Los grandes cracks (1911-1921): los forwards
Chantecler evoca a los principales delanteros de la época de la “evolución” del fútbol nacional: Calomino, Ohaco, Canaveri, Elías Fernández y Marcovecchio sobresalen en esta recordación invalorable.
WINGERS DE CAMPANILLAS
Hubo otros jugadores de su puesto que lo sucedieron dignamente; pero aunque grandes, ninguno lo superó, y a cuando más habrá llegado a igualarlo.
Dos de esos ases fueron Pedro Calomino, de Argentino de Quilmes, primero, y luego de Boca Juniors, y Zoilo Canaveri, de Racing e Independiente, de más larga actuación este último, que llegó a actuar hasta hace muy pocos años. Ambos eran veloces, astutos y manejaban notablemente la pelota. Más vivaz Calomino; más preciso Canaveri, no rivalizaron en discutir el puesto internacional, ya que Canaveri no podía hacerlo por ser nacido en el Uruguay. La jugada principal de aquél era "la bicicleta", que ya la habíamos visto a Leonard, pero que Calomino la perfeccionó. Consistía en amagar que se jugaba la pelota en plena carrera, de manera que mientras el half se detenía, el winger seguía su corrida y lo dejaba fuera de distancia. Canaveri, de tanta o más gambeta que él, apilaba hombres y llegaba a la raya de goal desde donde solía pasar hacia atrás al compañero mejor colocado, para que sin peligro de off- side, pudiera shotear favorablemente al arco.
Sin alcanzar la misma altura fueron figuras excelentes Ernesto Galup Lanús, de Porteño, notable en la ejecución de los corners, y Julio Lamas, de Estudiantes de La Plata, de juego similar, si mi recuerdo no falla, al de Lauri, Heinssinger, de Tigre, conocido por el Alemán, fue otra figura que se popularizó en sus tiempos y sin alcanzar la altura de las grandes estrellas brilló en primera magnitud y el que, con Carricaberry después, se aproximó más a Viale en eso de marcar goals de centro-shot. Ginebra, de Huracán, y Fraga Patrao, de River Plate, fueron también jugadores destacados, aunque de menor relieve, y no terminaría bien esta referencia si no citara a un winger derecho desconcertante corno lo fue Pascual Garré, de Independiente. Cualquiera concebiría a los nombrados anteriormente en el actual profesionalismo, pero no a Garré. Hoy se exige al jugador que rinda sus posibilidades.
Pascualito era haragán y caprichoso; el día que se le daba por no jugar, no se movía para recoger una pelota a dos pasos y era la desesperación de todos, pero cuando enfrentaba a Racing, o se le daba por jugar, entonces su rendimiento superaba a veces el de Calomino y Canaveri. Se tornaba rapidísimo y su gambeta segura lo hacía irresistible. Más de una vez de una jugada suya dependió la derrota del gran campeón y en cierta ocasión jugando por la final de Competencia contra Rosario Central, el gran team de los Díaz, los Blanco y los Hayes, la superioridad de este conjunto sobre Independiente, se vio anulada y aniquilada en el field de Gimnasia y Esgrima, por la acción de ese solo hombre que produjo una de las hazañas más grandes que le vi hacer a jugador alguno. Ganó Independiente por 6 a 1, de los cuales Garré marcó 5 y ellos y el restante, fueron todos trabajados por el winger cuya pujanza no pudo contener la defensa rosarina.
WINGERS IZQUIERDOS
Viale siguió brillando como estrella única en su puesto hasta que un jugador de grandes condiciones lo sucedió en la admiración de los aficionados. Apareció en la Federación en su primer internacional y actuó muchos años en los seleccionados jugando en los teams de clubs, por Argentino de Quilmes, Porteño y Sportivo Palermo: era Pascual Polimeni, menos brillante y goleador que Viale, pero completo en la excelencia de sus corridas, seguridad de su sobria gambeta y la exactitud de sus pases y centros.
En el famoso quinteto que con Racing formaron Canaveri, Ohaco, Marcovecchio, Hospital y Juan Perinetti, este último era el menos habilidoso, pero el más recio y entusiasta de los cinco. En mérito a estas cualidades se le designó para teams representativos, a cuyo éxito contribuyó siempre con la medida de todas sus fuerzas. En Boca y River Plate actuó por ese tiempo otro winger de grandes condiciones, Taggino, que se desempeñó bien en luchas internacionales y si por entonces Rogers, de Est. Porteño; Galeano, de Independiente; Crespo, de Tigre; Meira y Bincaz, de San Isidro, y Calandra, de Estudiantes de La Plata, eran wingers estimables y de positivas aptitudes, ninguno llegó a aproximarse tanto a Viale y Polimeni como Jaime Chavin, que comenzó a destacarse en Huracán y terminó prematuramente su carrera triunfal en River Plate, formando una pareja notable con Nicolás Rofrano.
INSIDERS EXTRAORDINARIOS
Abundaron siempre los buenos insiders y en una época tan rica como la de evolución no podía extrañar que así ocurriera. Hubo insiders de acción técnica y positiva, gambeteadores habilidosos y excelentes goleadores, pero el que alcanzó el puesto más alto del fútbol porteño por su juego de combinaciones y condiciones tan completas que podía jugar en cualquier lugar de un team, fue Alberto Ohaco. Demostró Ohaco que un quinteto se dirige mejor como insider que como centro y su juego sutil y penetrante que combinaba con Hospital, un formidable gambeteador precursor de Ochoita, tenía como consecuencia facilitar el goal a Marcovecchio, que era la máquina que tenía Racing para dar el certificado de defunción a los equipos rivales. Ohaco y Hospital fueron los grandes de ese quinteto notable que dio al club de Avellaneda varios campeonatos consecutivos.
El espacio no me permite entrar en detalles, pero corresponde citar entre las insíders destacados, al chueco Ameal, de River Plate, de buena gambeta y goleador oportuno; a Cabana, hábil dribleador de Argentino de Quilmes; a Ochandio, de Estudiantes, que fue muchas veces internacional; a Izaguirre, un forward diminuto de Porteño y extraordinario gambeteador; al negro Laguna, de Huracán, uno de los más astutos, que tenía la habilidad de marcar goles de sorpresa dando las espaldas al arco; a Echeverría, brillante apilador de Estudiantes de La Plata; a Brichetto y Abatángelo, que hicieron las delicias de los hinchas boquenses, y a Fausto Lucarellí, dinámico y pujante insider de River y Bánfield. Pero quien más llegó a sobresalir después de Alberto Ohaco fue el ya citado Rofrano, quien, a pesar de ser bajo y grueso, era un forward ágil de notable concepción técnica; muy sobrio en la gambeta, tenía una noción exacta del pase y la oportunidad.
LOS CENTRE FORWARDS
Como el primer centre forward notable de la época recordaré a Max Susán, que en los comienzos de su brillante carrera actuó de centre half. Además de ser director consciente, era un temible goleador por la visión del arco y la potencia y cálculo de sus shots. Fue el primero que realizó la hazaña de vencer cuatro veces la valla uruguaya en un solo match. Este se jugó en 1913 por la Copa Lipton.
En realidad de verdad no fue gran época para nuestros centre forwards, pues los mejores en ese puesto eran rosarinos.
CHANTECLER (1938)
Próxima entrega: Los grandes cracks rosarinos y uruguayos (1911-1921)