar metidos al cien por ciento. Y levantarse bien ese día.
Por tratarse de un volante cuyo horizonte prioritario es la contención, Battaglia tiene una interesante cuota de gol, producto de su aceptable media distancia y de la aptitud para el juego aéreo en las pelotas paradas. Pero el hincha le adjudica cierto estigma épico por su participación estelar en goles boquenses que dejaron una huella en la historia. A Battaglia le hicieron el penal que Riquelme transformó en gol durante el superclásico de la Libertadores 2000. Fue Battaglia quien, minutos después, elaboró la jugada que finalizó en el cinematográfico gol de Palermo, la noche del regreso tras siete meses de ausencia. Y también resultó Battaglia el hombre que edificó la doble pared con Tevez, en el Morumbí, para sellar el primer tanto frente al Santos en la final de la última Copa.
![Imagen El gesto decidido, el arranque sin freno. Battaglia ya se hizo un lugar en la historia de Boca. Aquí frente a Chicago.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/87/33/87337450b5c7ae924d76670e92c8688e88aeab99.jpg)
–Es inevitable recordar esos momentos sin emocionarse. El gol que hizo Carlitos en Brasil fue infernal. Nos salió una jugada impresionante, increíble. Qué lindo es gritar un golazo como ése delante de tantos hinchas brasileños... Pero aquel 3-0 a River fue lo máximo. Pareció sacado de una película: cómo estaba la cancha, el rival, lo que estaba en juego, la vuelta de Martín, su gol, el festejo… Si uno pudiera volver a vivir una noche, yo elegiría ésa. Fue una sensación muy fuerte.
–Hoy por hoy, ¿qué distancia a Boca del resto?
–La regularidad en el rendimiento colectivo. Mantener la base fue clave. Llegaron sólo tres jugadores, que, además, se acoplaron muy rápido al grupo. Y el grupo, justamente, mantiene esa unión que es fundamental para conseguir objetivos deportivos. Todos nos sentimos útiles, nos toque estar adentro o afuera de los once.
–¿Jugar con Tevez es robo?
–Es bárbaro, no sé si robo. Le tirás la pelota y él la aguanta, gira como sea, engancha, define. Es importantísimo para el equipo.
–¿Y Bianchi?
–También, obvio. Es una gran persona y un técnico que no te complica a la hora de jugar. Te da mucha confianza. Yo, particularmente, le estoy muy agradecido. Me dio un gran respaldo en el comienzo de la carrera, cuando en el club todavía no existía el hábito de bancar a los chicos de las inferiores. Me puso en partidos muy trascendentes, que encima se ganaron. No muchos hacen eso con los pibes.
–Hablando de pibes: llama la atención que nunca te hayan tenido en cuenta para un Juvenil.
–No sabría decirte la causa. De mi edad estuvieron Cuchu Cambiasso, Guillermo Pereyra… Supongo que fue una cuestión de gustos o que me faltaría nivel para estar. Si bien tuve un crecimiento parejo desde las inferiores, siento que maduré muchísimo a partir del debut en Primera.
–¿Y hoy qué te genera la Selección? Ya sabés lo que significa estar convocado por Bielsa y ahora se te menciona como candidato para el partido con Bolivia…
–Esos comentarios me hacen bien. Es lindo que te tengan en cuenta, uno sueña con eso. Aunque sólo me tocó estar en amistosos, defender la camiseta celeste y blanca provoca un cosquilleo especial. Ojalá me llegue otra chance, tengo ganas de hacerme un lugar en la Selección. Mientras tanto, estoy mentalizado para rendir al máximo en Boca.
–¿Cuál es tu ambición personal?
–Eso mismo: rendirle a Boca. Tenemos tres competencias por delante y no podemos aflojar ni un cachito. Sería bárbaro conseguir las tres cosas: el último torneo local lo ganamos en el 2000, la Sudamericana es una linda Copa, y la Intercontinental ni hablar… Pero como ya ganamos la Libertadores, me conformo con que peguemos una más.
–¿La Intercontinental?
–¿Para qué elegir? Una más, la que Dios quiera....
Gustos son gustos
![Imagen Maradona.](http://2022.elgrafico.creatos.com/media/cache/pub_news_details_large/media/i/a5/52/a5522d3a427a2b1231a52fe081e872aca06c321c.jpg)
En su menú preferido no pueden faltar las milanesas con puré y el helado de dulce de leche.
En la concentración, mata el tiempo jugando al PlayStation.
Su ídolo es Maradona. Y hoy considera a Ronaldo como el mejor jugador del mundo.
No tiene cábalas, usa perfumes de Hugo Boss y elige a Pinamar para las vacaciones.
Por Elías Perugino (2003).