EMILIANO MARTÍNEZ construyó en apenas tres años una leyenda en el arco de la Selección Argentina. Se metió en el equipo titular porque Franco Armani contrajo covid y nunca más salió, apoyado en sus maravillosas tapadas, su enorme presencia y su aura ganadora construida a partir de su supremacía psicológica sobre los rivales, una virtud que se le conoció nada menos que contra Colombia, el rival de este domingo en la final de la Copa América.
Fue en la semifinal de la anterior edición, en 2021, en la que la Albiceleste se impuso por penales gracias a los tres disparos que atajó el Dibu. Debido a la ausencia de público por la pandemia, se reveló al mundo como un hábil manejador de los tiempos previos a cada ejecución, con frases que lograron desestabilizar a los ejecutantes rivales.
Esa jornada en Brasilia nació el inmortal "Mirá que te como, hermano", lanzado como advertencia a Davinson Sánchez. "Te voy a comer, lo siento pero te como, hermano", le dijo antes de que ejecutara el remate fuerte y bajo al palo izquierdo que al final le atajó.
Después llegó el turno de Yerry Mina, otra víctima del 23 de la Scaloneta. "¿No me vas a festejar, no"?, le preguntó cuando se aproximaba para patear el defensor que había celebrado en cuartos de final con un baile y el dedo en la boca ante Uruguay. "No, no, tranquilo", dijo el cafetero.
Pero Dibu siguió: "Te veo nervioso, te estás riendo pero estás nervioso, ¿eh?". Mina le contestó con un "Sí", visiblemente inseguro. Y el argentino no paró: "Estás nervioso, estás nervioso", le reafirmó el arquero. Cuando intercedió el juez y le pidió que se parara sobre la línea, Martínez redobló la apuesta: "Mirá que está un poquito adelante, eh... Está adelante la pelota". El colombiano, que ya parecía derrotado en la batalla psíquica, respondió: "No, está en el punto blanco".
Eso pareció combustible para el arquero de Aston Villa: "Sí, sí, hacete el boludo. Ya te conozco a vos. Te gusta hacerte el canchero", lo chicaneó, y antes de que Mina ejecutara, le pronosticó: "Mirá que si me la cruzás te la atajo. Mirá que te como, hermano; mirá que te como, hermano"... y se lo comió. Dibu se tiró y desvió el remate fuerte a media altura.
Después intentó amilanar a Miguel Borja: "A vos te gustaba hablar, ¿no? En el entretiempo estabas hablando, eh. Sí, mirame. Estás cagado". Ante un Colibrí indiferente, esta última expresión disgustó al árbitro, que le avisó en buenos términos: "Martínez, Martínez, con palabras de esas no".
"¿Dónde vas, hermano? Te conozco, eh. Te gusta mirar, ¿no? Mirame, mirame a la cara". Dibu era una ametralladora de palabras que en este caso no surtieron efecto. Borja festejó con grito y baile incluido, pero Martínez aceptó la derrota sin chistar.
Hubo otra atajada, esta vez a Edwin Cardona, que estaba obligado a acertar. Martínez, esta vez sin hablar, voló abajo al palo izquierdo y contuvo el penal, lo que marcó el paso de Argentina a la final y el nacimiento de la leyenda.
Después llegaron las consagraciones en la Copa América y en el Mundial, donde otra vez descolló en las tandas de penales con Holanda y Francia, y la atajada inmortal contra Randal Kolo Muani, que prácticamente valió la Copa, en el último suspiro del suplementario con los galos.
En el presente certamen continental renovó sus credenciales de intocable por sus tapadas clave y los dos penales que atajó en la definición contra Ecuador para darle a Argentina el pasaporte a semis.
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