Las Entrevistas de El Gráfico

Gonzalo Beladrich: cómo Fabián Madorrán y Javier Castrilli marcaron su destino

A partir de la publicación de su libro "Fuera de juego" el escritor habló con El Gráfico para contar de su experiencia en el referato y de la presencia de ambos árbitros en su vida.

Por Julián Marcel ·

05 de junio de 2024

TODAS LAS HISTORIAS tienen una fecha determinada, aquella que marca un antes y un después en su desarrollo. Esta comienza el 12 de abril de 1998, cuando Vélez le ganó a Deportivo Español 1-0 por la 17ª fecha del Torneo Clausura, con gol de Patricio Camps a los 21 minutos del primer tiempo. Ese partido sería importante no sólo para el club de Liniers, dirigido por Marcelo Bielsa, y su consagración en dicho torneo, sino también para Los Gallegos: la derrota de local condenó al equipo dirigido por Leandro Pérez a jugar la temporada siguiente en el Nacional B. Dos caídas más en ese torneo (4-1 contra San Lorenzo y 1-0 ante Estudiantes) sellarían la última participación del equipo de Bajo Flores en Primera División.

En aquel encuentro, sin embargo, un hincha de 18 años presenció otra cosa. Observó al árbitro y supo que era distinto a los demás: el juez se llamaba Fabián Madorrán y el hincha era Gonzalo Beladrich, que es el autor de "Fuera de juego" editado por Tren En Movimiento en 2023, "una ficción inspirada en hechos reales", según reza en las páginas de crédito. El autor pasó por el archivo de El Gráfico para hablar de su libro, como también recordar a Madorrán Javier Castrilli a través de imágenes, como la tapa de la edición 4120 que muestra a este extenuado tras un entrenamiento tirado de brazos abiertos mientras se preguntaba en la portada: "¿Se cree Dios?".

  

Imagen Una tapa dedicada a Javier Castrilli y una histórica nota a Fabián Madorran.
Una tapa dedicada a Javier Castrilli y una histórica nota a Fabián Madorran.
  

Beladrich la identificó enseguida. "Esa tapa es de septiembre de 1998, a la vuelta del Mundial. Él ese mes hace la denuncia en Clarín sobre los árbitros que eran amenazados para manipular resultados por orden de dirigentes, dirige un Independiente-River que tuvo tres expulsados, a la semana le dan a dirigir Platense y Gimnasia y Esgrima de Jujuy, y luego renuncia", dijo convencido. Y luego agregó:"Ese 1998 fue especial porque hubo una especie de transición en el arbitraje".

- ¿En qué sentido?

-Es porque Madorran comenzó a posicionarse públicamente, además de ser considerado como el reemplazante de Javier mientras que él ya había renunciado. 

-¿Qué fue lo que te cautivó de la imágen de Fabián ese partido contra Vélez?

-Lo venía viendo en Fútbol de Primera, y en su momento me llamaba la atención porque tenía una forma de desplazarse por la cancha que a mí me resultaba particular, lejos de la cosa tan acartonada de los árbitros “policías” con bigote comisario o que eran muy detallistas a la hora de dirigir, como Jorge Ferro que contaba los pasos de la barrera. En Fabián había algo que no lo tenía. Desde ya que el ejercicio del arbitraje lo tenía por la misma aplicación de reglas, pero él era más grácil, se movía por la cancha de otra manera. Era como más elegante. Parecía un bailarín, tenía otro vínculo con su propio cuerpo y que lo diferenciaba del resto del árbitro promedio. Quizás, pienso ahora, con eso pudo abrir puertas para otros estilos de arbitraje como Héctor Baldassi o Pablo Lunati. Hablo mucho de ese partido contra Español porque yo estaba haciendo el curso de arbitraje y porque Español descendió y no volvió a jugar en Primera División. Después llegó en los medios toda la cuestión gay sobre Fabián y las notas que se escribieron, como ésta [señala una nota de El Gráfico del 20 de abril de 1999 en donde el titular dice “Lloré mucho cuando me tildaron de homosexual”.

 

Imagen Fabián Madorrán dirigiendo ante Independiente.
Fabián Madorrán dirigiendo ante Independiente.
 

Dejar el arbitraje

-El libro habla de la liberación propia pero también de despojarte de algo que amabas como el arbitraje. ¿Cómo fue tomar esa decisión?

-La decisión fue muy dolorosa y muy injusta. Lo cuál es especial que lo diga porque un árbitro debe impartir justicia por lo que ese concepto está presente todo el tiempo. La injusticia lo pienso por tener que optar: ¿por qué no tener la orientación sexual hegemónica te lleva al lugar de tener que elegir si seguís haciendo carrera pero teniendo una doble vida? Estar en esa disyuntiva, el “crossroad”, y elegir una de esas dos opciones es la verdadera injusticia. No me arrepiento de la decisión tomada, pero tampoco fue una decisión fácil: yo quería seguir arbitrando, y a los 20 años ser ex réferi es doloroso. Yo veía lo que fue la vida de Fabián, lo que decían de él y era terrible tener que ir a los programas de televisión a mentir sobre tu elección sexual, como hizo en el programa Futbol Virtual. Si un árbitro internacional tenía que pasar por esa humillación en un estudio televisivo, ¿qué me quedaba a mí con 19 años?

- ¿A Fabián lo veías como una especie de espejo a futuro?

-Era un espejo a futuro, pero presente también. Todos sabíamos que Fabián era homosexual. Yo lo había visto en bares o boliches gays. Pero fuera verdad o mentira, la situación era humillante. Imaginate si soy yo el que salía de un boliche y me veía un jugador u otro árbitro. La situación con él era distinta, porque era árbitro internacional, dirigía a Boca y a River.

-Leyendo el libro me quedó flotando una idea que leí hace tiempo que decía que el fútbol a pesar de su popularidad es uno de los deportes más conservadores que hay, en todos los aspectos. ¿Vos cómo pensas que el fútbol o el mundo del fútbol pueda abrirse?

-La pregunta en realidad es ¿cómo accede una marica al mundo del fútbol?Desde el lado del futbolista, del árbitro o del espectador accede como chiste. Es el depositario de la cargada, que era lo que pasaba con Fabián. En el Sindicato, nuestro instructor también era veedor de AFA e iba a partidos a juzgar a los árbitros, y cuando le tocaba partidos de Fabián decía: “Tengo que ver a Madorrán este fin de semana a La Plata, me lo voy a traer sentado en el pinocho”. Esa era la burla a finales de los años 90. No es tan distinto veinticinco años después. El lugar sigue siendo el de la burla. Acceder podes, pero desde el lado del bufón. Y yo no quería estar en ese lugar. El fútbol es tan conservador que llega a lo discriminatorio, no solo con las elecciones sexuales sino también con las disidencias corporales. Para las disidencias sexuales el fútbol masculino es igual o peor, pero en el femenino no. Ahí hay una puerta que se abre, ya que habilita a que un montón de chicas jueguen al fútbol y digan “este deporte ya no es tuyo”.

Imagen Javier Castrilli en una producción para El Gráfico, septiembre de 1998.
Javier Castrilli en una producción para El Gráfico, septiembre de 1998.
 

El apoyo de Javier Castrilli

- ¿Cómo era tu imagen de Castrilli?

-Él era particular: situémonos en la época, década del 90. La impunidad del Estado, el menemato, la corrupción obscena, la vulgaridad del poder. Castrilli era otra cosa: no importase que fueses Boca, River o Defensores de Belgrano. Si había un agarrón en el área te iba a cobrar penal. Pero luego su propia división entre persona y personaje se mimetizó y partidos que eran tranquilos terminaron tomando otro tamiz por su arbitraje, como el San Lorenzo – Lanús de 1992 [se refiere al encuentro que estos equipos jugaron el 11 de septiembre de ese año por el Torneo Apertura: los de Boedo iban ganando uno a cero y Castrilli echó a cuatro jugadores visitantes, y pocos minutos después un quinto jugador tuvo que ser retirado por una lesión: al no tener cambios, el árbitro lo terminó]. Era nuestro referente, era la idea de justicia en un país donde no lo había. 

- ¿Y cuándo se retiró como lo tomaste?

-Mal. El venía de hacer un buen Mundial'98 dirigiendo dos partidos [Arabia Saudita 0 - Dinamarca 1 y Rumania 0 - Croacia 1] en junio. En septiembre renuncia y eso fue un shock para mí. En el libro lo cuento de manera personal porque cuando él renuncia una semana después muere mi madre, y todo lo futbolístico pasó a tener un segundo plano, incluyendo el descenso de Español.

"Fuera de juego" relata de manera detallada su conflicto personal con todos esos problemas, y destaca una frase que le dijo el mismo Castrilli un año después de su retiro mientras Beladrich comenzaba a asumir su homosexualidad y por ende a pensar en el retiro: “Hacés bien en dudar. ¿Para qué les vas a regalar a estos tipos los mejores años de tu vida, si además no te garantizan nada?”

En defensa de una vida privada

El libro es un relato sobre las vivencias de Beladrich a la hora de tomar una decisión con respecto al arbitraje,pero su segundo protagonista es Fabián Madorrán: desde sus aspectos futbolísticos hasta los más personales. Lejos de ser un pasquin, el libro también habla de aquellos temas en los que el periodismo deportivo elige no meterse sin un lado sensacionalista, como las elecciones sexuales o la salud mental. Fabián Madorrán protagonizó momentos especiales en el fútbol argentino como el partido de ida de la Promoción 2001 entre Argentinos Juniors e Instituto de Córdoba, anulando dos goles validos para los de La Paternal, o cuando una cámara lo captó entonando una canción de Boca en un partido contra Almagro, excusandose con que el cántico "era pegadizo". Pero por fuera de todos esos detalles, el árbitro era juzgado por su vida privada

El 28 de septiembre de 2003 dirigió su último partido en la victoria de Banfield ante Chacarita por 3 a 0. Once días antes, estuvo en el partido de partido de ida de octavos de final de la Copa Sudamericana que River goleó a Independiente por 4 a 1 en Avellaneda, y en ese encuentro se cuestionaron algunas decisiones como no cobrar un gol y un penal a los locales que lo dejaron otra vez en el centro de la escena. Dos días después de la victoria del Taladro, Madorrán fue desvinculado por el Comité Ejecutivo de AFA a través de un pedido de la Escuela de Árbitros por "aspectos físicos y evaluaciones técnicas, dentro del marco legal y convencional". Apenas diez meses después, el 30 de julio de 2004, dos horas después de haber arribado a Córdoba, el ex árbitro se llevó una pistola al mentón y se disparó en un banco del Parque Sarmiento. Tenía 39 años. 

Ese triste final impactó en la vida de Gonzalo y en la posibilidad de poder escribir sobre la "humanización" de un árbitro. 

 

Imagen Fabián Madorrán en una producción para El Gráfico.
Fabián Madorrán en una producción para El Gráfico.
 

-Llama la atención que en el libro se enfoque la reivindicación del árbitro y la defensa de su vida privada sobre todo cuando el árbitro está al margen de todas esas exposiciones. 

-Me han dicho que en “Fuera de juego” idealizaba la vida de Madorrán, pero en realidad es justamente la defensa de tener una vida privada, y que esa vida privada pueda ser diferente a la hegemónica. Porque Madorrán no era un santo. Si alguien quisiera hacer una biografía de él quedarían esos grises, como los de toda persona. 

-Además hubo una estigmatización del árbitro, como que no tenía vida privada. O que su vida era tan rigurosa e impenetrable como en la cancha.

-Esa dureza también tenía que ver con lo robótico. Vos tenías que ir de traje a buscar la asignación a AFA para estar en ventanilla unos diez segundos. Tenías que ir de traje a los partidos: sea en un Boca - River o en un Franja de Oro – Estrella de Maldonado en un partido de futsal. El árbitro hablaba poco, y casi desde el orden de lo policial, era rígido. Además habia que tratar de pasar desapercibido, tratar de que no se note que estuviste ahí, ser un hombre gris. Ex árbitros nos decían incluso en los cursos: “Cobras más de 30 faltas, dirigiste mal; sacaste más de cuatro amarillas, dirigiste mal”. Esa idea de pasar desapercibido, tanto Fabián como Javier la rompieron. Javier por lo riguroso, Fabián por la soltura de su cuerpo. 

-¿La vida de Madorrán te empezó a interesar en vida o después de su suicidio?

-Siempre me interesó, pero nunca me lo crucé en un ámbito arbitral. Sí lo he encontrado en bares y boliches gays. 

- ¿Te arrepentís de no haber hablado con él?

-Sí, sobre todo ahora que ya no tengo chance. Y más cuando es alguien que uno cree cercano, compartiendo el oficio de ser árbitros, elección sexual, sindicatos. 

- ¿Tenías pensado escribir sobre él?

-No, la primera vez que lo hice fue para un fanzine llamado “La Paquito” que editaba una agrupación política llamada Putos Peronistas. Y una vez hicieron un número especial sobre Fútbol y diversidad sexual. Un poco este texto me sirvió para traer algunas cuestiones a “Fuera de juego”.

- ¿Fue difícil escribir el libro?

-No, porque era algo de lo que quería hablar. El libro toma al arbitraje, pero en realidad habla de los duelos: el duelo con mi vocación, con Fabián, con la partida de mi madre, con la adolescencia y su paso a la adultez. Eso no lo pude ver con claridad si no hasta ahora que ya tiene editado un año. Y cómo elegí no ubicarme en el lamento y en la depresión. 

- ¿Y por qué te decidiste a escribirlo?

-A mi pareja, que es guionista, le contaba algunas cuestiones de lo que escribía y con esa escucha a él le llamaba la atención la imagen de un adolescente con un traje para ir a AFA y después ir a un McDonald’s para cambiarse sus ropas por otras de adolescente e ir a ver una película en los viejos cines de Santa Fe. Esa metamorfosis siempre le llamó la atención. Durante la cuarentena estaba escribiendo una novela y pensé en esa escena. Eso se bifurcó en otras, como el curso de árbitros, ser pasante de AFA, la renuncia, Fabián, Javier, el año 1998. No fue el formato original el del libro. 

- ¿Qué sentiste cuando fuiste a la tumba de Fabián?

-Cuando estoy frente a una tumba siempre pienso en qué me vincula a quien está ahí: generalmente recuerdos, vivencias que uno tiene. Con Fabián me pregunté de qué sirvió que haya muerto, que haya sido homosexual en un ámbito conservador, y que veinte años después siga siendo un tema del que no se puede hablar sino desde la burla o la discriminación. Madorrán pudo haber dirigido un mundial, y se mató a los 38. Su carrera fue trunca. Y con él también pienso en las que están quedando truncas ahora. No solo en árbitros, también en jugadores. Son espacios muy expulsivos para las disidencias sexuales. Esta ofrenda de su cuerpo, dicho de manera simbólica, ¿de qué sirvió si nadie se acuerda de él? ¿Se modificó algo? Nada. O casi nada. Esa es la sensación.

 

Imagen La portada de "Fuera de Juego", libro de Gonzalo Beladrich
La portada de "Fuera de Juego", libro de Gonzalo Beladrich
 

Foto de portada e interiores (exceptuando portada del libro): Archivo El Gráfico