¡Habla memoria!
El fútbol español, entre la huelga y un final disparatado
Un nuevo contrato televisivo impulsado por el gobierno nacional dividió las aguas. Millones de euros en juego, estrellas en huelga, LFP vs. RFEF y una disputa que podría afectar el cierre de temporada.
“Quedan cinco finales, si Dios quiere serán seis”, dijo Luis Enrique en el día de su cumpleaños 45. La diferencia en la cantidad de partidos se explica según si el Barcelona clasifica a la final de la Champions o es víctima de una remontada épica del Bayern Munich. Sin embargo, la frase del entrenador blaugrana fue titular de los diarios españoles por otro motivo. En medio de la amenaza de huelga de jugadores que podría terminar la liga en la fecha 36, irradió optimismo.
Unas horas antes, algunos de sus dirigidos habían apoyado la medida de fuerza que podría comenzar a regir desde el 16 de mayo. Esta vez, Casillas, Sergio Ramos, Gabi, Juanfran, Iniesta, Xavi, Piqué, Vela, entre otras estrellas, se sentaron para el mismo equipo y defendieron los derechos de su sindicato. Nucleados por la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), reclaman un porcentaje en el nuevo contrato televisivo. Al lado de la guerra de siglas, egos, intereses y millones que se desató en España, el fútbol argentino es el Edén.
"No es una escenificación, no se movilizan para figurar", dijo Luis Rubiales, titular de AFE, en nombre de los jugadores.
Blaugranas y merengues justificaban la diferencia en los ingresos con su popularidad, pero al mismo tiempo, la brecha se ampliaba cada vez más que era imposible que en algún momento perdieran su lugar de privilegio. Como el huevo o la gallina, en algún momento debieron terminarlo. El Ministro de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, explicó: “La mitad de los ingresos se distribuirá entre todos los clubes de cada categoría a partes iguales y el resto, 50% en Primera y 30% en Segunda, en función de los resultados deportivos –las últimas cinco temporadas en Primera- y la implantación social”. Es decir, el Barcelona y el Real Madrid continuarían siendo los más beneficiados, aunque ya no tan desproporcionadamente.
Javier Tebas denunció al Asociación de Futbolistas Españoles por la amenaza de huelga desde el 16 de mayo.
El titular de la federación, Ángel María Villar, contraatacó al gobierno de Rajoy y al nuevo sistema centralizado. Hombre de confianza de Blatter, propició una advertencia de la FIFA sobre la intervención estatal y la consecuente amenaza de excluir a los clubes o a la selección de competiciones internacionales. Sorprende la rigurosidad de la federación madre cuando el dinero ni siquiera tiene origen estatal. Cualquier diferencia con la realidad argentina es mera coincidencia.
Así como Villar se queja por las quinielas, los jugadores exigen un 1,5% del nuevo contrato. “En la reunión de capitanes que mantuvimos el otro día se acordó que ese dinero que reclamamos es para planes de pensiones de los jugadores más modestos”, dijo Luis Rubiales, representante de las estrellas. Él también fue jugador, aunque tuvo poco éxito y encontró su nicho como abogado. Ambas partes unidas le dieron quince días a la LFP y al CSD (Consejo Superior de Deportes) para revisar el Real Decreto. Se revelaron los leones del circo y si no hay acuerdo, desde el 16 de mayo pararán indefinidamente las actividades. El problema no es que se postergue el final, sino que un artículo de la ley española expresa que los días de huelga no se recuperan.
Ángel María Villar, cercano a Blatter, se opuso al Real Decreto.
“Cada cual se ha enrocado en lo suyo y nadie quiere ceder un milímetro de poder, hay que dejar claro quién es el león en esta tribu directiva”, escribió José Sámano en el diario El Pais. El espectáculo deportivo pasó a un segundo plano. Los jugadores se transformaron en activistas y en el momento más trascendental de la temporada, las preocupaciones son ajenas al campo de juego. Tranquilo, de buen humor y al margen de la polémica, Luis Enrique sólo piensa en su equipo, pero la cantidad de finales que le quedan, mal que le pese, no dependen de él ni de lo que hagan sus jugadores adentro de la cancha.
Por Pedro Molina
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