Jorge Burruchaga: más que un socio
Un día como hoy pero en 1998, se retiró del fútbol. Repasamos la historia de un hombre de goles importantes, de momentos definitorios. Traductor e intérprete de dos genios: Bochini, primero, y Maradona, después. El autor del gol que todos soñamos hacer.
El partido perfecto
Van 24 minutos del primer tiempo, un rechazo del fondo de Independiente, le queda en los pies a Bochini, justo al “10” del rojo en la medialuna del área. El tiempo se detiene, siempre que el la tiene, todo pasa a otra velocidad. El tiempo se estira, se deforma, los que lo rodean entran en la nebulosa. Todos menos Jorge Burruchaga, al que Bochini ya había visto. Pica por el medio, entra en posición de “9” y el “Bocha” pega el estiletazo al vacío, el tiempo vuelve a su forma, “Burru” y la pelota se encuentran, el arquero Joao Marcos sale a atorarlo pero es tarde. Burruchaga de derecha le pica la pelota y el Estadio Olímpico de Porto Alegre enmudece. El gol que valdría la séptima Copa Libertadores para Independiente, a pesar de faltar el partido de vuelta en Avellaneda, entraba en la historia.
Empezó de abajo
Literalmente fue así en todo sentido: “Un entrenador, Jesús López, decía que por mis condiciones y mi técnica podía jugar de líbero, ya que salía bien de atrás y llegaba a los relevos. Eso fue en inferiores. Y en Primera, López y Cavallero también me quisieron poner ahí. Pero como vieron que dudé un poquito antes de aceptar el puesto, se arrepintieron”.
Antes el fútbol le había dado un golpe, River Plate lo había dejado libre en divisiones inferiores Con 13 años el pibe que juntaba las monedas para viajar, se quedaba sin sueño. “fue la primera y una de las más grandes desilusiones que tuve en el fútbol. Fue un mazazo muy grande. Encima, se dio en el 77, el año en el que murió mi viejo. Ahí largué el fútbol, no quería jugar más".
De ahí se fue a probar a Quilmes, tampoco tuvo suerte y no quedo. Arsenal apareció en su vida casi por accidente. En el barrio jugaba por plata o trofeos, hasta que lo vio un amigo de los Grondona y lo acercó al club. A los dos años, ya jugaba en primera.
Escape a la gloria
No se podía escapar, de ninguna forma. Rudi Vóller había empatado un partido que estaba ganado. Pero Alemania es así, como dice el poema de Almafuerte: No te sientas vencido, ni aún vencido.
En otro soneto del mismo poema, estaba también la respuesta argentina: Trémulo de pavor, piénsate bravo y arremete feroz, ya malherido.
El regreso a casa
Tras un largo periodo en Francia entre 1985 y 1995, era la hora de volver. Su segundo hogar, Independiente lo estaba esperando, a pesar de que estuvo muy cerca de jugar en Boca Juniors, como el mismo recuerda: “Estuve cerca de Boca dos veces y en una estaba casi listo. Se frustró porque compraron a Charles”. También lo estuvo de River Plate, pero de manera más informal, solo charlas.
De vuelta en el “Rojo”, integró el equipo que comandó el “Zurdo” López a la conquista de la Supercopa y más tarde la Recopa 1995.
El 15 de septiembre de 1998 llegó su última función, pero no fue todo lo feliz que debería haber sido. El mismo lo recuerdó en un 100 x 100 con nuestra revista: "Me hubiera gustado retirarme jugando. Después de perder un partido en cancha de Vélez, salí del equipo y no me retiré como merecía. Lo mejor hubiera sido que me dijeran que no iba a jugar más. Pero no se dio así y fue durísimo haberme ido cuando se terminó ese contrato, sin que nadie me dijera chau ni gracias. En ese momento, estaba Héctor Grondona de presidente y Menotti de director técnico. El error fue no decir la verdad. Sacar conjeturas ahora es medio al pedo. Pero el Flaco (Cesar Luis Menotti) me dijo que me iba por problemas económicos, y Héctor me dijo que el entrenador no me quería…"
Siempre es hoy
Jorge Burruchaga, el hombre de los goles importantes, supo ocupar un lugar difícil en el fútbol y la vida, el del socio laburante y talentoso, al costado de los reflectores.
Un hombre callado, pero inolvidable, esos que no deberían faltar en ninguna cancha, empresa y menos en la vida.
Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio