LA NOVELA de Novak Djokovic, el Abierto de Australia y el gobierno federal de ese país está lejos de terminar. El primer Grand Slam del año ya atraviesa la segunda semana de competencia y todavía carga con la ausencia del número uno del mundo, quien fuera deportado tras una batalla legal de 11 días con el gobierno australiano por no tener la vacuna contra el coronavirus.

Este domingo Craig Tiley, el CEO de Tennis Australia, la federación organizadora, dejó abierta la puerta para que el serbio pueda jugar el torneo el próximo año, más allá de que tiene prohibida la entrada al país durante tres años por la deportación.

"Creo que Djokovic jugará el año que viene. Al fin y al cabo es el jugador más fuerte del mundo y le encanta el Open de Australia", dijo uno de los dirigentes más influyentes del tenis internacional.

El primer ministro australiano Scott Morrison fue claro: "La sanción podría verse disminuida si se dan las circunstancias correctas". El mensaje no tiene grises: esa condición es que Djokovic vuelva al país vacunado contra el covid, cosa que hoy se avizora improbable.

Por otro lado Daniel Andrews, el Premier del Estado de Victoria, cuya capital es Melbourne, insistió: "Djokovic sólo podrá ser bienvenido si llega al país ya vacunado". Ambos dirigentes políticos, entonces, se pararon enfrente de la postura de Tiley, quien confía en que Djokovic pueda tener posibilidades de volver a jugar el torneo que ganó nueve veces.