Descubriendo a...
Descubriendo a Nicolás Pasquini
Llegó a Lanús en 2006, ganó experiencia en el ascenso y hoy es uno de los comodines del Mellizo.
Llegó a los 15 años (nació el 2 de enero de 1991) desde Los Surgentes, una pequeña localidad del sur cordobés de apenas 3000 habitantes. Se probó como delantero y Roberto Puppo lo fichó. Ingresó en la Octava y, a mitad de año, el DT Roberto Madoery le encontró el puesto. Lo puso como volante por izquierda, la posición en la que hoy se siente más cómodo. Por un convenio entre Lanús y Atlanta, pasó a prestamo al Bohemio en 2010, donde jugó durante dos años. “Fue un paso positivo que me sirvió para ganar experiencia”, admite.
El primer año fue el más duro para el zurdo, porque no le tocó jugar tan seguido en la B Metropolitana, pero tras el ascenso a la B Nacional y el recambio de entrenador tuvo más chances de mostrarse. Se desempeñó como 3 y también de volante. “Los partidos son más trabados y peleados, el juego es más lento que en Primera, donde quizás hay más espacio pero se tiene que resolver más rápido”, compara con un tono de voz sereno que no tiene ni un poquito de tonada cordobesa. El hijo de Germán y Silvana (que tienen una parrilla en Córdoba) y hermano de Antonela (18) y Sofía (16), debutó en mayo del 2013, cuando jugó de lateral por la lesión de Luciano Balbi.
Después alternó con la Reserva, hasta que ingresó ante Olimpo y cumplió con creces. En el área chica, Silva le había pifiado a la pelota, y él estaba justo allí para empujarla y marcar su primer gol en Primera. Siguió ganándose la confianza de Guillermo, que le dio más protagonismo. El novio de Eliana afirma que sus puntos fuertes son su “muy buen ida y vuelta” y su “buena pegada”. Consciente de que todavía está en crecimiento, espera poder mejorar en la marca. Admirador de Leo Messi, confiesa que no tenía ídolos futbolísticos en la infancia y que cuando termine su carrera profesional quiere regresar a su pueblo, lejos del lío de la gran ciudad. Hoy, en Lanús, todavía le queda un gran camino por recorrer antes de volver a casa.
Por Alejandra Altamirano Halle
Nota publicada en la edición de Abril de 2014 de El Gráfico